LEDESMA (Salamanca)



LEDESMA


Ledesma es un municipio y localidad española de la provincia de Salamanca, en la comunidad autónoma de Castilla y León. Se distingue como el núcleo de población más importante del norte salmantino y se considera la capital o centro de servicios de la comarca de la Tierra de Ledesma. ​

Su término municipal está formado por localidades de Cuadrilleros de los Dieces, El Cerezo, Estacas, Estaquillas, Frades de Santa María, La Sagrada, La Samasa, Ledesma, La Vadima, Muchachos, Nóguez, Pelilla, Zorita, Aldeagutiérrez, Cuadrilleros, El Casar, La Riverita, La Samarita, Santa Marina, Santo Domingo y Zafroncino, las ocho últimas despobladas, y cuenta con una población de 1688 habitantes.

Se sitúa justo en el extremo centro norte de la provincia de Salamanca, lindando con la zamorana comarca de Sayago, con la que comparte paisaje, historia, cultura y tradiciones. En su término predomina el paisaje natural adehesado, compuesto por extensas llanuras salpicadas de pequeñas elevaciones y el inicio de los desniveles que origina a su paso el río Tormes que, más adelante, llegando a Portugal, dan origen al espacio natural protegido del parque natural de Arribes del Duero

El casco urbano se asienta sobre una muela granítica de ingente tamaño, situada a una altitud de 780 m. Dista 35 km de la ciudad de Salamanca, la capital provincial, 55 km de Zamora y 84 km de Ciudad Rodrigo, las principales ciudades de su entorno. Su estratégica situación, su fácil defensa y los evidentes restos arqueológicos existentes, indican que su primer asentamiento pudo haber sido un castro prehistórico. Más evidente es su pasado romano, época en la que estuvo situado en la frontera norte de las Hispania Ulterior Lusitania, bajo la denominación romana de Bletis, de la que deriva su actual nombre de Ledesma. Su repoblación definitiva se produjo en el 1161 cuando Fernando II de León otorgó el fuero de la villa, lo que la convirtió en un notable centro político, económico y de comunicación de las tierras del reino de León. La villa cuenta con un rico patrimonio arquitectónico y etnográfico, consecuencia directa de su largo devenir histórico. Por este motivo, la villa fue declarada conjunto histórico-artístico en 1975, además de contar con otros bienes de interés cultural como el Puente Mocho, la iglesia de Santa Elena, la iglesia de Santa María la Mayor y la fortaleza. Además existen notables muestras culturales, propias o adaptadas, cuyo principal exponente sea quizás el Corpus, pero también otras como las Calendas, las Águedas, el Carnaval, los Quintos, la Semana Santa, el Lunes de Aguas, el Carmen o los Festivales de Veranón.

La ruta urbana que hemos realizado nos presenta un conjunto de microhistorias que nos permiten conocer y disfrutar de un sugerente paseo por la localidad.
Presentar Lesdesma es hablar de uno de los conjuntos históricos mas relevantes de la provincia de Salamanca, envuelto en una atmosfera solemne de siglos de historia que emerge con la belleza de su patrimonio.

El paseo sobre la localidad es una experiencia seguramente única, arropado por un silencio que no asusta y que a cada hora del dia resulta mas hermoso.
Sobre ella ha surgido un nuevo escenario en el que palacios y viviendas se visten de gala con una nueva piel que mira de frente a la modernidad.
Al levantar la mirada sobre el perímetro amurallado que la circunda descubrimos el abrazo del rio Tormes, una pequeña divinidad que junto con el viento, sol y el tiempo ha creado un paisaje de rocas que la ciñe.
Finalmente imaginar Ledesma es también explorar el ovillo de caminos que la envuelve donde toman carta de naturaleza las vías, las cañadas, Portugal, la frontera, el Duero y el océano. En suma Ledesma siempre estuvo y esta perpetuamente de camino a alguna parte.

La ruta que hemos realizado por la localidad es de un recorrido circular, el cual esta bien señalizado, fácil de seguir, lleno de sugerencias y al que el viajero se puede incorporar desde cualquier punto.
El corazón de la ruta, y es por donde empezamos, es el edificio donde se encuentra el Centro de Interpretación de la historia de Ledesma, situado en plena ruta y en la iglesia de San Miguel.


La iglesia es original del siglo XII, es un templo románico que conserva su ábside semicircular con modillones de nácela de la primera construcción y una portada rematada con un pequeño frontón, en cuyo friso puede leerse la dedicatoria de la iglesia a San Miguel Arcángel del año 1784, y torre terminada en espadaña del siglo XVIII. Destaca en su interior el retablo de madera de 1767 y varios sepulcros de caballeros y del primer traductor de la Biblia al castellano: el padre Petisco.
En el edificio de la iglesia se encuentra el Centro de Interpretacion de la historia de la localidad, este lugar intimmo y singular,es un laberinto recondito de espacios interpretativos dedicados a acontecimientos historicos relevantes que dibujan un itinerario cronologico y cultural para culminar en el coro de la iglesia, donde finalmente se descrifa el gran secreto que guarda el recorrido.
Bletisa es una propuesta innovadora que presenta la villa a los visitantes al tiempo que ilustra y tutela la ruta, presenta de forma intima un recorrido historico por el paisaje, las vivencias y los anhelos de los habitantes de Ledesma y su territorio.







Una vez visitada la iglesia y el centro de interpretacion, bajamos por la calle que da nombre a la iglesia para coger un callejon en la margen izquierda de la calle por donde nos dirigimos hacia la Plaza de la Fortaleza donde se ubica el Castillo o Fortaleza de Ledesma y el monumento al Verraco.
La plaza es uno de los tesoros escondidos de Ledesma y radica en la zona intramuros que bordea el castillo: la llamada Plaza de la Fortaleza. Esta se trata de una gran explanada ajardinada que cobija bajo nuestros pies una serie de subterráneos, cámaras abovedadas, conductos, polvorines... que constituirían las bodegas y las canalizaciones de agua del hipotético palacio que se comenzó a construir anexo al palacio a fines del siglo XV principios del XVI (Francisco de la Cueva II Conde de Ledesma) y del que se conserva el lienzo almohadillado que cubre el espacio de la muralla meridional desde el Castillo hasta la antigua Puerta de San Pedro, en la que se puede observar la buena factura con la que se planteó la obra (buenos sillares regulares almohadillados en consonancia con la moda del Renacimiento italiano) y tres de las antiguas salidas de las canalizaciones del agua.






En el centro de la plaza se ubica el monumento al Verraco.
Francisco Zato en 1720 habla de la existencia de dos verracos o toros de piedra en la antigua Puerta de los Toros, a la entrada del Puente Viejo. A principios del siglo XIX se habla de cuatro "cerdas de piedra" atadas entre sí por cadenas. Esto concuerda con lo referido por el Padre Morán que habla de cuatro antiguos verracos en la zona del puente.
Sabemos sin embargo, que esos cuatro verracos fueron arrojados al río en la década de los 40 del siglo XIX en un arrebato liberal del consistorio ledesmino que identificó el encadenamiento de los verracos con las medidas de Carlos V tras la Guerra de las Comunidades. El actual verraco fue hallado en la construcción de las Escuelas en 1957, en la parte meridional del castillo. Se trata de un verraco de entre el siglo VII y el I a.C. de granito al que le ha sido amputada la cabeza. Su tronco es muy representativo por las dimensiones aproximadas a las de un cerdo natural y con sus atributos femeninos excesivamente marcados.


Y por ultimo podemos contemplar y visitar el Castillo o Fortaleza de la localidad. La entrada al mismo es gratuita y las llaves para poder entrar dentro se pueden obtener en alguno de los bares o restaurantes que hay en la plaza.
Iniciada su construcción de planta trapezoidal en el último tercio del siglo XII por mandato de Fernando II de León, es profundamente reformado por Beltrán y Francisco de la Cueva, Condes de Ledesma, en el último tercio del siglo XV. Realizado en piedra de sillería y sillarejo, cuenta con dos torres en la portada sur, una troncónica y otra poligonal, y la base de la torre del homenaje hacia el norte. En su puerta oriental campea el escudo original de la Villa, procedente de la desaparecida Puerta del Puente.
Lo que hoy observamos del edificio, a pesar de su grandiosidad es una mínima parte del esplendor inicial, se ha perdido toda la muralla (falsabraga) que cubría esta fortaleza en su parte de extramuros y, por la parte intramuros, se han perdido los accesos y torreones que la comunicaban con un edificio anexo, posiblemente un palacio. En su interior se conservan dos habitaciones de época gótica, una a nivel del suelo y otra sobre la anterior bajo la antigua torre del homenaje. Excavaciones arqueológicas en la década de los 80 y 90 dejaron al descubierto un complejo sistema de canalización de agua así como antiguas edificaciones como caballerizas, fortines, pozos.

Desde lo alto del recinto del castillo podemos contemplar unas preciosas vistas de la localidad y de las murallas de la antigua ciudad, asi como del interior del mismo y de la plaza de la fortaleza.










Una vez visitado el castillo salimos de la plaza de la fortaleza por una cuesta empedrada que nos lleva a un cruce de calles donde se ubica la Puerta de los Herreros.
La puerta era una de las 8 de las que contaba la muralla de la ciudad. De esta poco se conserva, algunos vestigios del arco original y un poco mas apartadas las dos unicas torres semicirculares de la muralla, levantadas en la zona menos protegida de la villa. Su nombre evoca la cercania del barrio de los herreros o albeitores, profesion tambien conocida como el oficio de la cerrajeria negra.



Desde aqui subimos por la calle Herreros hasta llegar a la plaza de San Miguel, durante el recorrido podemos ir observando los primero edificios o casa señoriales de la localidad entre las que destacan la Casa de los Lopez Chaves y la de Agustin Escudero de Dios.



El devenir de la Casa-Palacio de los Lopez Chaves, una de las señoriales y representativas de la villa se puede entender como una pequeña biografia de la misma.
El edificio se comenzo en 1650 cuando debido a la guerra con Portugal, D. Pedro Lopez de Chaves, señor de Villavieja de Yeltes, vio como su casa solariega era destruida y devastada decidiendo construir este palacio en su lugar para asentarse en la villa de Ledesma.
Posteriormente en 1656 el hijo de este mando esculpir los escudos de la familia en la pared, estos blasones funcionan a modo de carnet de identidad de las casas.

Y por ultimo y despues de las uniones entre hidalgos y nuevos ricos es cuando la casa, con balcones/miradores se amplia considerablementte ocupando todo el frente de la plaza.




Levantada en torno a 1850 la Casa de Agustin de Dios es quiza una de las que mejor refleja, junto con la anterior, el cambio social que se produce en la villa con el liberalismo del siglo XIX y la llegada de una nueva clase social.
Posteriormente la adquirio D. Agustin Escuderos de Dios, un ricohombre con considerables propiedades en la zona y persona cultivada con gran aficion a las ciencias y a la arquitectura.
El edificio posee varias estancias, cuadras, corrales, incluso cuarto para la matanza, palomar y un jardin que se apoya en el abside romanico de la iglesia de San Miguel.





Partimos de la Plaza de San Miguel por la calle Toro hasta llegar a la calle la Escuela, donde podemos ir contemplando mas casas señoriales de la que destaca la Casa de Manuel Garcia Godinez de Paz.





La Casa de Manuel Garcia Godinez de Paz fue donde vivio este hidalgo quien seria recordado por ocupar a mediados del siglo XVIII uno de los cinco cargos de regidor de la villa.
Este hidalgo fue propietario de una de las cinco aceñas harineras que habia en la villa a orillas del rio Tormes y que ayudaban a proveer de pan a la poblacion.
Proxima a esta casa estaba ubicada la de Josepha Vicente, mercader, prototipo de los pequeños burgueses que junto a los tratantes de tejidos y de ribera y a los miembros de profesiones liberales, fueron formando un pequeño sector muy acomodado que se instalo en el casco antiguo de la villa, junto a nobles y clero.
Hacia 1870 la casa estaba deshabitada y en ruinas siendo posteriormente adquirida por la familia Trilla, como sucedio con otros inmuebles de la villa.





Desde este punto nos desplazamos un momento de nuestro recorrido para en la Cuesta del Sol, una calle empedrada, poder contemplar un lienzo y torreon de la muralla de la ciudad.
Más de 3 kilómetros de muralla rodean todo el perímetro de la Villa, pero no toda es de la misma época: sus inicios arrancan en el Cerro de San Martín, primer núcleo poblado de Ledesma (siglo VII a.C.), donde se encuentran ya algunos estratos de la muralla de época prerromana. También hay algunas pequeñas partes que se creen de factura romana, sobre todo en la Cuesta del Puente y alrededor de la antigua Puerta del Caracol y del Pozo de Nieve.
La muralla que observamos hoy en su mayoría es de finales del siglo XII, obra románica de tiempos de Fernando II de León, quien marca el trazado actual de la muralla y manda fortificar completamente la Villa a base de una gran muralla almenada de buena sillería con su torres y ocho puertas de acceso bien protegidas (la del Puente, de los Toros, del Caracol, del Pozo de la Nieve, de San Nicolás o de los Mártires, de San Juan, de Herreros y de San Pedro). Es en época de Beltrán y Francisco de la Cueva (último tercio del siglo XV) cuando se reforman algunos lienzos de la muralla, y de esa época destacan algunos de los cubos de buena sillería que se conservan aún.




Continuamos nuestro recorrido por la calle la Escuela para seguir callejeando hasta llegar a la Plaza de San Nicolas, pero antes de llegar a esta plaza y en la calle Los Trucos nos encontramos con la Casa de Padua.



La traza palaciega de esta casa solariega es el resultado de las numerosas transformaciones emprendidas por la familia Padua y continuadas por la familia Torres Madrazo durantes los siglos XVIII y XIX.
La edificacion parte de un conjunto de viviendas y dependencias auxiliares en las que vivieron el regidor Diego Centeno, un presbitero y el unico maestro tejedor de la villa, Agustin Mesonero.
Se trata de una casa singular por varias razones: la reja exterior permite contemplar un patio interior, diseñado como un jardin italiano, con cipreses, paseos y agua algo no habitual en la villa; y los productos que cobija y llevan su nombre -el Oleo de Padua y el Vino Sacro- aportan a la ciudad un poco de aire y estilo italiano que, segun la tradicion, en el siglo XVIII viajaron de la mano de Dña. Manuela de Padua a traves de Portugal hasta la dehesa salmantina.




Finalmente llegamos a la Plaza de San Nicolas, en ninguna ciudad hay dos plazas iguales. La experiencia que generan, la actividad que alli se desarrolla o su ubicacion, van perfilando la forma y el caracter de cada una de ellas.
Esta placita, recilanda sobre la muralla, con su aspecto irregular, recuerda un espacio de juegos o un lugar para la venta ocasional. Cumple su funcion de punto de partida o llegada de la puerta que lleva su mismo nombre.



Desde la plaza y por el lado izquierdo de esta, se sube al mirador del adarve de la muralla, desde donde se descubre la posicion dominante de Ledesma sobre el territorio que la circunda. Este privilegiado emplazamiento facilita la existencia de miradores y balcones, ideales para la vigilancia en otros tiempos y muy adecuados hoy en dia para observar, imaginar o simplemente respirar.








Y por ultimo en este lugar podemos contemplar otra de las ocho puertas de las que contaba el recinto amurallado como es la de San Nicolas.
Es la única de las ocho puertas de la muralla que se ha conservado. Construida en el último tercio del siglo XII, de buena factura a base de sillar y sillarejo, se trata de un conjunto formado por dos cubos cilíndricos que rodean la puerta de acceso de dos arcos de cañón peraltados sobre impostas. La leyenda dice que en 745, en plena dominación musulmana de Ledesma, el hijo de Galofre, el walí o jefe de la Villa, mandó degollar a su hijo Alí (bautizado como Nicolás) y posteriormente lapidar y quemar junto a los clérigos Leonardo y Nicolás, por haberse convertido a la fe cristiana y haber traicionado así la ley islámica. Y fue desde la antigua puerta que se emplazaba en este mismo lugar desde donde su padre vio arder a su hijo entre las llamas.




Salimos de la plaza y continuamos la ruta por la calle Barco hasta llegar a la plaza del Correo para doblando la esquina coger la calle Los Curas que nos ha de llevar hasta la Plaza Mayor. En el punto donde giramos en la plazoleta se ubicaba el yacimiento de San Martin.
Excavar un yacimiento es un trabajo delicado, se trata de construir el mosaico de como era la vida en un tiempo lejano utilizando restos de fragmentos.
En Ledesma hay constancia de asentamientos megaliticos ya en el III milenio a.c., si se considera como tal el llamado menhir de Ledesma, ubicado junto al rio que posteriormente visitaremos.
Se disponen de testimonios prerromanos referentes a Bletisima, el primer nombre de la ciudad de raiz indoeuropea, verracos y restos de murallas que nos situan en la edad de los metales.
Pero fue en este lugar bajo la desaparecida parroquia de San Martin, la zona mas elevada de la villa, donde tras las excavaciones realizadas a finales del siglo pasado donde se encontraron vestigios que atestiguan la pervivencia de un poblado de la edad del bronce final.

En los niveles mas profundos de la excavacion aparicieron cabañas de adobe circulares de un castro y ceramica pintada celtiberica, ademas de ceramica terra sigilatta romana que ayudaron a conocer quienes son y de donde vienen Ledesma y sus gentes.



Continuamos nuestra ruta hacia la plaza mayor subiendo por la calle Los Curas, una de las de mayor sabor medieval de la villa, en ella y en torno a la iglesia de Santa Maria habitaban gran parte de los numerosos clerigos que tuvo la ciudad. En dicha calle podemos contemplar la Casa de las Cabezas.
Esta pertenecio al Arcipreste Antonio Vicente del Aguila, conocido como D. Antonio fue la primera autoridad eclesiastica en su tiempo y la tuvo arrendada a Lorenzo Torrente, que era empleado de rentas reales.
La casa toma su nombre de las cabezas de su fachada, cuyo significado y antigüedad hay diversas interpretaciones. Algunos las emparentan con ritos precristianos, de origen celta y el sacrificio ritual de los vencidos, a quienes se cortaba la cabeza con fines protectores y se colgaba o esculpia a la entrada de la casa.

Otras sin embargo creen que tiene que ver con el santoral o quiza se trata simplemente de exhibir el orgullo familiar.




Y llegamos a la Plaza Mayor de la villa a la cual accedemos por un arco situado en un torreon anexo a la iglesia de Santa Maria.



No se puede conocer una ciudad sin formar parte de su plaza Mayor. Aunque el centro vital, como sudece con Ledesma, se haya desplazado a otras zonas, esta sigue siendo el espacio simbolico de poder y representacion.
Todo lo verdaderamente importante se ha celebrado aqui: las fiestas publicas, las liturgicas, las taurinas y los autos sacramentales. A sus balconadas se han asomado señores, burgueses, funcionarios, menestrales, pobres y reyes, como asi lo hicieron en 1465 Enrique IV y su esposa, invitados por el primer conde de Ledesma.
Y, aunque el mercado semanal se celebrara extramuros, la plaza era el marco en el que se tomaban las decisiones economicas importantes. Bajo los soportales se situaban buena parte de los abastos y suministros de pan, carne, vino y aguardiente y el estanco que abastecian a la villa. Y en el otro lado de la plaza junto al arco de Roderos, se hallaban el peso de la carne, las carnicerias, la panaderia y detras la alhondiga con la bodega y el gran meson de titularidad municipal.




Pocas plazas como esta presentan con tanta nitidez los poderes de la villa: el eclesiastico, el civil, el politico y el economico. Y tambien en pocas se pueden leer y entender de un modo tan claro los juegos de alianzas, tensiones y equilibrios que se suscitaron entre ellos y que conforman su historia y su politica.
Todos estos poderes anteriormente descritos los podemos contemplar en esta plaza visitando los monumentos que en ella hay y que reflejan a la perfeccion el significado de los mismos.
En primer lugar podemos visitar la iglesia de Santa Maria la Mayor la cual es la referencia maxima del poder eclesiastico y espiritual en una villa que llego a contar con seis iglesias, dos conventos, cinco ermitas y diecinueve cofradias.






Es sin ninguna duda el edificio más sublime de todos con los que cuenta la Villa, destacando por sus enormes dimensiones en piedra granítica. Comenzada a construir en el último tercio del siglo XII en estilo románico final, de aquella época hoy sólo se conserva el arco por el que trascurre la calle de los Curas en la parte baja de la torre.
La gran ampliación que se hace entre 1492 y 1500 se le encarga a Juan Gil de Hontañón el Viejo y consiste en la construcción de toda la nave de la iglesia hasta el arco triunfal que la separa de la Capilla Mayor y el cuerpo medio de la torre, decorado con las típicas bolas isabelinas.
El estilo de esta obra está considerado como uno de los mayores exponentes del gótico hispano-flamenco por las bóvedas de crucería de "espina de pez" y el arriesgado arco escarzano del coro posterior. Es en 1556 cuando le encarga a Juan Gil de Hontañón, el Mozo la construcción de la parte más alta de la torre y el proyecto de la Capilla Mayor, finalmente realizada por Pedro de Inestrosa y Pedro de Gamboa.

Destaca de este espacio la conjugación del último gótico con el renacimiento vigente, que se deja contemplar a través de las grandes columnas, los casetones laterales, pero sobre todo por la venera central, en forma de concha, tomada de las antiguas basílicas romanas. Son tres las capillas laterales con las que cuenta la iglesia hoy día: la de Juan de Herrera o de la Clerecía, realizada en 1535 con una fuerte estructura abovedada en el estilo de Gil de Hontañón desempeñó hasta hace 30 años la función de baptisterio, siendo hoy la depositaria del tesoro de la iglesia.






La Capilla de Enrique de la Cueva fundada entre 1501 y 1510 y realizada por Juan Gil de Hontañón el Viejo con una cabecera hexagonal y toda cubierta por bóvedas de crucería góticas; pertenecía a Enrique de la Cueva por privilegio condal, por tratarse del antiguo recaudador del conde que se convirtió al cristianismo con el edicto de los RRCC; alberga hoy un retablo churrigueresco de finales del siglo XVII y varias imágenes de calidad así como los mejores lienzos de la iglesia desde los siglos XVI-XVIII.
La Capilla de Gonzalo Rodríguez o de los Pobres, realizada en 1405 fue ampliada en 1620, cuando se dobla su capacidad y se aboveda; alberga varios sepulcros de bulto en las paredes laterales así como las sepulturas de los pobres fallecidos en el Hospital de San José. La sacristía es obra de Juan Gil de Hontañón el Mozo y es de 1529; su planta es hexagonal y cubierta con arcos ojivales.
Sus paredes poseen 6 arcos que albergan las bellas cajoneras barrocas. Cuenta con una quincena de retablos que van desde un excelente retablo de tablas flamencas del siglo XVI, hasta el retablo mayor de enormes proporciones realizado entre 1752 y 1771 en estilo neoclásico. Son muchísimas más las imágenes que alberga, desde un crucificado del siglo XIV a una Inmaculada de Salvador Carmona o a imágenes de Ramón Micó, pasando por un Cristo articulado de 1550.
Destacan también las sepulturas de los nobles que alberga en su interior entre las que destacan las del Infante don Sancho, nieto de Alfonso X, o la Martín Díaz de Ledesma realizada por un discípulo de Juan Guas. Otro de los aspectos destacables de esta iglesia es su orfebrería, albergando multitud de piezas desde finales del siglo XV hasta el XIX, destacando sobre todas la impresionante carroza del Corpus Christi de 1719 y realizada en oro y plata.


Lo siguiente que podemos visitar es el edificio del poder politico de la villa como es la Casa Consistorial.
El actual edificio del Ayuntamiento de Ledesma, fue en su día construido como sede de la Casa del Corregidor, Sala de Audiencias y Prisión Real. Se trata de una edificación iniciada en 1484, de planta rectangular y constituida como un gran edificio sólido y aspecto de casi fortificación.
De aquella época se conserva la planta del edificio, los accesos inferiores al mismo formado por dos arcos de medio punto, lo que resta de la antigua prisión y el bello patio interior formado por diez estilizadas columnas con basas góticas.
En la parte oriental del piso inferior aún encontramos tres vanos enrejados de la antigua prisión y que como reza la inscripción datan de 1606. La parte más interesante del conjunto radica en la segunda planta, separada con una línea de imposta del piso inferior, presenta una balconada formada por cuatro arcos de medio punto sobre columnas dóricas en 1584 y cubiertas por vidrieras realizadas en 1889 por José Delclaux.

En la parte oriental del piso superior hay un muro carente de decoración con dos ventanas que dan salida al balcón corrido de forja, todo ello realizado entre 1846 y 1849 para reformar la sede de la Audiencia. Actualmente este edificio cobija las dependencias y secretarías municipales y en el piso inferior se encuentra la Oficina de Turismo.




El siguiente monumento que podemos contemplar y que refleja el poder civil de la villa es el Palacio de Beltran de la Cueva.
Históricamente se destaca lo que se conoce como el Palacio de D. Beltrán de la Cueva, en la parte oriental de la Plaza, sólo se conserva su portada formada por un arco de entrada con las grandes dovelas y cuatro balcones superiores, sobre la puerta, bajo alfiz, se encuentran los escudos picados en la I República de Francisco de la Cueva, II Duque de Alburquerque y Conde de Ledesma, y de María Álvarez de Toledo, hija de los Duques de Alba.

Esta era una casona que el conde y sus descendientes tuvieron en la Plaza Mayor para ver desde ella las corridas de toros, los autos sacramentales, las celebraciones religiosas... que se realizaban en el gran escenario que era la Plaza Mayor. Al lado izquierdo de la casa se encuentra el gran Arco de los Roderos, que comunica la Plaza Mayor con la Alhóndiga, y al otro lado el Palacio de los Roderos, edificio anexo a la propiedad del conde y que servía de sede a los roderos, encargados de recaudar los impuestos en el amplio condado de Ledesma. Su planta baja de sillería regular de buena labra posee dos grandes arcos con dovelas típicas de finales del siglo XV, el resto del edificio de dos plantas con balcones es de 1596.


Y por ultimo podemos contemplar el edificio que refleja el poder economico de la villa como es La Casa de los Roderos, denominada asi por ser, al menos desde el siglo XVIII sede de la Comunidad de la Villa y la Tierra y por tanto el lugar de reunion de los representantes politicos de las aldeas del territorio.
Esta casa da nombre al Arco de los Roderos, a cuya izquierda se situan otros inmuebles concejiles para el abasto de la poblacion: la panaderia, las carnicerias y el peso.




Partimos de la plaza cruzando el Arco de los Roderos para continuar nuestra ruta bajando por la calle Alhondiga donde podemos contemplar el edificio que da nombre a la calle.
La Alhondiga se trata de un edificio de grandes dimensiones fundado por el Obispo de Útica, Pedro del Campo, natural de Ledesma, para el auxilio de pobres en 1580. El edificio actual como dice la inscripción del dintel data de 1605: "Syendo Duque de Alburquerque y Conde de ella Don Beltrán de la Cueba zede este en el corregidor de esta vylla Diego de Moreta Maldonado.
Se acabó esta obra año de 1605". De planta rectangular con cinco arcos de medio punto que sustentaban un artesonado hoy inexistente, está realizado en sillarejo de gran tamaño, y sólo es de buena labra su cornisa corrida y su bella portada, formada por una gran puerta rectangular formada por un dintel y unas jambas monolíticas rodeadas de piedras de sillería regulares y al lado de la que campean dos escudos de la villa de 1576.




Y llegamos en este punto a una de las zonas mas bonitas de la villa de Ledesma donde se ubica el Mirador del Tormes y el Paseo de Alonso Andrea.
Desde el Mirador podemos contemplar unas maravillosas vistas de los puentes y del paso del rio Tormes por la ciudad.




En este punto de nuestra ruta hacemos una parada para desviarnos de la misma y bajando por la Cuesta del Carmen y a visitar y contemplar varios monumentos de la villa situados en la zona extramuros de la misma como son el monumento del Menhir, el Puente Medieval y la Ermita del Carmen.
El monumento del Menhir es muy discutida su autenticidad o no, por tratarse de un resto anodino por estas tierras y por guardar similitudes con mojones usados para marcar los límites entre las propiedades agrícolas y ganaderas de la zona. Originariamente radicaba a la izquierda de la Vereda de Peñalvo, a su paso por el puente romano de Peñacerracín, en un terreno ganadero y se trasladó a su ubicación actual, en el mirador a la entrada del Puente en 1971. Se trata de un gran monolito de piedra granítica de forma cilíndrica irregular de unos 2'50 m, que hay quien ha querido identificar con un gran símbolo fálico e incluso quien cree adivinar restos de escrituras rúnicas en él.

Desde el mirador podemos volver a obtener unas maravillosas vistas del Tormes y de los puentes.






El siguiente monumento a contemplar es el puente medieval, su base románica de los últimos años del siglo XII son los restos más antiguos que se observan a simple vista. Habría que verificar los datos del Padre Morán sobre restos de inscripciones romanas en la base que atestiguaran su discutido origen romano. Hasta el siglo XIX era el "puente más alto que cruzaba el Tormes".
Se trata pues de un puente de gran altura cuya factura actual es de mediados de la tercer tercio del siglo XV, posiblemente de época de Beltrán de la Cueva. De aquella época sólo se conservan dos arcos ojivales de los cinco con los que cuenta la construcción, pues los dos de los extremos son producto de la reforma de Martín de Sarasola a fines del siglo XVI y el segundo arco saliendo de la Villa es obra de 1816, pues en 1812 fue dinamitado por las tropas napoleónicas. Desde 1462 y hasta 1909, se debía pagar el derecho de pontazgo al conde de Ledesma por cada persona que cruzara por este puente. Es en esa época en la que el ayuntamiento adquiere la propiedad del puente y en la que se derriba la torre que había al inicio de éste y que servía para el impuesto de pontazgo.


Cruzamos el puente para visitar el ultimo monumento de dicha zona como es la Ermita del Carmen, esta es una pequeña ermita de planta rectangular, realizada en sillería su portada principal y de sillarejo el resto. Su fábrica original es de mediados del siglo XVI, como se deja sentir en su portada de sillería con un arco renacentista y su portal con columnas herrerianas.
En 1912 se decide ampliar la pequeña ermita y darle el doble de su capacidad, del arco toral de ladrillo que se observa en su interior hacia delante, y construir una sacristía anexa en su parte posterior. En el interior se cobija un pequeño retablo de mediados del siglo XVII, barroco, que cobija la imagen de vestir de la Virgen del Carmen, patrona de Ledesma, de finales del siglo XVI, y las de San Lázaro y Santa Bárbara de finales del siglo XVII.




Volvemos de nuevo sobre nuestros paso al Paseo de Alonso Andrea donde podemos contemplar en la Plaza del Hospital el edificio del Hospital de San Jose.
Aunque el antiguo Hospital de la Capilla de Gonzalo Rodríguez no estuviese en esta localización, en 1722 se le encarga a Joaquín de Churriguera la construcción de un nuevo edificio sufragado por el beneficiado de Santa María, Andrés Nieto de Porres.

El actual edificio, pues, es un buen ejemplo de la arquitectura civil del primer neoclásico: de planta rectangular articulado en torno a un claustro interior central sobre columnas, se desarrolla un bello edificio del que destaca su portada, con abundancia de la línea recta y la escasez de decoración, sólo reservada a la portada flanqueada por pilastras y el grupo escultórico de tamaño natural de la Sagrada Familia que se encuentra sobre ésta. A uno y otro lado están los escudos de Rodríguez de Ledesma y Nieto.


El paseo debe su nombre a D. Alonso Andrea, hijo de Ledesma, fue cofundador de la ciudad de Caracas y de quien dicen las cronicas que, ya anciano, se enfrento solo, con un caballo flaco y una armadura oxidada a los piratas ingleses que cercaban la ciudad, quienes lo abatieron de un disparo pero le honraron la hidalguia. Al parecer, Cervantes que vivia entonces en Sevilla, ciudad a la que llegaban todas las historias de ultramar, pudo inspirarse en él para crear a su D. Quijote.
Desde el paseo y el mirador podemos volver a conteplar unas vistas preciosas del paso del Tormes por la ciudad y de la dehesa salmantina.





Continuamos nuesstra ruta y desde el paseo nos dirigimos bordeando la muralla de la ciudad por la calle Ronda para dirigirnos hasta la calle San Pedro, lugar donde se ubicaba otra de las puertas que daban acceso a la ciudad y que da nombre a la calle como es la Puerta de San Pedro.
Esta era una de las puertas mas antiguas de las ocho que tenia la muralla y está datada del siglo XIII, comunicaba el popular barrio de Santa Elena con el centro de la villa.
En dicho lugar junto a la puerta se ubicaba la iglesia de San Pedro que fue uno de los cincos templos de repoblacion intramuros y que fue derruida en tiempos de la desamortizacion, los restos de esta fueron reutilizados para erigir en el otro lado del rio en el barrio de los Mesones la iglesia de San Pedro y San Fernando.
Construida en 1857 conserva de éstas una espadaña del siglo XVII, un claustro exterior del siglo XVI, en el que está grabada la Salve y en su interior un retablo mayor del siglo XVIII en el que destaca la imponente imagen de San Pedro de finales del siglo XVII.

Alterada aún más su fábrica en la década de los 60 y 70 del siglo XX, se han perdido varios retablos procedentes de las iglesias desaparecidas. Es en esta fecha cuando se redescubren unas reliquias procedentes de la antigua Iglesia de San Pedro: en una pequeña arca de piel se encuentran restos de tres esqueletos humanos y una inscripción: "Los gloriosos Ysacio, Josefo y Jacobo Pastores de Belén, que merecieron ver y adorar los primeros a Christo Dios y hombre nacido en el portal". Esto entronca con los restos venerados en la antigua Capilla del Cristo de la Agonía de la desaparecida Iglesia de San Pedro.




Desde la puerta de San Pedro empezamos a ascender por la calle Doctor Jose Hernandez Juan que nos llevara de nuevo hasta la Plaza Mayor, durante nuestro recorrido por esta calle podemos contemplar varios de los palacios y casas solariegas de estilo gotico y renacentista de la ciudad.
La primera que poemos contemplar es la Casa del Mayorazgo de los Paces.
La casa construida entre los siglos XVI y XVII pesenta sobria fachada de silar, escudos nobiliarios con balcones y rejas.
Esta fue propiedad en el siglo XVIII del hidalgo mas acaudalado de Ledesma, Cristobal de Paz y Diez, quien poseia, directamente o por mayorazgo, veintitres casas, mil trecientas cabezas de ganado y el meson del gallo.

Pertenecio a la familia llamada de los Paces-Paz- que se asento en Ledesma durante el siglo XIII, epoca en la que tambien lo hizo la familia Diez-llamada popularmente de los Diezes. Ellas dos, junto con los Nieto de Paz, conformaron los tres linajes mas distinguidos de ledesma que, con los años, forjaron fuertes lazos de parentesco.



El siguiente edificio que podemos contemplar es el del Casino, construido a finales del siglo XV realizado en sillería con un gran arco con dovelas regulares y amplias y dos vanos en el piso de abajo y arriba tres balcones, uno de ellos bajo un curioso alfiz.
El Casino fue antiguamente Casa de la Orden de Malta por ser sede de la encomienda de San Juan de Zamayon, heredera de la legendaria orden del Temple, que con el tiempo y desaparecida la causa de su creacion entro en decadencia.
Se sabe que a finales del siglo XVIII la casa estuvo arrendada a uno de los boticarios de Ledesma y que con la desamortizacion paso a manos de la nueva y rica burguesia.
En tiempos mas recientes se convirtio en Casino y jugo un papel destacado en la vida de la ciudad, era un espacio reservado solo para los hombres donde celebraban reuniones, tertulias cultural, mundanas, de negocios o de politica.




El siguiente edificio que podemos contemplar en nuestro recorrido por la calle Hernandez Juan y haciendo esquina con la calle San Miguel es la Casa de las Almenas.
De los últimos años del siglo XV, es un bello edificio de planta rectangular con jardín y claustro posterior, en cuya portada de sillería y sillarejo encontramos un arco con los mencionados dovelones de la época de los Reyes Católicos, con dos vanos reformados a los lados y cuatro balcones superiores. Son cuatro los escudos que encontramos en la fachada de varias familias nobles de la época: Hidalgo, Rodríguez de Ledesma, Chaves, Velasco, Olivares... Terminó este Palacio siendo de Juan Hernández Saravia, natural y vecino de Ledesma, Ministro de la Guerra en 1936 con el Gobierno de Azaña.



La siguiente casa o edificio que contemplamos es la del Escribano y el Procurador.
Esta gran casa contaba con salas, aposentos, caballerizas, corrales, pajares y oficinas, en el siglo XVIII estaba dividida en dos. Una de ellas pertenecioa un hidalgo pobre, llamado Juan Martin, y la otra a una monja, Sor Josepha, representante ambos de las dos clases sociales -nobleza y clero- que se repartian la mayor parte de las viviendas del casco amurallado.
Su fachada responde a modelos austeros tan generalizados en al villa que a menudo parecen rostros y en los que las rejas de forja ledesmina, como si fueran joyas, humanizan, engalanan y confieren personalidad.

Debe su nombre a sus arrendatarios que eran procurador y escribano, miembros del estamento burocratico de la villa. En ese contexto hay que entender la cruz de Malta de la fachada que posiblemente mandara tallar el abogado Jose Hernandez, miembro de dicha Orden y propietario de la casa a finales del s. XIX antes de que pasara a manos de la familia Lopez Chaves.


Y ya por ultimo podemos contemplar antes de llegar a la plaza el Palacio de Rodriguez de Ledesma.
El edificio es una casa de sillarejo con una puerta de medio punto con grandes dovelas y cuatro ventanas superiores, en el piso inferior, a la derecha de la puerta encontramos una ventana escamada y con las típicas bolas isabelinas, todo ello cubierto por una interesante reja cruzada. Campean encima de su portada los escudos de los Godínez, Rodríguez de Ledesma, Fonseca.


Llegamos de nuevo a la Plaza Mayor para coger en el lado izquierdo de la misma la calle Corrales hasta llegar a la calle Los Paños donde nos encontramos con la Casa de San Nicolas.
Asi denominada porque en su zaguan, y tras su restauracion, aparecio uan hornacina con la imagen de San Nicolas acompañada de una inscripcion.
Se sabe que en el siglo XVIII su propietario era el presbitero Joseph Canuto que vivia con su herman, dos sobrinas y criadas, algo usual en esos tiempos y a finales del siglo XIX fur recibida en herencia por D. Diego Martin de Juan.

Era una de las muchas popiedades que el clero y la nobleza tenian dentro del recinto amurallado de la villa.


Continuamos nuestra camino por esta calle y los siguiente que podemos visitar o contemplar es la Casa de Francisco Jimenez Niño. Algunas de las singularidades de esta vivienda son el acceso por un gran patio - herencia de antiguos corrales- un pozo central y los aposentos en el ala derecha.
Se sabe que en el siglo XVIII pertenecio a este eclesiastico foraneo de la villa que la arrendaba a los presbiteros de la villa y que posteriormente paso a ser una de las propiedades del Hospital.


Continuamos bajando por la calle hasta que llegamos de nuevo a la calle San Miguel para poner punto y seguidoa nuestra ruta pos la ciudad de Ledesma, ya para visitar otros monumentos fuera del recinto amurallado de la misma.
Aqui hacemos un alto es nuestrs ruta para probar la rica y variada gastronomia de la zona antes de proseguir nuestro recorrido que lo haremos desplazandonos con nuestro vehiculos unos 5 kilometros de la villa en direccion a Bermillo de Sayago donde cojemos un camino que nos lleva a un precioso paraje dentro de la dehesa salmantina para contemplar los restos de la Calzada y Puente de epoca romana.


El Puente Mocho es un puente que cruza la ribera de Cañedo, su construcción se ha atribuido repetidamente a época romana, no tanto por su propia fábrica, que parece muy modificada en época medieval, especialmente los tajamares, cuanto por la existencia asociada al puente de restos bien conservados de calzada, formando parte de una vía de comunicación entre las localidades de Ledesma y Zamora (Bletisama-Ocelo Dori). El puente, en su configuración actual y salvando las dificultades inherentes siempre a la datación de estos monumentos, parece en su conjunto obra medieval, y los tajamares, escalonados y en forma de huso, de época moderna.
Se trata de un puente de cinco arcos de medio punto, el central de mayores dimensiones, con cuatro tajamares aguas arriba, escalonados y de planta triangular. La fábrica es de sillería de granito, excepto los pretiles, de mampostería trabada con argamasa. Tiene 71 metros de longitud, 5,70 metros de altura máxima y anchura de 3,50 metros. Por la plataforma de puente, y en ambas riberas, se disponen restos bien conservados de calzada, de 185 metros de longitud en la ribera derecha y 110 metros en la izquierda. La anchura de la calzada es variable, entre 2,60 y 3,90 metros, y el pavimento de losas irregulares de granito, de mayor tamaño en los lados, formando encintados.





Volvemos de nuevo al pueblo para visitar en la zona extramuros de la villa en la carretera que nos lleva de nuevo a Salamanca la iglesia de Santa Elena.
Es la única iglesia que se ha conservado pura desde la época de la repoblación de finales del siglo XII aunque su construcción se debe alargar hasta el primer cuarto del XIII. De una sola nave y planta de salón, realizada toda en piedra de sillería, con una capilla mayor abovedada con un ábside semicircular.

Posee dos puertas de acceso, al norte y al este, destacando la norte por la decoración de sus capiteles de influencia bizantina y sus arquivoltas. Lo más destacado de todo el templo es la decoración de sus canecillos exteriores, que nos muestran una gran colección de motivos florales, antropomórficos y mitológicos de finales del siglo XII. En su interior, cuenta con cuatro retablos, el mayor, de cascarón, cubre todo el ábside y es de mediados del siglo XVIII. En un pequeño retablo lateral se encuentra la impresionante talla de San Bartolomé de mediados del siglo XVI y de la escuela de Berruguete. Toda la iglesia ha sido restaurada en 2009 por la Fundación del Patrimonio de Castilla y León.



Tambien podemos visitar en la localidad la Ermita de Nuestra Señora de la Concepcion.
Situada a las afueras de la ciudad en la calle Tenerias esta este edificio situado en el antiguo solar de la Iglesia de San Polo y se levantó en 1841, reaprovechando parte del edificio anterior, una bella ermita de propiedad privada usada para enterramientos de la familia Hernández, hoy en propiedad de la familia López-Chaves. Realizada en sillería de buena labra, destaca su cabecera hexagonal y su bella espadaña de dos cuerpos. En su interior se alberga un retablo neogótico de escasa calidad con una imagen de la Inmaculada Concepción de finales del siglo XVIII.


Y aqui ponemos punto y final a nuestra visita a la localidad de ledesma, pero esta ofrece ademas de lo que hemos explicado anteriormente en nuestra ruta, una oferta de viaje relacionada con la naturaleza gracias a la proximidad del rio Tormes con ella.
Pasada Ledesma, el rio avanza hasta tomar fuerzas en el embalse de la Almendra y correr al encuentro del Duero y el mar. Ahi en ese ultimo tramo en donde se encuentran los Arribes del Duero, donde poder disfrutar de unos paisajes majestuosos, de los cortados imposibles y escarpados que ha hecho el rio a lo largo de su historia y de su rica fuana y flora. pero ademas puede disfrutar de las extensas dehesas salmantinas repletas de encinas que sirven hoy en dia para la cria de la gran cabaña porcina y bovina de la provincia.

GASTRONOMIA:

Las rosquillas ledesminas son el producto estrella de la gastronomía de Ledesma, cuya fama ha rebasado los límites provinciales e incluso los regionales.
Entre los entrantes de su gastronomía destacan las patatas meneadas, el hornazo, las empanadas, el embutido y las ensaladas de maruja. Como plato principal destacan las diversas carnes, procedentes de la caza o de las diversas explotaciones ganaderas del municipio, como son la morucha, cabrito, lechazo, cerdo, pollo de corral, perdiz y el conejo. También destacan los productos de río como las sabrosas tencas.
De los postres, especial mención tienen sus afamadas rosquillas, sin que con ello se quite mérito a los bollos maimones, las perrunillas, las tortitas de chicharrones, los mantecados y el queso.
En la última década, y con el fin de potenciar la gastronomía del municipio, se ha organizado una feria dedicada a la gastronomía ledesmina y a sus diversos productos artesanos. Bajo la denominación de Mercado Franco, y en el entorno privilegiado de la Fortaleza y del Patio de Armas de Ledesma, se congregan diversos artesanos que muestran de esta forma sus productos a vecinos y visitantes.

FIESTAS:

La localidad de Ledesma ofrece al visitante una extensa relacion de fiestas y tradiciones que se desarrollan practicamente durante todo el año como:


  • El inicio de la Navidad está marcado por las Calendas, una antigua tradición que consiste en repicar fuertemente las 6 campanas de Santa María la Mayor en la madrugada del 23 al 24 de diciembre y que antiguamente indicaba a los pastores y labriegos alejados del núcleo urbano de Ledesma que debían acercarse a la Villa a gozar de la Navidad. Con el fin del ayuno impuesto por el adviento, se degustaban mantecados y aguardiente. Aún se mantiene esa tradición en el que un grupo de jóvenes asciende a tocar las campanas mientras que el resto degusta en la Plaza Mayor aguardiente y mantecados. El Año Nuevo es recibido con un gran ambiente festivo por todas las calles de Ledesma y en la víspera de Reyes la típica cabalgata hace ilusionarse a niños y mayores.
  • En febrero, la fiesta de las Águedas hace que las mujeres de la Villa sean las protagonistas indiscutibles de la sociedad ledesmina, y, en Carnavales, los quintos del año junto con los festivales de disfraces y el Play Back de Ledesma (uno de los más importantes de la comunidad autónoma) anteceden a la llegada de la Cuaresma.
  • En Semana Santa, el tiempo del silencio y recogimiento cargado con el fervor cófrade inunda la Villa. Las celebraciones procesionales se abren el Domingo de Ramos con la Procesión de la Borriquilla. El miércoles la Procesión del Cristo de las Aguas, el Jueves Santo la de la Flagelación y el viernes con la tempranísima de Jesús Nazareno, la vespertina de la Carrera -en la que salen todos los pasos procesionales de la Parroquia de Ledesma- y la nocturna de La Soledad. El Sábado Santo todo permanece desierto hasta la gran Vigilia Pascual de Santa María la Mayor en la medianoche, que tendrá su eco en la Procesión del encuentro del Domingo de Resurrección. En esta época, también se realiza el Bolsín Taurino de Ledesma, en el que las jóvenes promesas del toreo se someten a sus primeros juicios y valoraciones de un jurado profesional.
  • En el Lunes y Martes de Aguas, el lunes y martes posteriores a la Octava de Pascua, los ledesminos hacen platos típicos y se esparcen por los parajes campestres aledaños a Ledesma, especialmente por el Puente Mocho, para pasar el día en familia y amistad. Esta tradición es eco de la alegría que se producía por el fin del ayuno y abstinencia de la cuaresma y sobre todo por la permisión de vuelta de las prostitutas, 50 días después de ser sacadas de la Villa para velar por la abstinencia de los cristianos.
  • En mayo, con la llegada de la primavera las festividades se suceden; desde el Jueves de la Ascensión en el que se rememora los antiguos mercados de ganado con muestras agropecuarias y con una de las mejores ferias agroalimentarias de Castilla y León en la zona de la Fortaleza y el Castillo, pasando por las comuniones de Pentecostés y la festividad de la Virgen de la Salud en el Barrio de los Mesones.
  • En junio llegan las fiestas grandes de Ledesma, el Corpus Christi. Las calles del Casco Antiguo se engalanan con bordados en los balcones y tomillo y romero por las calles; 7 días de fiestas ininterrumpidas que tienen su centro político en el Pregón del miércoles, su culmen religioso en la Misa y procesión con la carroza de plata y oro del Santísimo Sacramento de 1719 por las calles de la Villa y su explosión popular en el viernes, sábado, domingo y lunes, en los que el protagonista indiscutible es el toro, basado en los espantos. Jinetes a caballo trasladan a los toros desde un paraje hasta la Plaza de Toros para su lidia, pero los jóvenes del pueblo tratan de impedirlo. Esto junto con las corridas de toros, los rejones, y las vaquillas configuran una de las más grandes fiestas taurinas de Castilla y León.
  • En julio y agosto, con la llegada de los ledesminos veraniegos, las actividades se suceden semana tras semana en un ambiente festivo y cultural y una gran oferta nocturna. Hay dos momentos fundamentales: el domingo después del 16 de julio se celebra la festividad de la Patrona de Ledesma Nuestra Señora del Carmen, subida desde la Ermita hasta la Iglesia de Santa María la Mayor para hacer su novenario y su fiesta mayor. El primer fin de semana de agosto es la festividad del minicorpus, las fiestas de verano, en las que se vuelve a retomar el ambiente taurino con los encierros de vaquillas y las corridas de toros.
  • Septiembre se inicia con las ferias, recordatorio de las antiguas ferias de ganado, en las que de manera representativa se muestra lo más selecto de la maquinaria agrícola y ganadera del mercado y algunos de los mejores ejemplares de la dehesa charra. Así, como se realizan juegos infantiles, cabezudos...
  • En octubre, con la llegada del frío, la única festividad se reserva a la Virgen del Pilar, con las celebraciones del Cuerpo de Guardia Civil y Correos de la Villa.
  • Noviembre se inicia con la festividad de Todos los Santos y la degustación de los dulces típicos, como los buñuelos de viento o huesos de santo.




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