VILLACARRILLO (Jaen)

 





VILLACARRILLO


Villacarrillo es una localidad de la provincia de Jaén, dentro de la comunidad autónoma de Andalucía, situada en la parte suroccidental de la comarca de Las Villas y que cuenta con una población de 10.344 habitantes comprendida entre los núcleos de Villacarrillo, Mogón, La Caleruela, Agrupación de Mogón y Arroturas. 
Villacarrillo situado en el centro-este de la provincia cuenta con dos zonas orográficas bien diferenciadas. Por un lado la Campiña, que da nombre a los habitantes del núcleo urbano “Campiñeses”, y que se extiende por el extremo oriental de la comarca de La Loma, ocupando la mayor parte del término. Por otro lado la zona de la Sierra de las Cuatro Villas, y que forma parte del conjunto orográfico del Parque Natural Sierra de Cazorla, Segura y las Villas.
La economía de Villacarrillo está basada casi en exclusiva en el cultivo de la aceituna. Hasta los años setenta del siglo XX el cultivo de las olivas, era importante pero se alternaba con otros como el cereal o la vid, pero a partir de entonces un mar de olivos ha inundado la loma de Úbeda. Villacarrillo posee la fábrica de mayor capacidad diaria de molturación de aceituna y por consiguiente de producción de aceite de oliva​ del mundo, perteneciendo a la denominación de origen más grande de Europa: "Campiñas de Jaén".


Su nombre primigenio fue el de "Aldea o Torre de Mingo Priego"; el actual nombre lo debe al religioso Alonso Carrillo, que fue nombrado Arzobispo de Toledo en 1445 y le otorgó categoría de villa en una cédula fundacional fechada el día primero de septiembre de 1449, confirmada posteriormente por el rey Juan II de Castilla el día primero de enero del siguiente año 1450 y por los Reyes Católicos el 25 de enero de 1498, separándose así Torremingo de la antigua villa de Iznatoraf, entonces cabeza jurisdiccional de la comarca, la entonces Aldea de Mingo Priego.
A pesar de la ausencia de investigaciones arqueológicas que determinen científicamente el alcance de la antigüedad de la ocupación humana, la riqueza arqueológica, tanto en el número de asentamientos como en la envergadura y calidad de los restos encontrados, permiten remontar la historia de Villacarrillo bastantes siglos atrás. Así, han aparecido numerosos instrumentos líticos, como hachas neolíticas, calcolíticas y lápidas funerarias de diferentes épocas históricas.
Los asentamientos íberos y romanos en esta población alcanzaron un alto grado, como demuestran objetos tales como el Tesoro de Mogón, repleto de monedas romanas y joyas de plata, la pátera de plata con la cabeza de Medusa del siglo II a. C., la estatua del dios Mercurio, en bronce dorado, la Esfinge alada, de origen fenicio, o el mosaico romano de Teatino.
En el siglo X se alzaba, en lo que hoy es la torre de Vandelvira, una imponente fortaleza. El walí y alcaide de Iznatoraf guardaba desde tal atalaya el valle del Alto Guadalquivir.
En 1235, Fernando III el Santo, rey de Castilla, con la ayuda del arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada, conquistó la plaza fuerte de Iznatoraf, hasta entonces en poder musulmán, y sus tres fortalezas de avanzadilla, las actuales poblaciones de Villacarrillo, Villanueva del Arzobispo y Sorihuela del Guadalimar. La villa de Iznatoraf era considerada prácticamente inexpugnable; más aún al contar con dos fortalezas a la falda del monte para otear peligros que pudieran llegar tanto del Norte como del Sur. En dirección Norte, la atalaya daría origen a la aldea de La Moraleja, actual Villanueva del Arzobispo, celosa vigilante de la amplia faja de terreno que va desde el pie del cerro hasta la loma de Chiclana. Al Sur del alto cerro, se asentaba otra fortaleza, la actual Villacarrillo que, por su privilegiada equidistancia entre dos ríos, dominaba por levante y por poniente las cuencas del Guadalquivir y del Guadalimar.
Junto con los términos de Cazorla, Quesada, La Iruela..., se organizó con la denominación de Adelantamiento de Cazorla, dependiente del Arzobispado de Toledo. Los arzobispos de Toledo fueron los señores de esta comarca, por delegación del rey de Castilla. Les correspondía la facultad de dictar normas, cobrar tributos y administrar justicia. Entre los vasallos y el arzobispo, se encontraba el Adelantado, nombrado por éste como representante de su autoridad, con residencia en Cazorla, capital del Adelantamiento.
El gobierno de la torre o fortaleza se encomendó al caballero conquense don Mingo de Priego, su primer alcaide, que le dio su nombre, siendo conocida como Chozas de Mingo Priego, Aldea de Mingo Pliego, Muño Pliego, Torre de Mingo Priego, etc. En torno ha dicha fortaleza fueron poco a poco levantándose las edificaciones de un nuevo poblado, anejo de Iznatoraf. El territorio reconquistado se pobló con castellanos, leoneses, navarros y vascos, cuyos linajes perduraron al amparo de numerosas vinculaciones y mayorazgos de hidalguía.
Con la integración de Iznatoraf en el señorío jiennense de los arzobispos de Toledo, concluye el periodo de conquista y formación del Adelantamiento de Cazorla, empezando a partir de estos momentos la activa participación de las villas del Adelantamiento en la frontera con el reino de Granada.
Villacarrillo desde su origen perteneció en lo administrativo, que no en lo eclesiástico, al señorío de la mitra toledana sobre el llamado Adelantamiento de Cazorla.
Sobre la cautividad de la actual Villacarrillo (en el momento dependía todavía de Iznatoraf) en el reino moro de Granada en 1452, existe una prueba que da el espaldarazo definitivo a la autenticidad de tal hecho, según consta en el Archivo Histórico Nacional. Se trata de una copia facsímil de las inscripciones correspondientes a los cautivos que sobrevivieron hasta 1499. Los que en la cautividad fueron Helél, Alazaraque, Mançor, Moeliz, Bexiz, Alia, Omarfata, Hyrbil, Nexma, (con estos nombres figuran en las nóminas) habrían fallecido durante los cuarenta y siete años transcurridos. Fueron testigos directos de la toma de Villacarrillo por los musulmanes y la cautividad de la población.


El rey Fernando III hizo donación al arzobispo toledano D. Rodrigo Jiménez de Rada en 1246, la villa de Iznatoraf, en premio de los “lazeríos (trabajos y fatigas) et por las misiones que fizo et face en aquellos lugares”, donación confirmada en 1.252, “con todas sus aldeas y términos, poblados y por poblar...” cuando era arzobispo de Toledo D. Sancho, hijo del Rey San Fernando. El territorio reconquistado se pobló con castellanos, leoneses, navarros y vascos, cuyos linajes perduraron al amparo de numerosas vinculaciones y mayorazgos de hidalguía, definitivamente asentados en esta faja territorial de La Loma.
Con este ambiente bélico entre los propios bandos cristianos, las razzias moras se recrudecieron, y en el otoño de 1.452 se produce la incursión del rey moro Muhammand IX el Zurdo, reduciendo a cautividad a la mayoría de los vecinos de la Torre de Mingo Priego.
El crecimiento e importancia de la población fueron aumentando, hasta que el arzobispo Carrillo se decidió a hacerla villa independiente en 1449, dándole su nombre y escudo: “un castillo dorado en campo colorado con puertas y ventanas azules, según que el dicho arzobispo las tenía en sus armas”.
Al quedar sometida Granada, desapareció la frontera y disminuyó la importancia del Adelantamiento. Otras costumbres y un nuevo estilo de vida hicieron nace un nuevo carácter y disposición en sus habitantes...
Al final de la Edad Media, estabilizada la marca fronteriza con el Reino de Granada en la sierra de Mágina, llega para la comarca jiennense de Las Cuatro Villas un periodo de tranquilidad que permite su desarrollo económico y social a lo largo del siglo XV, continua imparable en el siglo XVI y alcanza su cenit cuando, a partir de las roturaciones de dehesas y baldíos, su riqueza, cereal y olivar, obtienen un formidable desarrollo, al mismo tiempo que conservan su riqueza ganadera, especialmente ovina.
A ello también coopera su especial emplazamiento geográfico: es la tierra de paso hacia el Levante español desde las ricas comarcas de la Loma y el Condado, y a la vez desde las serranías de Segura y de la Grana, de Génave y Siles y Orcera hacia Andalucía. Todas estas circunstancias convierten a la comarcas de las Cuatro Villas en un centro comercial de muy especial desarrollo. Sus ferias y mercados tienen un área de influencia sobre la zona que ocupan, atrayendo a ellas mercaderes y trajinantes de los más diversos lugares y mercaderías, bien para venderlas o comprar las que aquí se producían. (Aceite, lanas, miel, etc.).
A mediados del siglo XVII se está viviendo, en lo administrativo y político, la última etapa del Adelantamiento de Cazorla; se revitalizan las cofradías, en especial la del Santo Cristo de la Vera-Cruz y las del Santísimo Sacramento; se organiza el Archivo parroquial, según la disposición del Sínodo de Moscoso y Sandoval; se acrecentaron las fundaciones de capellanías y otras obras pías; la recaudación de fondos para las obras del nuevo Santuario del Cristo de la Vera Cruz experimentó notable aumento; se restauró la iglesia conventual de Santa Isabel de los Ángeles de religiosas clarisas.
Otras de las mercedes que los villacarrillenses deben al cardenal Moscoso, en 1645, fue la reconstrucción del templo conventual de Santa Isabel de los Ángeles. Nos dice Ximena Jurado: «Mandó a expensas suyas y con sus acémilas, construir la Iglesia de Santa Isabel de los Ángeles, por hallarse la capilla que tenía en mal estado y amenazado de ruina. Además de dotar de huerto para dicha comunidad (religiosas franciscas de Santa Clara) que amplió y ultimó. Puesto su escudo de armas en la portada de la iglesia, lo ordenó quitar, poniendo en su lugar la Cruz, que debía presidir encima de la clave».
En 1676 se produce la traída de campanas, dotando la esbelta torre de Vandelvira con un campanario de sonido excepcional, en cuyo fundido (según tradición pulular) se incluyen muchas piezas de plata donadas por los villacarrillenses. En 1752 se constituye la Comisión Local para las operaciones de establecimiento de la Única Contribución que en la villa se constituyó a fin de cumplimentar el llamado Catastro del marqués de la Ensenada. Este catastro, fuente inagotable de datos para el estudio del siglo XVIII, fue mandado realizar por don Zenón de Somodevilla, después marqués de la Ensenada. Riojano y de modesta familia de hidalgo, tenía a su cargo el despacho de Guerra, Indias y Hacienda. El catastro de Ensenada contabiliza para Villacarrillo una población de 821 vecinos, distribuidos en 651 casas.
El 16 de febrero de 1892 se constituyó en los Valles de Villacarrillo, según expresión masónica, el Triángulo Fuente del Progreso, bajo los auspicios de la Logia Regeneradora de Beas de Segura, constituida en la Federación del Gran Oriente Español.
El convento del Santo Cristo quedó casi derruido en 1812 y reparado en 1815, fue derribado pocos años después, como consecuencia de la exclaustración liberal.
A principios del siglo XIX estuvo Villacarrillo ocupado militarmente por las tropas napoleónicas. La ocupación duró dos años y medio: desde enero de 1810 hasta septiembre de 1812. El 24 de octubre de 1810 fue abatido aquí el brigadier don Antonio Osorio Calvache, esforzado militar español que mandaba las guerrillas de patriotas que operaban por esta parte, a las órdenes del general Blake.
La urbanización y empedrado de las calles se llevó a cabo en 1.844-45. Tenía entonces la villa, según Madoz, 4.500 habitantes, 828 casas de tres pisos, 20 calles, una plaza y cuatro plazuelas.
Fue Alfonso XII quien otorgó el título de ciudad a la por aquel entonces villa de Villacarrillo “...en consideración a la importancia que por el aumento de su población ha logrado alcanzar...” (Gaceta de Madrid. 12 de mayo de 1877); el 8 de mayo de 1877, D. Francisco Romero Robledo, a la sazón Ministro de la Gobernación, firma el Real Decreto por el que se concede a Villacarrillo el título de Ciudad, Real Decreto ratificado por Alfonso XII y publicado en la Gaceta de Madrid de 12 de mayo de 1877.


Visitar Villacarrillo es recorrer una ciudad que ha sabido ser consecuente con su historia y con su pasado. Recorriendo desde sus amplias y transitadas calles, hasta aquellas más recónditas y solitarias, podemos encontrar grandes mansiones señoriales, modernas construcciones, importantes construcciones religiosas y hasta edificios solariegos cargados de Historia, todo bajo la mirada de la torre del templo de La Asunción, obra de Vandelvira que cautiva y vigila la ciudad.
Su enclave en la loma, rodeada de un auténtico «mar de olivos» y flanqueada por la Sierra de Las Villas, parte del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, hacen que esta ciudad sea un referente internacional, ya que Villacarrillo es actualmente el mayor productor mundial de Aceite de Oliva y es la puerta de entrada al segundo Parque Natural más grande de Europa. A su paso, el río Guadalquivir y sus afluentes: el Aguascebas grande y chico, riega todo su territorio junto con el río Guadalimar, frontera natural con la Comarca del Condado.
Villacarrillo huele a olivar, a campos de cereales, a restos arqueológicos, a pastos de coníferas y al hermoso paisaje que comparte a medias con el Parque Natural Sierras de Cazorla Segura y las Villas. Abran la maleta a un municipio que se deja modelar por casas solariegas del siglo XIX, calles irregulares, casas historicistas y una arquitectura de diez, cuando asoma la cara en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en la iglesia de Santa Isabel de los Ángeles, en la plaza de España o en la Fuente de los Caños. Nada como respirar su arte más albañil en la calle de la Feria, pues emana a bocanadas de la Casa del Cardenal Benavides, de la Casa de los Millán Valderrama, de la Casa de la Inquisición, de la Casa Poeta Pastor, etc.


Comenzamos nuestro recorrido en la Plaza Serrano San Martin donde podemos contemplar una de las muchas casas señoriales que posee la villa. Esta tiene la fachada de piedra vista y balcón monumental con clave decorativa con pináculos y escudo sin tallar con capucha. Ademas posee una rejería artística con la Cruz de Santiago en el primer piso y sobre esta una venera tallada en piedra.


Desde la plaza continuamos por la calle Velazquez para dirigirnos hacia la Plaza de la Constitucion. En nuestro caminar podemos contemplar en la esquina de un edificio de lo que fue una antigua posada uno de los muchos legados arquitectonicos que dejo Andres de Vandelvira en la villa como es un Balcon Vandelviriano y ademas un pasaje que pasa sobre un callejón que une la Calle Ministro Benavides con la Calle Velázquez. El balcon es una ventana adintelada con un parteluz rematado por un frontón triangular con un escudo y pináculos en los laterales. Asimismo nos cuenta la tradicion que por esta lugar descansaba San Juan de la Cruz a su paso por la villa. Según cuenta la leyenda, la actual “Plaza de España” fue el lugar en donde san Juan de la Cruz se detenía a descansar en sus viajes hacia o desde Baeza, con destino a La Fuensanta o Sabiote, como lugares en los que hubo fundación carmelita, pues san Juan de la Cruz, cuando caminaba lo hacía por el motivo de su oficio y este se circunscribía a las ciudades en las que hubiera convento de frailes o de monjas o, como fue en algunos casos, de incipiente fundación.
Estas actividades las compaginaba siempre con la predicación. La ciudad de Villacarrillo vio su paso entre los años 1579 y 1588, prácticamente en toda su permanencia en Andalucía y con toda seguridad fueron numerosas las ocasiones en las que sus habitantes de entonces oyeron su prédica y, sobre todo, cuando coincidiera con las celebraciones del Corpus Christi, de tan honda tradición en esta ciudad.
Aún podemos contemplar una ventana que evoca la presencia de San Juan de la Cruz y que, según la leyenda, perteneció a la posada que en varias ocasiones del sirvió de albergue.
Son diversas las iniciativas en el estudio de la presencia de San Juan de la Cruz en Villacarrillo, lo dicho hasta ahora son parte de estos estudios. El Pasaje de San Juan de la Cruz nos habla también de su presencia, así como de otros vestigios cada día más valorados en esta hermosa ciudad.





Llegamos a la Plaza de la Constitucion tambien llamada de los Caños, centro de la vida social de la villa, donde podemos contemplar el edificio del Ayuntamiento. Este ha sido lugar de encuentro y celebraciones en las fiestas locales, celebrándose importantes actos anualmente como son el Día de la Constitución, Día de Andalucía, verbenas, reconocimientos…y antiguamente los tradicionales encierros de reses bravas. La plaza ha sufrido diversas transformaciones a lo largo de su historia, pasando a ser Plaza de los Caños, los leones o la actual Plaza de la Constitución… La plaza esta presidida por una fuente de piedra rodeada de barbacanas para el descanso. La fuente fue construida en 1988 y consta de un solo caño que cae a una pila circular. Esta pila está soportada por cuatro caras barbadas, con el año de construcción en relieve debajo de ellas.
El Ayuntamiento es un edificio de estilo neoclásico construido en el siglo XIX. Articula su alargada estructura en torno a un cuerpo central donde se alinean la puerta principal, un balcón de hierro colado, el escudo municipal, el reloj y una airosa espadaña. Del edificio no se sabe la fecha exacta de construcción, aunque en la campana mayor existe una inscripción según la cual se instaló en 1865. Se compone de tres plantas, separadas por molduras, y balcones adintelados. En el primer cuerpo se encuentra la puerta de acceso y unos vanos adintelados, en el segundo cuerpo encontramos el balcón presidencial y en el tercero se sitúa el reloj y una cartela con el escudo Real añadida en 1955 por el arquitecto Ramón Pajares, además de unas galerías con arcos de medio punto. El conjunto se remata con una espadaña. De las fachadas laterales destaca la de la plaza, con el balcón principal coronado con el escudo de la ciudad. En sus dependencias estuvo la antigua cárcel del partido judicial hasta finales del siglo XIX.





Continuamos nuestro recorrido rodeando el edificio del ayuntamiento por la calle Quevedo hasta que finalmente llegamos a la calle Maestro Benavides. Las casonas y palacios de la calle Ministro Benavides es otro de los máximos exponentes de la arquitectura neoclásica de Villacarrillo, a la que hay que sumar un gran número de edificios y viviendas edificadas entre finales del siglo XIX y principios del XX. Muchos de los inmuebles pertenecen a la renovación arquitectónica de la provincia de Jaén en los años finales del siglo XIX, siendo representativa de las residencias urbanas vinculadas a las actividades fabriles de tipo agrícola relacionadas con la transformación de la aceituna y el cereal.
Uno de esos inmuebles fue construido a finales del siglo XIX a instancias del entonces su propietario Matías Pastor y García sobre un edificio anterior, probablemente del siglo XVIII, del que todavía quedan elementos estructurales en la zona trasera. La remodelación de su residencia familiar consistió fundamentalmente en la aplicación de la nueva fachada y de las dependencias interiores.
El inmueble se configura como un volumen rectangular de gran profundidad que conjuga la doble funcionalidad de casa urbana residencial en las primeras crujías y factoría agrícola rural en las estancias situadas tras el patio, carácter que viene determinado por su ubicación, ya que se encuentra en el borde septentrional de la población.
La fachada, el elemento de la casa más destacado por el equilibrio de sus ornamentos y el labrado de la piedra que la compone, es de cantería perfecta de estilo modernista. Presenta dos plantas y sótano ventilado por cuatro ventanas de buena forja. En la primera planta la puerta principal, de vano adintelado, se encuentra centrada y flanqueada por columnas estriadas con capiteles de estilo modernista, apoyadas sobre el zócalo y con el vano coronado por un frontón semicircular decorado mediante tacos, en cuyo centro aparece un medallón con las iniciales MP (Matías Pastor) entrelazadas y labradas. A ambos lados se abren cuatro grandes ventanales adintelados, dos a cada lado, con pretiles de hierro colado abalaustrados y flanqueados por pilares estriados con capiteles similares a los de la portada. En la planta superior se abren cinco balcones que apoyan sobre ménsulas, con pretiles de hierro colado y con vanos adintelados flanqueados por pilastras, con las mismas características que los de la planta baja aunque coronados con frontones semicirculares. Se remata la fachada con una cornisa decorada con motivos vegetales sobre la que apoya un pretil de piedra tallada que impide ver el tejado.
El interior, de menor relevancia, es fiel reflejo de una casa burguesa del siglo XIX. Se accede a través de un amplio vestíbulo al que se abren las habitaciones y la escalera de acceso a la segunda planta que repite la misma distribución. En la zona trasera se configura un patio ajardinado que comunica con la construcción dedicada a las labores agrícolas, probablemente resto de una edificación anterior del siglo XVIII. Estas dependencias traseras conservan todavía la antigua maquinaria para la producción aceitera y el almacenamiento del aceite y tras ellas se abre un segundo patio, de grandes dimensiones y con maquinaria pesada, cerrado a la calle por un muro de cantería. En este cuerpo los huecos en conjunto no presentan carpintería ni cierre alguno y el mantenimiento de las paredes y muros es escaso.


Al final de la calle llegamos a otro de los puntos de interés de la villa como es la Plaza de España. Esta singular plaza se sitúa en la confluencia entre las Calles Prior Pellón, Calle Ministro Benavides y Calle de la Feria (Antigua Corredera), y supone la entrada al casco antiguo de la localidad. Junto a ella podemos observar palacetes como el del Comendador o el de Marcos de Pellón y Crespo, que en la actualidad están ocupados en parte por la comunidad de Mercedarias de Santísimo Sacramento y se encuentran restaurados y habilitados. Ubica en sus dependencias la guardería temporera y una pequeña capilla de la orden. La fachada se divide en cuatro cuerpos. En el primer cuerpo encontramos la puerta de acceso con dos vanos, el segundo y tercer cuerpo lo ocupan balcones de arco de medio punto y el cuarto lo ocupan tres óculos. Rematando el conjunto encontramos un cuerpo de azotea con vidrieras y un cuerpo de espadaña de ladrillo rojo.  
Según cuenta la leyenda, este fue el lugar elegido por San Juan de la Cruz para descansar y reponer fuerzas en su camino hacia Baeza. En el centro de la plaza podemos contemplar un monolito piramidal dedicado a la Santa Cruz.




Desde la plaza continuamos por la calle Prior Pellon que nos lleva al inicio del Paseo del Cristo. Este es desde principios del Siglo XX el lugar principal de esparcimiento y reunión de los vecinos y vecinas de Villacarrillo, en él han tenido lugar desde antaño los eventos más destacados en la localidad. Desde su construcción ha sufrido importantes remodelaciones para adaptarse a la evolución de la ciudad, pero siempre ha mantenido su amplio corredor central y los jardines laterales, así como las luminarias de la entrada desde los años 30. 
En el paseo podemos contemplar la fuente de mayor dimensión de la localidad. Consta de dos tazas que vierten su agua la una sobre la otra. La más pequeña está decorada con peces. Llama la atención el juego de luces y agua que tiene, sobre todo en la época estival. La fuente está cercada por un pequeño jardín.




Desde el paseo volvemos de nuevo a la plaza de España para desde esta continuar nuestro recorrido por la calle de la Feria, antiguamente calle de la Corredera. Durante la segunda mitad del siglo XIX en Villacarrillo se consolida una burguesía agraria que propició una interesante arquitectura ecléctica e historicista a partir del eje de la calle La Feria. En ésta se encuentra la casa del Cardenal Benavides, la de los Régil y la vivienda de los Rubiales. Son estos sólo algunos ejemplos del conjunto de casas solariegas que se pueden descubrir en el recorrido por esta calle. 
Frente a la sobriedad de las edificaciones, fundamentalmente residenciales, que conforman la calle Feria, sobresale como interesante edificación ecléctica de principios de siglo XX el edificio de la Casa de los Pellones que parcialmente esta ocupado por la Casa de la Juventud de Villacarrillo. El edificio esta compuesto por sótano, planta baja y primera planta. Los balcones del primer piso estan coronados con frontón triangular con decoración de concha en su interior. Los vanos de la planta baja con concha decorativa en la clave de su dintel y la portada adintelada con la siglas C P en su clave.
Otro edificio destacable es el que actualmente alberga los juzgados de la localidad. El edificio, del que solo se conserva la fachada, es un ejemplo más de arquitectura domestica de la burguesía de la segunda mitad del siglo XIX. Se compone de sótano, planta baja y dos pisos. Presenta nueve calles, con balcones volados, recercados en piedra, con arco rebajado y clave adornada, que se superponen en cada planta. Tiene dos puertas: la principal, con vano y arco de medio punto con clave decorada, y otra accesoria más separada.
Lo mandó construir Celso Pellón y Crespo, alcalde en 1893, casado con María Gracia Núñez de Villavicencio y Gea. Tras su muerte la finca se adjudica, en 1909, a su hija Bárbara, esposa de César Fernández de Gamboa y Pruneda.
En 1936 el Ayuntamiento compra el edificio principal, destinándolo a vivienda de funcionarios municipales. En 1939, el alcalde José Montejo adquiere el resto de la casa para destinarla a cuartel de la Guardia Civil (por detrás linda con la calle Ministro Benavides). Aquí permanecerá hasta la inauguración del nuevo acuartelamiento, junto al parque del Santo Cristo, en 1954. En 1961, con el alcalde José Coronado, se arrienda la planta baja para Juzgados, y en la parte trasera se instala la oficina de telégrafos, que más tarde pasaría a ser otra dependencia judicial; como la clínica médico forense.
En 1982, siendo alcalde Eduardo Claverías, la finca se cede a la Dirección General del Patrimonio del Estado. Dos años después el Ministerio de Justicia la inscribe, a título de donación, para construcción de Juzgados. En 2001 la titularidad pasa a la Comunidad Autónoma Andaluza.
La puerta principal conserva aún labrados los escudos de los apellidos Pellón y Núñez de Villavicencio. Y en la reja del tragaluz que hay sobre la misma se pueden ver las iniciales “PJ” (Palacio de Justicia); que es una trasformación de las antiguas “CP” (Celso Pellón).
Entre sus dependencias existía una pequeña capilla, cuadrangular, de estilo renacentista, con bóveda de media naranja adornada de yeserías (en ella estuvo el archivo del Registro Civil). Su primera restructuración integral se gestionó con el Juez Baltasar Garzón en 1982.





Continuamos por la calle Feria y nos encontramos mas casas como el Palacio del Cardenal Benavides, un edificio del siglo XIX considerado de alto valor, con dos plantas de altura y marcado carácter modernista y ecléctico en su concepto arquitectónico en cuyo interior, destaca la escalera y la chimenea de la entrada, donde también, es notable la decoración de los antepechos de las ventanas bajas y de los balcones siendo hoy en dia la sede de la Biblioteca Municipal, y la Casa de los Regil que se podría datar en la primera mitad del siglo XVII, aunque fue reformada en 1846. Hasta mediados del siglo XX, perteneció a la familia Régil. En la fachada principal se pueden observar los escudos, labrados en piedra, de los linajes Régil Donesteve y de los Manjón, entre otras varias mas.



Giramos a la izquierda por la calle Vandelvira hasta que llegamos a la Plaza Juan XXIII donde vamos a contemplar edificios como la iglesia de Nuestra Señora de la Asuncion, la Casa de Vandelvira, la entrada a un Refugio Antiareo de la Guerra Civil y un Busto de Andres de Vandelvira. En uno de los laterales se puede ver un pozo con vidriera. La fuente se encuentra en el frontal de las escaleras de acceso a la iglesia. Consta de tres vigas alargadas que vierten su agua de una a otra hasta caer al pilar principal hecho en piedra.



El edificio donde vivió Andrés de Vandelvira según recoge su testamento es una casa solariega cuyo origen estaría en torno a principios del siglo XVI. Consta de un patio interior, dos pozos de piedra y dos parras centenarias, con bodega y tinajas para almacenar el vino, y un pajar donde se acopiaban de trigo y cebada. El patio albergó una casa de postas, con cuadras para los caballos y tres casas más de vecinos. Además, Vandelvira poseía varios inmuebles más y algunas fincas rústicas. 
Los Refugios de la Guerra Civil son de carácter antiaéreo y disponían de tres entradas: una en la plaza del Pozuelo, otras desde la calle Iglesia y una tercera en el muro norte del antiguo mercado de abastos. Presentan una longitud de 287 metros y discurren en su mayoría por debajo de la Parroquia de la Asunción. Las galerías, de forma abovedada, tienen una altura de 2 metros por 1,20 de anchura. A lo largo del techo unos boquetes de 40 cm. sirvieron, mediante unos tornos, para extraer la tierra excavada que era amontonada en el templo.
La misión del refugio era preservar de posibles ataques aéreos, lo que no llegó a ocurrir en Villacarrillo. No obstante, se colocaron sirenas y se establecieron turnos de vigilancia en la torre del campanario de la iglesia, con el fin de avisar de algún peligro. Las campanas fueron fundidas para servir como armamento y munición.


La huella del Renacimiento Andaluz tiene en la ciudad de Villacarrillo un referente en forma de patrimonio arquitectónico religioso emparentado directamente con Andrés de Vandelvira. La historia de Villacarrillo, como emplazamiento, hunde sus raíces en la Edad Media como enclave vigía que, tras la conquista castellana (1235), comienza un desarrollo urbano de traza medieval reconocido en las fuentes modernas como “Torre de Mingo Priego”, el cual tendrá su máxima expresión mediado el siglo XVI con la construcción de la iglesia de la Asunción erigiéndose esta, desde entonces, en centro neurálgico del casco histórico de una Villa que tomará en 1449 el nombre de Villacarrillo a tenor de los privilegios conseguidos por el arzobispo toledano Alonso Carrillo de Acuña.
El refrendo de la cédula fundacional de los Reyes Católicos a Villacarrillo en 1498 será el punto de inflexión en la trayectoria histórico artística del municipio, cuyo primer exponente se deja sentir en los planteamientos gótico isabelinos del proyecto original de la iglesia de la Asunción, trazas sobre las que el arquitecto Andrés de Vandelvira impondrá su particular decálogo arquitectónico renacentista, aún hoy visible y reconocible.
La iglesia de la Asunción representa la monumentalidad propia de proyectos arquitectónicos fraguados en los albores de una Edad Moderna que supo recoger planteamientos artísticos de un gótico tardío para someterlos a una nueva estética clásica en la que aquellos maestros, que la historiografía alude como “Águilas del Renacimento”, dejarían su impronta. El templo villacarrillense obedece a unas trazas de planta basilical con tres naves separadas por esbeltos pilares sobre los que se presenta una sucesión de bóvedas baídas dejando sentir la pervivencia del Medievo en los arcos apuntados y bóvedas de terceletes que separan dichas bóvedas y cubren capillas laterales respectivamente.
La ligereza y esbeltez interior contrasta con un aspecto exterior castrense en el que rompe una esbelta torre campanario con cuerpo superior ochavado, adosada esta a una de las dos portadas con la que actualmente cuenta el templo, concretamente la portada de estilo plateresca. Esta se presenta cobijada en un gran arco solio carpanel con casetones sobre el que se levanta una galería con antepecho calado y triple arco rebajado. La monumentalidad de esta fachada contrasta con la sobriedad y rigor clasicista contemporáneo de la portada norte cuyo resultado actual es fruto de varias intervenciones realizadas a finales del siglo XIX por el arquitecto J. Porrúa Moreno.
El interior del templo presenta un boato artístico religioso manifestado en las portadas manieristas de acceso a la sacristía y antesacristía, el camarín Barroco del Cristo de la Veracruz, cubierta de presbiterio, retablo mayor, capillas laterales y especialmente en el programa pictórico representado en las bóvedas de la nave central y Epístola. Especial mención merecen las citadas pinturas renacentistas realizadas a finales del siglo XVI y atribuidas a Pedro de Raxis, Gabriel Rosales y Diego de Ledesma las cuales presentan un programa iconográfico centrado en pasajes del antiguo testamento y ángeles músicos en la nave central, siendo el tema pictórico religioso más amplio el de la nave lateral, alternando representaciones de mártires y otros iconos religiosos de eminente influjo renacentista.
Todo el conjunto artístico interior le confiere un aspecto catedralicio justificándose como una de las principales construcciones realizadas por Andrés de Vandelvira, en palabras de Chueca Goitia “construcción sencillamente excepcional y, sin duda, la mejor iglesia de Vandelvira, si descontamos las obras cumbres de Jaén y Úbeda”. La especial relación de Andrés de Vandelvira con Villacarrillo, y con su iglesia, queda de manifiesto en el trabajo que en ella realizaron maestros canteros como García Garrido y Martín Sánchez y artistas de su círculo personal más inmediato entre los que podría encontrarse, Alonso Barba, Pedro y Alonso de Regil y su propio suegro, Francisco de Luna.
Declarada Monumento Nacional el 3 de junio de 1931, la iglesia de la Asunción de Villacarrillo es el ejemplo de un modelo de aprovechamiento cristiano de espacios estratégicos y defensivos islámicos fundamentales en el contexto de conquista medieval castellana, los cuales supieron aprovechar, siglos después, la voluntad y mecenazgo artístico de los Reyes Católicos por el desarrollo de ambiciosos proyectos arquitectónicos religiosos capitaneados por grandes maestros.




La casa del cura se encuentra justo al lado de la puerta principal de la Iglesia de la Asunción y es la residencia habitual del párroco de la iglesia. Se accede a ella a través de una puerta adintelada con motivos geométricos decorada con un frontón rebajado y coronado con una hornacina enmarcada en pilastras con frontón partido y pináculos laterales.
Asimismo podemos contemplar tambien el edificio del Centro Parroquial cuya fachada se divide en dos cuerpos. Se acede a él a través de una puerta adintelada en la que encontramos una inscripción, sobre éste un balcón con arco apuntado a la manera gótica y rematando el conjunto, un tercer cuerpo que alberga un vano apuntado similar al anterior con el escudo de la ciudad.
Y finalmente situada en los aledaños de la Iglesia de La Asunción podemos contemplar la Fuente de los Caños. Ésta fue mandada construir en 1920 para conmemorar la traída de aguas desde la fuente de Guíjara e instalada inicialmente en frente del ayuntamiento. Posteriormente fue remodelada y emplazada en su nueva ubicación.




Desde aqui continuamos por la calle Conrado Blanco que nos lleva a la Plaza Alforjas para la Poesia, un pintoresco rinconcito en los ruedos de la Parroquia de la Asunción que siendo D. Ramón Poblaciones Román alcalde de Villacarrillo, se acordó unánimemente rotular con el nombre Alforjas para la Poesía, siendo una de las plazas más insignes de Villacarrillo. Se reconocía así la labor de un grupo de pregoneros con los que siempre ha contado la festividad del Corpus de Villacarrillo.


Desde la plaza cogemos la estrecha y empinada calle Repullete donde podemos contemplar el edificio de la Casa de la Inquisicion. Se trata de una edificación en tres plantas cuyo interior está completamente modificado respecto a la estructura original. Debió construirse entre los siglos XVI y XVII. Se conserva su original fachada incluyendo la rejería, y la subida de escaleras, ornamentada por varios escudos del Santo Oficio de la Inquisición y una cruz ponteada. Descartado que entre sus paredes se diera tormento y suplicio a los reos acusados de delitos contra la fe, la casa albergó las reuniones y debates del Tribunal de Villacarrillo y, quizás, el cumplimiento de las condenas más leves, impuestas por los tribunales provinciales.


Al final de dicha calle giramos a la derecha para descender por la empinada calle Ramon y Cajal, antigua Cuesta de las Monjas, donde al final de la misma vamos a contemplar el edificio de la Iglesia de Santa Isabel. El edificio anexo al templo fue convento de clausura hasta 1737, cárcel pública durante la ocupación francesa y, a partir de 1884, hospital al que se trasladaron los servicios del antiguo Hospital de San Lorenzo. Hoy alberga varias dependencias municipales.
Su construcción parece que comienza en torno a 1576, y así los detalles y estilo la sitúan a finales del siglo XVI y comienzos del XVII. La planta es de una sola nave (de salón) con un coro alto al final y las bóvedas de la cubierta son de medio cañón. Las pechinas de ésta cúpula poseen frescos atribuidos al villacarrillense Escudero de la Torre. El retablo, dorado, posee columnas salomónicas del siglo XVIII.
La fachada de la Iglesia de Santa Isabel de los Ángeles es de piedra con sillares irregulares con una sencilla espadaña de tres cuerpos que se levanta en el ángulo noroeste de la misma. La portada, atribuida al arquitecto Juan de Aranda y Salazar (Maestro Mayor de la Catedral de Jaén y continuador de Vandelvira), rebosa un elegante clasicismo con una hornacina en la que se encuentra la imagen de piedra de Santa Isabel, titular de la iglesia.
En esta iglesia, el 25 de agosto de 1812, se llevó a cabo el solemne acto de jura de la nueva Constitución de Cádiz, "La Pepa".


Aqui ponemos el final a nuestro recorrido por el casco antiguo de Villacarrillo, pero no termina la oferta de recursos que poder visitar en el municipio e incluso dentro de su termino municipal.
Uno de ellos es el Camarin del Cristo de la Salud que se situa en el pasaje del mismo nombre. Su fachada consta de un vano adintelado en la parte inferior a través de la cual podemos observar un pequeño altar. En la parte superior encontramos un vano de medio puto que alberga la imagen del Cristo de la Salud. El conjunto queda rematado por una espadaña. A él se accede a través de una escalinata lateral. Tras su restauración, se abrió al público en mayo del 2010.


Otro recurso para visitar es la iglesia de San Francisco de Asis. Un edificio de nueva planta construida en el siglo XX. Llama la atención el aspecto encalado de su fachada y la torre-campanario en la cual se puede apreciar la escalinata de acceso al campanario. Merece la pena reseñar de esta moderna iglesia que tiene una donación de un Sagrario, obra de Mariano Benlliure.


Fuera del casco urbano y entre un mar de olivos podemos visitar fuentes como la de la Losa y la de la Minga. La primera es un manantial de agua que antiguamente abastecia al pueblo de Villacarrillo y actualmente sirve para uso agrícola. Se trata de una fuente de agua no potable que cuenta con seis caños que casi nunca se secan, un abrevadero y a continuación una alberca construidos en 1845.
La segunda que ha sido restaurada recientemente tiene un caño y un pequeño pilar, de donde se salía el agua y discurría aguas a abajo.



Villacarrillo es prodigio en descubrimientos arqueológicos que arrojan luz sobre los sucesivos pueblos y civilizaciones que eligieron su territorio para establecerse. Muchos de ellos están concentrados en el yacimiento de Turruñuelos, donde se ha documentado la presencia humana, y de forma casi ininterrumpida, desde la Edad del Cobre hasta la época romana. Los Castellones de Mogón, lugar ubicado en la orilla derecha del Guadalquivir, han documentado la existencia de un poblado aparecido en el siglo VI a.c., De este lugar procede un relieve conocido como del Domador de Caballos. Los elementos cerámicos localizados al oeste de la desembocadura del Arroyo Del Pocico, indican que se trataría de una necrópolis. Otras construcciones interesantes son los puentes en Villacarrillo y Mogón, así como la central hidroeléctrica del Duende o el Molino harinero Huerta de la Pimienta en La Caleruela.

El Parque natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas esta situado al noreste de la provincia de Jaén con una extensión de 214.300 ha. Es el mayor espacio protegido de España y el segundo de Europa. Lo más característico de la Sierra de Las Villas es, sin duda, su paisaje. Un paisaje en el que se funden la abundancia de agua, una exuberante vegetación y formaciones rocosas que conforman relieves agrestes, con grandes pendientes, acantilados, valles encajados, barrancos, farallones, etc. El agua, a su paso por las rocas, va disolviendo la caliza y modelando el paisaje, formando las típicas estructuras kársticas de enorme interés paisajístico.
Se trata, probablemente, del último reducto virgen del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas y, con toda seguridad, de una de las zonas más espectaculares. Desde Mogón, a través de la transversal de Las Villas, es posible acceder a algunos de los parajes de mayor belleza de esta sierra, en los que pueden contemplarse bellas panorámicas de otras zonas del Parque Natural, como el valle del Guadalquivir o el Yelmo, los pueblos de La Loma e, incluso, Sierra Nevada.


Son muchos los parajes en los que podemos disfrutar de una naturaleza exuberante en el término de Villacarrillo, pero citaremos tres de ellos: El Sendero de la Osera, la Cascada de Chorrogil y el embalse de Aguascebas.
En Mogón, la Fresnedilla, es un bello paraje natural rodeado de árboles. Allí se encuentra el Centro de Divulgación Astronómico de La Fresnedilla, que pretende introducir al visitante en las distintas técnicas y medios de observación astronómica.
Son muchas y muy variadas las actividades al aire libre que se pueden realizar en el término de Villacarrillo, y más concretamente en los parajes naturales de la Sierra de Las Villas. Se trata de un lugar único para la práctica de actividades deportivas debido a las características particulares de sus parajes. El senderismo es, quizá, la actividad más practicada.
El montañismo es otra de las actividades mas extendidas entre los visitantes al Parque Natural, aprovechando las zonas abruptas y escarpadas de esta sierra, aunque se trata de una modalidad muy arriesgada. Lo mismo ocurre con la escalada, poco extendida todavía pero ideal en esta zona por la cantidad de paredes verticales muy altas con las que se cuenta.
Mención especial requiere la práctica de la espeleología, muy extendida y dada a conocer en Villacarrillo por la existencia desde hace años de un grupo de espeleología señero en Andalucía.
En los últimos años se está extendiendo la práctica del descenso en canoa por el Guadalquivir, sobre todo a la altura del puente de los Agustines.
Está muy extendida también la práctica de la caza menor (perdiz, conejo, liebre, paloma, tórtola, zorzal, etc.) y la caza mayor (jabalí, ciervo, cabra montés, etc.). Lo mismo ocurre con la pesca: especial mención merece la captura, muy apreciada, de la trucha arco iris en el pantano de Aguascebas, y la pesca en el río Guadalquivir, donde todavía quedan buenos ejemplares de trucha común. Así como el recién creado coto de Pesca sin muerte en el río Aguascebas Grande.
Algunas otras actividades pueden practicarse, como el parapente, aunque están poco extendidas y deberán ofertarse y consolidarse en los próximos años.






GASTRONOMIA:

LA CULTURA DEL OLIVO

Villacarrillo, de profundas raíces agrícolas, es hoy en día zona olivarera por excelencia. La transformación de los campos de labranza de secano en olivares ha sido la tendencia de los últimos 20 o 30 años. A partir de la década de los 70 hay una proliferación en el cultivo del olivo. Los olivares comienzan a ganar terreno a cultivos tradicionales, como el trigo o la cebada y, poco a poco, se convierte el paisaje en un mar de olivos, imagen repetida formando hileras interminables. De este modo, un tercio del término municipal, es decir unas 14.000 hectáreas, se dedican a esta producción.
La calidad los nuestros aceites se consigue no sólo gracias a las condiciones idóneas para su cultivo, sino al esmerado trabajo que olivareros y almazareros realizan.
La cocina tradicional y moderna se nutre fundamentalmente de este oro líquido, fuente de salud. Ensaladas, guisos, postres, etc, cuentan siempre con el pilar fundamental del aceite de oliva. La tan nombrada dieta mediterránea se hace universalmente conocida gracias al impulso mundial del aceite de oliva, aceite de Jaén, aceite de Villacarrillo que puede adquirirse en cualquiera de las almazaras de la localidad.

LA RIQUEZA DE LA HUERTA

La huerta se extiende por todo el término municipal, aunque más extensa y amplia en las aldeas de Mogón, Arroturas, Agrupación de Mogón y La Caleruela, ya casi desaparecida por el cultivo del olivar en la zona norte que linda con El Condado.
Las extensas vegas de los ríos Aguascebas y Guadalquivir, a su paso por Mogón y sus aldeas, han sido cultivadas desde tiempos inmemoriales por los romanos, árabes, etc. explotando e instalándose en estas tierras entre La Loma y la Sierra no sólo por su situación estratégica sino también por la fertilidad de sus tierras, la abundancia de agua y su riqueza en la calidad de la producción de árboles frutales, verduras y hortalizas.
Algunos de los árboles frutales más conocidos en el término son: la higuera negra, la higuera blanca, los granados, los caquis, las manzanas, los membrillos, los melocotones, las ciruelas, los nísperos, las nueces, las peras, las uvas de parra, etc. En cuanto a las verduras y hortalizas, se siembran en las vegas de los ríos los pimientos, las patatas, las zanahorias, los espárragos blancos, los ajos, el maíz, los habicholones, las habichuelas, las lechugas, las alcachofas, las espinacas, las acelgas, las habas, las berenjenas, etc.

COCINA SANA Y SABROSA

En las últimas décadas, la cocina tradicional villacarrillense se ha convertido en uno de sus  principales atractivos. Su rico aceite de oliva es un ingrediente básico en todos los platos y recetas. La cocina tiene influencias de regiones tan cercanas como Murcia y Castilla-La Mancha. Entre las comidas típicas campiñesas destacan:

Los Calandrajos
Se prepara una masa con harina, agua y sal la cual se extiende hasta conseguir delgadas obleas que luego partiremos. En la sartén se hace un sofrito de tomate, ajo, cebolla, pimiento verde, y un poco de picante, y añadimos carne de perdiz, conejo o liebre. Posteriormente cubriremos de agua la sartén y la dejaremos hervir hasta que la carne se ponga tierna. Después se añaden las obleas y se deja hervir hasta que éstas se cuezan, añadiéndose como toque especial un poquito de hierbabuena. Se sirven en la misma sartén.

Las Migas
Fue un plato muy utilizado durante el invierno en los cortijos para aprovechar el pan duro. El pan se humedece y en una sartén se fríen dientes de ajo a los que se añade el pan hasta que se tueste y se desmorone. Las migas suelen servirse acompañadas de pimientos fritos, sardinas, torreznos, uvas y melón. Al igual que de pan también pueden hacerse de harina.

El Ajo de Harina
En una sartén con aceite caliente se tuestan unos pimientos rojos secos. Una vez tostados, se apartan y se machacan en un mortero, junto con cominos y sal, y se hace un sofrito con tomate, cebolla, patata y berenjenas. Cuando todo esto está listo, se añade agua y se deja hervir, espolvoreándole al final harina para espesar el caldo. Se sirve en la misma sartén.

La Gachamiga
El aspecto de este plato es similar al de la tortilla española. Se cortan patatas en rodajas y se fríen en gran cantidad de aceite, pero un poco antes de estar fritas totalmente se echa sobre ellas una pasta elaborada con harina, agua y un poco de sal hasta que se cuaje. Suele comerse acompañada de carne, chorizos, morcilla, etc.

El Ajo de Morcilla
Se comienza cociendo arroz y cebolla cortada muy fina. En una caldera se pone la cebolla, el arroz y se añade sangre y manteca de cerdo. Todo se pone a fuego lento, se añaden los aliños y se deja cocer. Una vez cocido, el plato está listo para servir.

El Picadillo y la Morcilla Blanca
Ambos son elaborados con carne picada de cerdo y es muy tradicional hacerlo en las matanzas caseras. El picadillo es condimentado con pimientos secos rojos, mientras que la morcilla blanca es condimentada con huevos y almendras cocidas.

El Ajillo de Papas
Se comienza haciendo un puré de patatas con ajo y se le añade un sofrito que lleva tomate, cebolla, pimiento, pimienta y comino. Se rehoga todo junto en la sartén y puede servirse tanto en caliente como en frío.

La Ensalada
Es muy típica, especialmente en verano con el calor. Las verduras y hortalizas proceden de las fértiles huertas de Mogón al lado del Guadalquivir, que proporcionan los ingredientes necesarios para su elaboración. Destacan la ensalada "gitana" y la ensalada de pimientos rojos asados.

Los Papajotes
Los ingredientes utilizados para este postre son harina, huevos, leche y sal. Se hace con ellos una "gacheta" que se va echando a cucharadas en una sartén con abundante aceite de oliva. Cuando adquieren la forma de cojín se sacan de la sartén y se espolvorean con canela y azúcar.

Las Gachas Dulces
Son elaboradas con harina tostada, pan, leche, canela, azúcar, aceite de oliva y matalahúva o anís. Primero se fríen trocitos de pan y se retiran de la sartén. En ese mismo aceite se añade el resto de ingredientes y se hace una pasta. Cuando la pasta está espesa se colocan encima los trozos de pan frito (picatostes) y se espolvorea azúcar y canela. Son típicas en la festividad de Los Santos.

El Hornazo
Está elaborado con un pan hecho de aceite y un huevo cocido en el centro. Es muy típico en Semana Santa.

Los Sobaos
Se trata de un rosco grande cocido al horno, con azúcar. También típico en Semana Santa.

Los Borrachuelos
En una sartén ponemos a calentar tres cucharadas de aceite. En un cazo calentamos medio vaso de vino blanco. En un bol ponemos la harina y sobre ella vertemos el aceite caliente y el vino hirviendo, añadimos un chorreón de anís y removemos hasta obtener una pasta homogénea. Esa masa la volcamos en una mesa y con harina se amasa haciendo una bola, dejándola reposar una hora. Tras ese tiempo se estira la masa con un rodillo y se corta en rectángulos de 13 por 8 centímetros. Se enrollan en diagonal y se fríen en aceite muy caliente. Al final se les espolvorea azúcar.


FIESTAS:

El Corpus Christi, la fiesta de los sentidos

Sin duda, el Corpus Christi representa para Villacarrillo la festividad más importante y de mayor tradición. Ya en 1364, en los Estatutos de la Catedral de Jaén, aparece una relación de fiestas y se nombra a la Torre de Mingo Priego relacionándola con la festividad del Corpus Christi.
A finales del siglo XIX, a petición del prior de la Parroquia de La Asunción, D. Marcos Pellón y Crespo, se obtuvo el beneplácito de la Santa Sede, para poder realizar la procesión por la tarde. La respuesta del Papa León XIII llegó a Villacarrillo en forma de Bula Papal.
Amanece en Villacarrillo el día del Hábeas. Calles y plazuelas engalanadas, abundancia de macetas, retama, alfombras de flores y serrín húmedo con diversidad de formas y colores. Los vecinos consiguen una verdadera obra de arte, como algo innato en los campiñeses, que, con aportaciones personales, el intercambio de ideas, el exquisito gusto por lo sencillo y cotidiano y con ese olor a juncia cortada que hace de Villacarrillo un auténtico vergel húmedo y aromático, consiguen durante ese día un manantial de disfrute para los sentidos.
La noche anterior al gran día es muy típico un paseo por las calles para contemplar los avances en los trabajos de ornamentación que comenzaron días atrás. Los vecinos dan los últimos retoques, y entre tanto siempre hay lugar para degustar una copa de vino o un migas al oro de la lumbre. Al amanecer del nuevo día, todo está listo.
Desde 1969, el fin de semana que precede al de la festividad, se celebra el Pregón del Corpus Christi, que goza de gran importancia a nivel nacional, pues los pregones corren a cargo de personas de relevancia en la vida literaria de nuestro país. También goza de importancia a nivel nacional el Premio Nacional de Poesía "Corpus Christi" de Villacarrillo, que comenzó su andadura en 1975.


Semana de Pasión

Esta festividad religiosa, de enorme tradición en Villacarrillo, se celebra desde el sigo XVI. En ella se manifiesta el fervor popular de la localidad, destacando la solemnidad de sus pasos. Además, tras el resurgir de las cofradías, en los últimos años se vienen produciendo cambios significativos que han dado aún más esplendor, si cabe, a la Semana Santa villacarrillense. Entre los más notorios, la introducción de tronos portados por costaleros o la incorporación de bandas de cornetas y tambores.
Las procesiones dan comienzo el Viernes de Dolores con un Vía Crucis de Penitencia y Silencio a las 11 de la noche y en el que se procesiona la talla del Cristo de la Salud, obra atribuida al imaginero local Andrés de Ocampo. El Domingo de Ramos procesiona la popularmente conocida imagen de "La Borriquilla". Martes Santo, a las 11 de la noche, se celebra un nuevo Vía Crucis de Penitencia y Silencio. Ya el Miércoles Santo procesiona la imagen de la Oración en el Huerto.
En la tarde de Jueves Santo Villacarrillo ve procesionar a Nuestro Padre Jesús de la Columna. A esta talla la acompaña la imagen de San Juan Evangelista. El Viernes Santo, de madrugada, se celebra una de las procesiones de mayor fervor de la Semana Santa villacarrillense. Es la conocida popularmente como "El Paso", donde se procesiona a Nuestro Padre Jesús Nazareno. En esta procesión, que comienza a las 4.30 de la madrugada, se realizan los tradicionales cantes de pasión, genuinos en la voz de los pasionistas locales.
El Viernes Santo por la mañana procesionan las imágenes de Nuestro Padre Jesús de la Caída y el Cristo de la Expiración, al que acompaña la imagen de Nuestra Señora María Santísima del Amor. Para concluir el Viernes Santo, ya por la noche, recorren las calles los pasos del "Santo Sepulcro" y de la Virgen de los Dolores. A estos dos pasos los acompañan el resto de las hermandades en lo que se conoce popularmente como "La General", de tradición en Villacarrillo e importante atractivo turístico. Por último, el Domingo de Resurrección, por la mañana, procesiona la imagen de Jesús Resucitado.
También habría que destacar dentro de la Semana Santa villacarrillense la importancia del Pregón de Semana Santa, celebrado el sábado después del Viernes de Dolores. Ilustres figuras del panorama nacional han sido pregoneros de la Semana Santa de Villacarrillo.

La feria

La feria de Villacarrillo ha experimentado un auge en los últimos años, convirtiéndose en unas de las más importantes de la provincia de Jaén. El origen de esta celebración se remonta a la feria comercial y ganadera que, en la Edad Media, servía para que los ciudadanos intercambiaran productos, siendo Fernando VII quien les confiere carácter oficial. Se celebra en honor a los patronos, el Santísimo Cristo de la Vera Cruz y Nuestra Señora del Rosario, durante los días 9 al 16 de septiembre, aunque el primer día grande de feria es el 14. La luz, el colorido, el buen ambiente y la hospitalidad hacen de Villacarrillo destino de muchos familiares venidos de otros lugares, visitantes de pueblos vecinos y un sinfín de enamorados de Villacarrillo y su feria. Durante los primeros días se llevan a cabo los tradicionales encierros de reses bravas por las calles de la ciudad. Estos encierros, que se remontan al siglo XVIII, gozan de extraordinaria popularidad en la provincia. Su plaza de toros, inaugurada en el año 1955, ha visto y ve pasar a las primeras figuras del toreo y goza de gran prestigio a nivel nacional. Tampoco podemos olvidar las interesantes actividades culturales, deportivas, verbenas populares, conciertos, etc, organizadas por el ayuntamiento de esta ciudad.

Otras fiestas

Villacarrillo es tierra de costumbres populares con gran tradición. Además de las festividades de Corpus Christi, Semana Santa y feria, merecen mención el día de la Cruz, 3 de mayo, que tiene lugar la festividad del patrón de la ciudad: el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz. La decoración de cruces artísticas por vecinos y particulares en varios puntos de la localidad y los anejos es una actividad que el ayuntamiento ha fomentado en los últimos años con la creación de un concurso que premia y valora la imaginación y el buen gusto.
Otras celebraciones que debemos destacar son la fiesta de San Isidro, patrón de los agricultores (el 15 de mayo), el día de San Juan de la Sierra (el 24 de Junio), la fiesta de Carnaval, en el mes de febrero y la fiesta de San Antón (17 de enero), en cuya víspera son muchas las hogueras que se encienden en las calles villacarrillenses.




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