BAÑOS DE LA ENCINA (Jaen)



BAÑOS DE LA ENCINA



Baños de la Encina es una localidad de la provincia de Jaén dentro de la comunidad autónoma de Andalucía y cuyo término municipal cuenta con una población de poco mas de 2700 habitantes. Enclavado en las estribaciones de Sierra Morena, el pueblo se sitúa en un cerro que separa esta sierra de la campiña olivarera junto al Embalse del Rumblar. El término municipal está incluido en el Parque Natural de las Sierra de Andújar, formaciones de media montaña que contienen un verdadero ecosistema mediterráneo integrado por masas de encinas, alcornoques, pino piñonero y matorrales. En él habitan numerosas especies fauní­sticas que le añaden un gran valor cinegético.
Baños de la Encina pasó a formar parte de la asociación Los Pueblos Más Bonitos de España en el año 2021, siendo el segundo pueblo de la Provincia de Jaén en recibir esta acreditación. Ademas esta declarado Conjunto Historico gracias al trazado de sus calles, sus valores paisajisticos y su impresionante patrimonio monumental donde destacan edificios como el Castillo de Burgalimar, la iglesia de San Mateo o la impresionante Ermita del Cristo del Llano, que han dado sentido historico al devenir de la villa de Baños desde las postrimerias del medievo, asi como municipio turistico de Andalucia.
Su origen arabe y su ubicacion en una elevacion del terreno nos dan un urbanismo intrincado y de callejuelas estrechas y desordenadas en convivencia con edificaciones modernas en otras zonas de la villa. Baños de la Encina ha acumulado un rico patrimonio artistico que ha sabido conservan satisfactoriamente. Desde el castillo califal hasta la parroquia de origen gotico, desde la exuberancia barroca del camarin de su santuario hasta la austeridad blasonada del Concejo, desde el señorio de sus palacios hasta sus molinos del siglo XVIII, el pueblo conserva su identidad monumental que evoca su importancia historica, el poderio economico de su nobleza y su interes por simbolizarlo arquitectonicamente.




La milenaria historia de la población arranca en el Neolítico según las pinturas rupestres encontradas al norte de su término municipal, primeras huellas dejadas por el hombre. En el II milenio a. C. la minería comienza en los yacimientos ricos en cobre y bronce que dieron lugar a la formación de una organización social que continuó hasta la fundación de Cartago. Durante el Imperio Romano comenzó la explotación de las minas de plata. Huellas de éste pasado minero lo encontramos en El Centenillo, entidad de población pedánea.
La ocupación de estas tierras está documentada desde etapas muy tempranas de la Prehistoria. Las características geológicas de la zona ofrecen una imagen abrupta en la que son frecuentes las grietas, barrancos, abrigos y covachas naturales que fueron aprovechados por los pobladores para dejarnos una muestra de su arte rupestre.
Una de las fases más conocidas en la zona es la de la Edad del Bronce (II milenio antes de nuestra era), que se corresponde con el desarrollo de la Cultura Argárica. La estructura territorial parece organizarse en torno a tres grandes poblados, de un tamaño superior a una hectárea, ubicados en espolones sobre el valle del río Rumblar, con hábitat en terrazas y con potentes sistemas de fortificación: La Verónica podría estar destinado a funciones de control visual de toda la cuenca; Peñalosa parece estar ligado al control de las rutas interiores del valle; y el Cerro de la Obra, el de mayor extensión, que ocupa la salida física de la cuenca media/alta del Rumblar, tendría las funciones de control de acceso y salida de esta cuenca, canalizando la distribución de productos hacia la cuenca baja. El hallazgo en Obra de los Moros de diecinueve placas de bronce del mismo tamaño, forma y grosor, hace pensar en una producción destinada a la distribución y al intercambio. Aparece además un segundo grupo de asentamientos, de un tamaño inferior a una hectárea, fortificados y con carácter estratégico por el control que tienen sobre el territorio, que estarían dirigidos al control de vías interiores, minas y afloramientos metalúrgicos.


Estos sitios se abandonan a finales del II milenio antes de nuestra era y no volvemos a encontrar ocupada la zona hasta el siglo III a.C. Nos encontramos con una nueva ordenación del territorio en la que Cástulo va a desempeñar un importante papel, ya que estas tierras se verán inmersas en la política económica que desde este centro se va a ejercer sobre la cuenca metalúrgica. En el paso del siglo III al II a.C. parece iniciarse una revitalización de la minería de la plata. El cambio que se produce en la segunda mitad del siglo I después de nuestra era en los sistemas de concesiones metalúrgicas, donde la mayor parte serán controladas directamente por el emperador, conlleva la aparición de recintos fortificados que van a marcar una compleja estructura del control del territorio. Algunos de estos sitios ya habían sido ocupados en etapas anteriores, como el Cortijo de Salcedo, Cuesta de los Santos o el Castillo de Baños, que forman una barrera de visibilidad, defensa y control del territorio. Otros tendrían un control directo de las explotaciones mineras colocando las torres junto a los filones, y otros controlarían las rutas interiores como los dos recintos que se localizan en la desembocadura del río Pinto.
A finales de la época flavia todo este modelo parece sucumbir, ya que no se ha encontrado cerámica en ningún recinto que supere el año 80, y asistimos a una colonización de los valles con pequeños asentamientos vinculados sobre todo a una economía agraria.
Como ejemplo encontramos el asentamiento de la Ermita de la Virgen de la Encina, donde se han documentado cinco fases constructivas diferenciadas, tres de ellas de época romana y dos postmedievales fechadas entre el siglo XV y el XIX. La ocupación romana nos muestra el desarrollo de una villa, cuyo origen sería un pequeño asentamiento agrario del siglo I que se transformaría a lo largo del siglo II en un conjunto de mayor envergadura, en el que las zonas rústicas y urbanas aparecen claramente diferenciadas, con elementos residenciales como un conjunto termal o una necrópolis de inhumación. A lo largo del tiempo sufrirá remodelaciones, produciéndose una expansión del asentamiento, que continuará hasta el siglo V. A partir de este siglo se produce el abandono del lugar, que no volverá a ser ocupado hasta el siglo XV.


La historia medieval de Baños está marcada por la presencia de su imponente fortaleza califal, construida en un espolón rocoso que domina el río Rumblar. Gracias a una inscripción, conservada hoy en el Museo Arqueológico Nacional, y de la que hay copia y traducción en las jambas de la puerta del castillo, sabemos que ordenó construirlo el califa al-Hakam y que se concluyó en el año 968. Junto con otros castillos también construidos por estos años, como los de Tarifa (Cádiz), el Vacar (Córdoba) o Zorita (Guadalajara), estaría destinado al acantonamiento de las tropas bereberes alistadas para las campañas anuales contra los cristianos, cuyo lugar de concentración final, ya en la frontera, sería la fortaleza de Gormaz (Soria).
En el siglo XI, tras el hundimiento y la separación del Califato de Córdoba en múltiples reinos –taifas–, el castillo atraviesa períodos difíciles. Se convierte en objeto de continuas y feroces luchas entre musulmanes y cristianos, que ven allí una pieza clave para acceder a Andalucía. Alfonso VII de León se lo arrebata a los musulmanes en 1147, pero después de su muerte, en 1157, la fortaleza recae en manos de los moros. Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León llegan a recuperar el castillo en 1189, sin ser éste un éxito definitivo, pues tres días después de la Batalla de Las Navas de Tolosa (1212) la fortaleza vuelve a pasar a ser dominio musulmán.
Hay que esperar al impulso decisivo que dio a la conquista del sur peninsular Fernando III de Castilla, para que el castillo entre definitivamente en 1225 a formar parte del dominio castellano. El rey lo regala al Arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, y su defensa y guardia es confiada a la Orden de Santiago, muy implicada en las operaciones militares del sur de la península Ibérica. Poco tiempo después, Fernando III integra el pueblo de Baños de la Encina en la jurisdicción de la ciudad de Baeza, de la que dependerá hasta 1626, fecha en la que Baños de la Encina obtiene la condición de villa.


En 1458, en pleno período de disputas nobiliarias en Castilla, Enrique IV le cede la fortaleza a su condestable, Lucas de Iranzo. La decisión provoca el rechazo y malestar de la población, que se niega a cambiar de jurisdicción. En 1466 el regidor de Baeza toma el castillo y lo devuelve a los partidarios del rey. Es en aquella época, con la construcción de la Torre del Homenaje, cuando se modifica la fisonomía de la fortaleza. Previamente, en el siglo XIV, habría sido reorganizado el espacio interior con la edificación de un pequeño fortín sobre la plaza de armas, protegido por una muralla interior.
Según el Catastro de Ensenada (1752) Baños de la Encina ofrece durante la Edad Moderna una estructura social muy jerárquica, en cuya cúspide encontramos una élite poco numerosa. Tres pequeñas dinastías que se reconocen por sus apellidos llevaban la voz cantante: los Zambrano y Rivera, los Caridad Villalobos y los Molina de la Cerda, siendo la viuda doña Francisca Luisa de Molina de la Cerda y Soriano la persona más rica del pueblo. Los mayores propietarios de Baños, quienes tenían en sus manos la fuente principal de la economía de la localidad, eran miembros de estas familias y de algunas otras de segundo rango. En el sustrato, por contra, existía una clase numerosa de jornaleros agrícolas, casi la mitad de todas las familias, que trabajaban a sueldo para los propietarios, pero que también circulaban por la región en busca de empleo en las estaciones de labranza y cosecha.
Esta fuerte polarización social se agudizó en los años finales del siglo XVIII con la materialización de la conocida desamortización realizada en tiempos de Carlos IV. En efecto, la misma benefició en la villa básicamente a la clase ya mencionada de notables, a los hidalgos y a aquellas personas a quienes se les daba el título de “don”, es decir, a las personas que “dominaban” el municipio. Esta situación no hace sino reforzarse décadas más tarde. En 1850 el cereal y, sobre todo, los pastos y el plantío de olivos constituyen los rasgos productivos más sobresalientes de la villa.


En 1879 la realidad poco había cambiado: frente a las 1.091 hectáreas destinadas a cereal destacarán no sólo las 2.535 de olivar o las 3.698 de pastos, sino las 31.498 hectáreas de monte. Quizás una de las grandes problemáticas que van a vertebrar la vida municipal desde prácticamente el siglo XVII sea la relacionada con el suelo comunal, con sus usos y con los sucesivos envites privatizadores, propios de las denominadas reformas agrarias liberales. No en vano, ya desde el mismo siglo XVII, la villa vive inmersa en un conflicto entre ganadería y agricultura que irá saldándose del lado de ésta última, hecho al que contribuye indudablemente la agudización de la crisis de la propia Mesta.
La presencia de continuos procesos roturadores evidencia la crisis de hegemonía del uso ganadero-forestal del territorio. Esta crisis, si bien es ostensible en los siglos XVII y XVIII, lo será todavía más a partir del siglo XIX con la promulgación de la Ley de Desamortización Civil de Madoz de 1855. Dicha ley supuso para la villa de Baños el principio del fin para sus montes públicos. A partir de esta fecha se va a desencadenar un movimiento privatizador sin precedentes, que desembocará en la pérdida casi total del extenso patrimonio forestal público de Baños al ser declarados todos sus montes enajenables.


En Baños de la Encina te espera naturaleza, patrimonio, historia, tradición y, como no, gastronomía. Cada rincón de este bello pueblo te hará querer sacar el móvil para inmortalizar la estampa. El nombre de Baños viene de la riqueza acuífera de su subsuelo, con fuentes naturales y múltiples pozos, y de la Encina, por la tradición que cuenta que la Virgen se apareció sobre una encina.
Es una localidad caracterizada por un rico patrimonio cultural y natural. Sus abundantes enclaves naturales poseen un alto valor ecológico y paisajístico. El embalse del Rumblar o las ganaderías de reses bravas confieren una especial belleza a los paisajes bañuscos. Un lugar pintoresco es el poblado de El Centenillo, una pedanía con un pasado ligado a la minería que nos ha legado vestigios muy interesantes de aquella actividad extractora mantenida hasta la segunda mitad del siglo XX.
Baños de la Encina ha acumulado un rico patrimonio artístico que ha sabido conservar y cuidar. Visitarlo es conectar con las huellas de otros pueblos y culturas que han pasado por este territorio. Pasear por su centro histórico es como un viaje al pasado, con calles empedradas y grandes casas familiares adornadas con escudos.
Uno de sus tesoros más destacados es su castillo, uno de los más antiguos y mejor conservados de toda Europa. Impresionante en su estructura y cargado de historia, te transportará a tiempos pasados mientras disfrutas de sus imponentes murallas y torres.
El castillo de Baños de la Encina, que también se conoce como Burgalimar, es una fortaleza almohade, construida en el siglo XII sobre un pequeño cerro que domina la localidad. Rodeado y flanqueado por una robusta y almenada muralla con catorce torres, más una decimoquinta torre del homenaje de factura cristiana, el castillo apenas ha sufrido daños, ya sean causados por el tiempo o la acción humana. Representa por tanto un ejemplo perfecto de fortaleza andalusí del siglo XII, al mismo tiempo que posiblemente es uno de los castillos musulmanes mejor conservados de toda España. Su inestimable valor histórico y artístico es la razón por la que este castillo llegó a ser declarado como Monumento Nacional en 1931.


El castillo de Baños de la Encina se estableció en una región importante y estratégica, justo en la entrada del valle del Guadalquivir y, por lo tanto, de Andalucía. Fue el califa Alhakén II (hijo de Abderramán III) a quien se le atribuyó su construcción a raíz de la transcripción de una lápida fundacional depositada en el Museo Arqueológico Nacional.
Según la teoría tradicional omeya, los trabajos de construcción de la fortaleza se iniciaron en 968 (año 357 de la Hégira), como se cita en una inscripción en piedra colgada en la puerta, cuyo original se conserva en el Museo arqueológico nacional de Madrid. Su construcción sería entonces contemporánea a la edificación de fortalezas similares en la región, tales como el Castillo de El Vacar, en la provincia de Córdoba, peor conservado.
Según las crónicas de la época, el califa ordenó levantar varios recintos vastos fortificados de idénticas características a lo largo de todo el camino que conducía de Sierra Morena hacia Córdoba, con el fin de alojar a sus tropas (esencialmente compuestas por mercenarios magrebíes) que se dirigían hacia el Castillo de Gormaz (provincia de Soria), al norte de al-Ándalus, para llevar a cabo razias contra los reinos cristianos. No obstante, esta línea de fortificaciones no iban dirigidas a objetivos defensivos, pues el país atravesaba entonces por un largo período de paz.
Esta teoría tradicional sobre su fundación ha sido descartada tras los estudios sobre la lápida encontrada, que no sería la fundacional, y las excavaciones arqueológicas de inicios del presente siglo, datando el castillo entre finales del siglo XI e inicios del XII. En el siglo XI, tras el hundimiento y la separación del Califato de Córdoba en múltiples reinos de taifa este territorio se convierte en objeto de continuas y feroces luchas entre musulmanes y cristianos, estos ya en el área de Calatrava, que ven en los cercanos pasos de Sierra Morena como una pieza clave para acceder a Andalucía. Alfonso VII de León arrebata el castellillo a los musulmanes en 1147, pero después de su muerte en 1157, la fortaleza vuelve a manos islámicas. Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León llegan a recuperar el castillo en 1189, sin ser este un éxito definitivo, pues tres días después de la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), la fortaleza vuelve a pasar a ser dominio musulmán.
Hay que esperar al impulso decisivo que da Fernando III en pos de la reconquista del sur peninsular para que el castillo pase definitivamente, en 1225, al dominio castellano. El rey lo cede al arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, y su defensa y guardia es confiada a la Orden de Santiago, muy implicada en las operaciones militares del sur de la península ibérica. Poco tiempo después, Fernando III integra el pueblo de Baños de la Encina en la jurisdicción de la ciudad de Baeza, de la que dependerá hasta 1626, fecha en la que Baños de la Encina obtiene la condición de villa.
En 1458, en pleno período de disputas nobiliarias en Castilla, Enrique IV cede la fortaleza a su condestable, Miguel Lucas de Iranzo. La decisión provoca el rechazo y malestar de la población, que se niega a cambiar de jurisdicción. En 1466, el regidor de Baeza toma el castillo y lo devuelve a los partidarios del rey. Es en aquella época, con la construcción de la Torre del Homenaje alrededor de uno de los bastiones originales musulmanes, cuando se modifica la fisonomía de la fortaleza. Previamente, en el siglo XIV habría sido reorganizado el espacio interior, con la edificación de un pequeño fortín sobre la plaza de armas, protegido por una muralla interior.
Durante la invasión napoleónica, las tropas francesas se apropian del castillo, que sufrió las consecuencias de su ocupación, y desde entonces hasta 1828, el patio del castillo serviría de cementerio parroquial. Más recientemente, se emprenderían diversas labores de restauración, siempre bajo la tutela de la Dirección de Bellas Artes. En la actualidad es propiedad del Ayuntamiento de Baños de la Encina.


El castillo de Baños de la Encina se levanta sobre una pequeña colina rocosa que le permite dominar el pueblo y, por tanto, todo el paisaje que lo rodea. La fortaleza se encuentra a su vez acogida por otros importantes emplazamientos históricos, como así lo son las ruinas de la ciudad romana de Cástulo, varias casas señoriales de los siglos XVI y XVII, o varias ermitas donde entra la iglesia parroquial de San Mateo (del siglo XV). Excavaciones arqueológicas realizadas en el interior de la fortaleza, han puesto al descubierto restos de uno o dos recintos amurallados que evidencian la existencia bajo la fortaleza de un asentamiento de la Edad del Bronce, hecho que proporciona datos sobre la cultura argárica, una de las más importantes de la antigüedad del Mediterráneo Occidental, lo que muestra que el asentamiento controlaría una de las zonas estratégicas más importantes del Valle del Guadalquivir. Durante las mismas excavaciones también se ha puesto al descubierto la existencia de una fase ibérica con un oppidum del siglo IV, un mausoleo de época romana y después una fase medieval.


De apariencia sobria, se presenta bajo la forma de un perímetro con forma oval (100 metros en su eje mayor y 46 m en su eje menor, con una superficie total de 2700 m2), punteado de catorce torres cuadrangulares de estilo califal y de igual altura sobrepasando apenas la de la muralla. El conjunto de estas catorce torres, severas y próximas entre sí, le confieren o afirman el carácter defensivo del castillo. Una torre adicional, la torre del homenaje (también llamada almena gorda), sería edificada en el siglo XV, y constituye en realidad una modificación cristiana de una de las torres originales. Esta torre, imponente, que resalta sobre las otras por sus dimensiones, no es característica de la arquitectura musulmana hispánica, sino que responde a cánones arquitectónicos cristianos. La torre del homenaje representa el poder de su ocupante. Así, su posición lo demuestra, pues no se dirige hacia el paisaje, sino hacia el pueblo, revelando por tanto su utilización simbólica, fiel a la costumbre feudal.
Tanto murallas como torres, están dotadas de almenas o merlones, y perforadas por aspilleras. Las torres disponen de tres pisos e incluso de cuatro si estas se sitúan en un terreno más bajo. Las murallas presentan dos entradas que permiten el acceso. La primera es una puerta soberbia situada en el costado meridional entre dos altas torres. Presenta dos grandes arcos de herradura, sobre los cuales se dispone un matacán. El segundo acceso, más modesto, está situado sobre el costado norte de la muralla.





Las murallas rodean el patio de armas, en el que se halla un aljibe cubierto por una bóveda de medio cañón, y que está dividido en dos naves separadas. Además de la torre del homenaje, también se observa otra modificación de la época cristiana dentro del recinto, vestigios de un pequeño fortín. Existía un alcazarejo circular o torreón imponente rodeado de una muralla interior, unida al recinto exterior por dos lienzos de pared. De esta obra, que dividía en dos partes la plaza de armas, sólo subsisten las bases del fortín y fragmentos de una de las paredes de defensa.
Los materiales de construcción son bastante uniformes, siendo el tapial el material predominante, tanto en los paños de la muralla como en los 14 torreones que la jalonan. Esta técnica responde a la necesidad básica de levantar con rapidez las fortificaciones, y explica el color específico del recinto, que oscila entre el pardo y el rojo; la portada, en cambio, es de piedra. La torre del homenaje, más tardía, también se construyó con piedra con un estilo que se asemeja más al de las fortificaciones góticas





El núcleo urbano de Baños de la Encina tiene una estructura característica derivada de su ubicación en torno al castillo califal de Bury al-Hamma, concebido este como puesto de control elevado sobre el territorio circundante. El castillo se encontraba defendido por una línea de murallas exteriores al mismo, de las que se conservan algunos elementos, cuya presencia marca un trazado perimetral de calles, más o menos definido. En la parte más antigua de la población, la trama viaria se estructura sobre dos ejes principales, uno en sentido noroeste-sureste, con las actuales calles Bailén y Fugitivos, y otro prácticamente ortogonal, formado por las calles Santa María y San Mateo. El primero de ellos comunica ambos lados del escarpe rocoso en que se asienta Baños de la Encina, y se prolonga hasta la carretera de Bailén. El segundo, conecta el castillo de Burgalimar con la salida natural del pueblo hacia la carretera de Linares, y se prolonga más allá del núcleo primitivo, cruzando toda la población (Avenida de Linares). En la intersección de ambos se encuentra la actual plaza de la Constitución, que constituye el único espacio libre relevante de la población primitiva intramuros. Un tercer eje importante, parte de la plaza de la Constitución en dirección norte, por las calles Isidoro Bonson y Mestanza, y conecta con la calle Jesús del Llano, que conduce a la ermita del mismo nombre. Todos estos ejes presentan calles de buena anchura y trazado, teniendo en cuenta su situación, y se encuentran pavimentados con empedrados de diversa factura. También existe una serie de calles concéntricas al castillo, en la parte más antigua, que con toda probabilidad ocupan el espacio de los adarves de las murallas, hoy desaparecidas, estas calles son: Conquista, Madre de Dios, calle del Pilar y calle Luzonas. A partir del núcleo más antiguo van surgiendo viales dispuestos en forma radial, de menor entidad que los ejes principales, comunicados por calles concéntricas al núcleo del castillo. El trazado de los viales radiales parece seguir las líneas de pequeñas plazuelas. Esta organización viaria se asocia fundamentalmente a la expansión del núcleo urbano en los siglos XVII y XVIII. Cabe destacar en esta zona el parque aterrazado de los Barones de Sangaren, como espacio excepcional abierto en la trama compacta de la ciudad histórica. Desde la plaza de los Derechos Humanos parten la calle Ancha, situada más al norte en sentido noreste-suroeste, y la calle Canteras, estas marcan el punto de diferenciación entre el viario propio de la ciudad antigua y las intervenciones de los siglos XIX y XX. En lo referente al espacio privado, la casa tradicional más humilde es de una sola planta, con cámara, articulada en torno a un pasillo central con pavimento empedrado o enlosado, que conecta la puerta de entrada con el corral situado normalmente al fondo. La estructura se basa en varias crujías paralelas a fachada, formadas por muros portantes, habitualmente de mampostería careada y barro o mortero. También se encuentran tapiales y fábrica de ladrillo de tejar, aunque son menos comunes. Se revisten con enlucidos interiormente, dejando la fachada vista en muchas ocasiones cuando se trata de fábrica de mampostería. Los techos se ejecutan con rollizos de madera y tablas, siendo habituales los cielos rasos de cañizo enlucidos y encalados. Por encima presentan una capa de barro, y se terminan con solado de barro o una simple capa de mortero fratasado. La vivienda tradicional de mejor calidad repite el mismo esquema pero con dos plantas y cámara, utilizando la planta alta para situar los dormitorios. En los casos en que el solar permite doble fachada, se utiliza la principal como acceso para los habitantes y la trasera abriendo directamente a las cuadras y corrales. En estas zonas es donde habitualmente se situaban las letrinas, fuera del volumen principal de vivienda. Todas las edificaciones, no obstante, no sobrepasan las dos plantas de altura.







Dentro de este entramado urbano destaca la silueta de la imponente Plaza Mayor o Plaza de la Constitucion que vertebra todas las calles del casco antiguo de la localidad. De la plaza parte la calle Santa Maria donde podrás contemplar bonitas casas solariegas, así como el Arco de los Benalúa en su extremo final. Un corto paseo que te hará viajar a otra época. Se gestó durante los últimos años de la baja edad media como calle principal de acceso al castillo. El arco da acceso al mirador Cerro del Cueto y al castillo de Bury al-Hamman.
Al principio o al final de la Calle Santa María, dependiendo de desde dónde lo veas encontrarás el arco de los Benalúa. Pertenece a la entrada del patio principal de una de las caserías que llevaron a cabo durante los siglos XVI y XVIII la introducción industrial del cultivo del olivar en la campiña de Jaén. Posee a un lado un arco de medio punto flanqueado por pilastras y rematado por cornisas y al otro lado presenta un arco rebajado.
Tras cruzar el arco te espera una gran explanada conocida como el Mirador Cerro del Cueto donde podrás disfrutar de unas vistas maravillosas de la gran llanura repleta de olivos. Son una de esas vistas que dejan sin aliento. A tu espalda encontrarás la Cripta y Ábside de Santa María y el castillo de Baños de la Encina. Un poco más adelante, rodeando el castillo, podrás disfrutar de las vistas de un trozo del Embalse del Rumblar.




La Plaza Mayor está presidida por una fuente con la imagen de la Virgen de la Encina. Ya al final de la baja edad media este espacio, entre los dos cerros que hoy forman la villa, se configura como protagonista: amesetado, bajo el castillo y pertrechado de agua, mediante el venero que después sería el Pilar de San Mateo, se convierte en nudo de encuentro de las distintas vías pecuarias y caminos que arriban a la zona. Con la expansión urbana que se produce desde finales del siglo XV, los distintos poderes van cercando con viviendas un espacio algo irregular presidido por la Iglesia de San Mateo que se convierte en centro neurálgico de la vida pública del lugar. La Casa del Concejo Aldeano, hoy Casa Consistorial, y la parroquia de San Mateo son testigos de este primer periodo sumido aún en un plateresco muy sencillo. La Plaza Mayor, finalmente, asume estatus protagonista de las relaciones sociales: gestión pública, principales actos religiosos, mercado, fiestas taurinas, …. derivando los ganados a los distintos descansaderos que se instauran en las inmediaciones de la localidad. De este periodo “ordenado” son muestras constructivas el Palacio de Priores datada de 1756 y sirvió como residencia de priores, teniendo su fachada de piedra de sillería de la zona donde destaca su rejería o la casona que cierra la plaza por el noroeste conocida como Casa de las Viudas, una casa-palacio que se construyó a principios del siglo XX con el dinero obtenido en la época de auge de la minería en la localidad. La horizontalidad y simetría de sus fachadas son fiel reflejo del orden establecido.






Todo el casco urbano está plagado de mansiones señoriales y palacios levantados entre los siglos XVI y XVIII. Así, en la calle Trinidad, destacan casas como las de Caridad Zambrano, la de los Pérez Caballero, los Salcedo, Galindo o, cerrando la antigua muralla, cerca del arrabal de los cesteros, la casa del notario Guzmán. casas blasonadas con escudos que nos dejan testimonio de familias pudientes en la localidad, que nos hablan del pasado glorioso de la localidad y que se han ido conservando con el paso de los años.
El actual Ayuntamiento de Baños de la Encina, se construyó en el siglo XVI. En esta fachada destaca la entrada con un arco de medio punto y un balcón con techado con vigas de madera en la parte superior y exhibe a la derecha el emblema de los Austrias. En el interior, aunque ha sufrido modificaciones, se pueden apreciar algunos elementos destacados. Entre ellos se encuentran los viejos calabozos, estrechos habitáculos de piedra que cierran en bóveda de medio cañón, los arranques de la bóveda del pósito o granero público (hoy Salón de Plenos) y un arco de medio punto sobre una sencilla columna de piedra que da paso a los bajos del edificio.


Desde la plaza parte la antigua calle Real repleta de casas señoriales y solariegas como la Casa de los Salido, un edificio construido en el siglo XVIII con piedra roja de Sierra Morena que cuenta con fachada de piedra vista compuesta por buena sillería. El balcón tiene parte luz de columna que sujeta dos arcos de medio punto cubierto por voladizo y está sustentado por tornapuntas o jabalcones.
La Casa Delgado de Castilla, una casa solariega en la que destaca su portada. En el dintel de la puerta encontramos un escudo y a ambos lados dos tondos con inscripciones. El conjunto queda enmarcado por dos pilastras con motivos geométricos que sustentan una cornisa.
La Casa del Marques de Jabalquinto, una casa solariega dividida en dos plantas. Sobre el dintel de la puerta aparece un escudo con una cruz y motivos vegetales alrededor de la misma. Y finalmente la Casa Medinilla, una Casa solariega construida con grandes sillares de piedra. Se accede a ella a través de una puerta adintelada. Todos los vanos están cubiertos con rejería.





Otra de las casas señoriales que podemos contemplar en Baños es la Casona de los Molina de la Cerda situada en el Callejon del Pilar. Esta casona es reflejo de la bonanza económica que vivió la ya villa de Baños de la Encina durante los siglos XVII y XVIII; también del estatus social, político y económico de la familia que lo construyó, no en vano en la cúspide de la sociedad local. Los Molina de la Cerda fueron protagonistas de la gestión política que sentó las bases de la grandeza agroeconómica de estos años. El escudo heráldico que presenta la casona sobre el ventanal central de la planta superior de la fachada –la cruz a modo de balanza que sopesa la posible culpabilidad de los encausados-, certifica su posición como “Familiar” de la Santa Inquisición en la localidad y el nivel de sus influencias.
Finalizada su construcción en 1724 (según queda reseñado bajo la cornisa), muestra una recia portada adintelada con decoración heráldica, flanqueada por columnas toscanas sobre pedestal que avanzan por delante de la fachada dando sensación de profundidad. A la derecha de la puerta podemos apreciar una basa de columna, bien labrada, que, según la tradición local, era utilizada para ayudarse los propietarios a subir a caballo. Anecdótico, pero interesante, es el desgaste producido en el tranco de la puerta, que permitía el paso de los carros.
Destaca en su frente, como venía siendo norma en las casonas bañuscas, la sobriedad, horizontalidad de líneas y simetría en la organización de la fachada (rota a mediados del siglo XX mediante la apertura de un gran portalón, a la izquierda de la entrada principal). La casona, aunque hoy muy segregada en distintos inmuebles, llegó a ocupar toda una manzana. El edificio principal estuvo organizado en torno a un patio central elevado sobre pies derechos de madera, que aún hoy podemos apreciar entre la amalgama de divisiones de la edificación original. A partir de este patio central se reparten todas las estancias, quedando la parte noble a espaldas de la parroquia de San Mateo. Cuadras, corrales, huertos, bodegas y hasta pequeñas estancias para artesanos, como la herrería que da nombre a la calle “Cuesta de los Herradores”, se reparten por el resto de la manzana.
El desnivel que presenta la calle en el frente de vivienda, se subsana mediante la construcción, en la mitad inferior, de dos pequeños sótanos de piedra que cierran en bóveda, que harían las veces de bodega privada. De tal manera quedaba una vivienda a pie llano.


Cerca de la anterior casona en el inicio de la calle Mestanza se situan los restos del antiguo palacio Jimenez de Marmol. Un Palacete y casa de labor erigida en el siglo XVIII. La piedra apenas aparece presente en el exterior del edificio, desapareciendo la simetría tradicional en la disposición de los elementos en la fachada. La decoración sólo está presente y de forma abusiva en puntos muy concretos de esta fachada, aquellas que por las condiciones del callejero ofrecen una mayor visibilidad y escenografía. El interior rompe con la adaptación al desnivel presente en otras zonas de la localidad siendo el primer edificio que excava el terreno para obtener una planta totalmente llama, ausente de portales y con grandes espacios escénicos”.


Otro punto donde se concentran mas casas señoriales lo encontramos cerca de la Plaza del Rosario desde donde parten la Avenida de Linares y la calle Trinidad (mencionadas anteriormente). Posiblemente esta zona sea la mas monumental en cuanto a edificios civiles que posee la localidad. En la calle Linares destacan la Casa Lechuga, la de los Herrera Cardenas y el Palacio Escalante.
La Casa Lechuga, construida en el siglo XVIII, es una joya arquitectónica que ha sido cuidadosamente restaurada para preservar su encanto original y ofrece a los visitantes la oportunidad de sumergirse en la historia de la región. Con su fachada de estilo tradicional y su arquitectura típica de la época, la Casa Lechuga es un testimonio vivo del pasado de Baños de la Encina.
Además de su valor histórico, la Casa Lechuga también cuenta con comodidades modernas para garantizar una estancia confortable a sus huéspedes. Sus habitaciones están elegantemente decoradas y equipadas con todas las comodidades necesarias.
Desde la Casa Lechuga, los visitantes pueden explorar fácilmente los encantos de Baños de la Encina y sus alrededores, como el Castillo de Burgalimar y el Parque Natural de la Sierra de Andújar.
La casa de los Herrera Cardenas es una típica casona de labor desarrollada en Baños de la Encina durante el siglo XVI al cobijo de los distintos caminos que nacían en el casco más viejo de la localidad: sobriedad, escasos vanos adintelados, asimetría e interior estructurado en dos portales a distinto nivel (escalonados), cámara superior, cuadras, corral y huerto en el fondo de la casa con entrada trasera debido al gran desnivel existente entre la calle y los corrales posteriores.






Como hemos referido anteriormente la calle Trinidad tambien esta repleta de casas señoriales entre las que destacan la de los Perez Caballero, Cerco de los Corvera y la de los Caridad Zambrana.
La primera es una vivienda muy en la línea austera de las casonas de labor del pueblo. Pero su ubicación, aprovechando parte del cerco murado que cerró la aldea histórica avanzada la segunda mitad del siglo XV, y la excepcionalidad tipológica de su puerta de acceso, cerrada en arco de medio punto sobre impostas, nos hablan de un muy temprano origen. Debió tratarse de una de las primeras intervenciones de reutilización de la muralla como casona ya por los primeros años del Siglo XVI (plateresco).
El Cerco de los Corvera son los restos murados de la muralla que los Corvera alzaron en la segunda mitad del siglo XV para defenderse de los partidarios al trono de Castilla, primero de Enrique IV y después de Juana la Beltraneja. Fueron leales a Isabel la Católica, lo que les enfrentó al concejo de Baeza, del que dependía la aldea de Baños. Durante el siglo XVIII fue adaptado a casona agrícola y molino de aceite (posee la bodega). De la edificación original podemos observar la muralla que recorre la calle Trinidad y uno de los puestos de guardia. Hoy en dia es un establecimiento hotelero.
Y finalmente la de los Caridad-Zambrana, una casona de labor perteneciente al siglo XVII y estilo muy clásico: sobriedad, simetría y horizontalidad. En el interior portales sobre muro de carga y bodega. Está situada en la calle Trinidad, antiguo Camino de Linares o de la Argamasilla, habiendo pertenecido al párroco D. Francisco Caridad, promotor de la ampliación desarrollada en la iglesia de San Mateo durante la primera mitad del siglo XVIII. Destaca su “graá” de entrada, muy típica en la localidad.






Ademas de su patrimonio militar y civil la localidad conserva tanto dentro de su casco historico como en su termino municipal un impresionante patrimonio religioso fruto de diferentes epocas, en el devenir de la villa desde las postrimerias del medievo, que van desde el gotico hasta el barroco en edificios como la iglesia de San Mateo, la Ermita del Cristo del Llano o el Santuario de la Virgen de la Encina.
El Santuario de la Encina, a poco de más de cuatro kilómetros de Baños, con camino, que sigue en parte el curso de la antigua calzada romana de Iliturgi a Toledo, se edificó en etapas sucesivas y sobre otro primitivo que debió ser mucho más pequeño, de finales del siglo XIII y principios del XIV, como revelan ciertas piezas arquitectónicas halladas en las inmediaciones: columnas y fustes, así como capiteles de un pre-románico, probablemente del Santuario primitivo. En el siglo XVII se hizo una notable y definitiva ampliación y reestructuración, quedando como en la actualidad.
El Santuario de la Virgen es de notables proporciones, construido en piedra de sillería con bóveda de medio cañón, coro alto y cancel, así como siete altares laterales: cuatro en el lado del Evangelio y tres y puerta de la sacristía en el de la Epístola.
La portada es sencilla y noble con arco de medio punto dovelado entre jambas. La parte frontal culmina con espadaña para tres campanas de las que sólo se conserva una. Cuenta además el edificio con dependencias anejas de la antigua hospedería y vivienda para santeros, además de un patio cercado por muro y salida al exterior.



Cerca del santuario, en el mismo camino que nos lleva a él, se encuentra la Ermita de Jesus del Camino. Esta ermita está junto a la calzada romana de Iliturgi, donde se hallan tantos vestigios romanos de monedas, cerámica y otros restos arqueológicos La presencia de la pequeña ermita de este Cristo Crucificado en el Camino de la Virgen, no es obstáculo, sino etapa, y es una de las tradiciones más antiguas de Baños. 
Se trata de un torreón de menor tamaño, situado en un cruce de caminos, el Camino de la Mesta con el Camino empedrado de la Majavieja, reutilizado como ermita de culto a Cristo. En el alfeizar de la ventana superior de la fachada tiene el año de construcción 1719.
Delante de la ermita conserva un empedrado en buen estado y se cubre con una cubierta a cuatro aguas que en su vértice superior tiene un pináculo decorativo de piedra y sobre éste una veleta coronada por una cruz hueca de hierro. Sobre el arco de medio punto de la portada tiene una inscripción en latín EGO SUM VIA. En ella se celebra la Romería de Jesús del Camino el primer domingo de Mayo.
Otra fiesta que se celebra relacionada con Jesús del Camino es la Fiesta de los Esclavos. Desde el siglo XVI ó antes, existió la cofradía de Jesús del Llano que se llamó Esclavitud como se sabe por una escritura de capellanía fundada por D. Elvira Galindo en 1696, en cuya escritura dispuso entre otras cosas, que la aceituna de las fincas asignadas debía ponerse a censo, dedicándose el importe a LA ESCLAVITUD DEL CRISTO DEL LLANO para ayuda de las fiestas y demás gastos de dicha Esclavitud, cuyo nombre no hace referencia a esclavos en sentido estricto o personas que carecen de libertad, sino aplicado simbólicamente a personas sujetas a la voluntad de Dios. De aquí proceden la llamada Fiesta de los Esclavos que se celebraban en honor de Jesús del Llano el 14 de septiembre (Exaltación de la Santa Cruz) y no el 20 como se hace ahora.  Los bañuscos, por un ventanuco siguen la tradición de echar un puñado de aceitunas.


La ermita del Cristo del Llano está situada en las afueras del casco historico de la población en una zona elevada rodeada por una lonja con empedrado antiguo y delimitada por un murete de piedra, constituyendo, junto al castillo y la Iglesia de San Mateo, un tercer hito de especial monumentalidad a la localidad.
Aunque la construcción que se conserva debe remontarse al tránsito de los siglos XVI al XVII, lo más importante del inmueble lo aportan las reformas del siglo XVIII, que le incorporaron la decoración pictórica de sus bóvedas y la ampliación por la zona de la cabecera, donde se construyó un cuerpo que alberga el camarín de la venerada imagen titular. Es éste un espacio sorprendente en el que la abigarrada decoración, a base de yeserías pintadas, esculturas o espejos, lo convierte en destacado ejemplo del más exaltado barroco andaluz.
La ermita ofrece una completa visión externa de tres de sus fachadas, quedando la correspondiente a la trasera del camarín adosada a construcciones modernas. Se trata de un edificio construido en piedra de coloración rojiza de corte y asiento regular, con una nave con coro alto a los pies al que se accede a través de una escalera inserta en un volumen adosado en el lado oeste; crucero y presbiterio elevado sobre gradas, tras el cual se dispone el camarín. La sacristía y las escaleras que conducen al camarín se alojan en espacios adosados en el lado este de la cabecera.
La fachada principal, orientada hacia el sur, se caracteriza por su sobriedad, imprimiéndole la espadaña que sobre sale en el centro sensación de verticalidad. La portada, que ostenta la fecha de 1682, se compone por un arco de medio punto, con impostas y clave resaltada, flanqueado por pilastras toscanas sobre pedestales sobre el que se sitúa una hornacina adintelada y avenerada enmarcada por pilastras que quedan colgadas. El remate de la fachada se hace mediante frontón triangular que aloja un óculo inscrito en un marco cuadrangular. La espadaña es de dos cuerpos, el inferior de dos vanos con aletones laterales y el superior de un solo hueco de campanas rematado por frontón. En los alzados laterales del edificio se van viendo sobresalir contrafuertes además de los cuerpos adosados antes citados. En el lado este hay una portada secundaria de medio punto sobre jambas toscanas y rosetas en las enjutas, que ostenta en el friso una inscripción que la fecha en el siglo XVII.
El volumen correspondiente al camarín se manifiesta al exterior como una potente torre prismática. En uno de sus muros aparece la fecha de 1744 y en otro una ventana ciega con escudo con la inscripción «Ave María». Pilastras cajeadas con pinjantes, óculos abocinados y molduras modelan los paramentos exteriores. Sobre la cubierta emergen esbeltos pináculos bulbosos.


En el interior, la nave se cubre por bóveda de medio cañón dividida por robustos arcos fajones. Toda esa bóveda está decorada por pinturas al temple que simulan molduras, ovas, mármoles, grandes conchas y elementos vegetales. En el plemento central se representa un rompimiento de gloria con una serie de ángeles músicos; en los siguientes tramos de la bóveda se disponen lienzos de formato rectangular con escenas de la vida de la Virgen (Anunciación, Visita a Santa Isabel, Adoración de los pastores y Huida a Egipto). La bóveda bajo el coro también ofrece pinturas: un anagrama de Jesús del Llano bajo dosel y rodeado de ángeles, querubines, volutas carnosas, palmetas y floreros entre imitación de mármoles; un escudo con castillo; y una cartela circular con el rostro de un anciano con los atributos representativos del Tiempo. En los laterales aparecen figuras alegóricas de un alma penitente y otra en gracia con estrofas alusivas a ello. La media naranja del presbiterio también se recubre de pinturas murales. Las escenas de la vida y pasión de Cristo se distribuyen dentro de la trama que constituyen la fingida balaustrada que recorre el anillo de la que parte ocho radios en forma de estípites confluyendo en la clave, la cual se orna con macolla profusamente decorada. Las pechinas las ocupan pinturas de los cuatro evangelistas. En los lunetos correspondientes a esta zona aparecen pinturas al óleo con la representación de los Doctores de la Iglesia. En el lado del Evangelio existe un púlpito de hierro forjado sobre pedestal de mármol negro. A ambos lados de la escalinata de subida al presbiterio se pueden ver sendos escudos realizados en piedra policromada. El testero del presbiterio lo ocupa un retablo que conserva en el ático tres lienzos originales con los temas de la Santísima Trinidad, San Francisco y Santa Teresa. A través de él se vislumbra el camarín del Cristo del Llano situado a un nivel superior. La subida al camarín se efectúa, traspasada la sacristía, por una escalera en la que la cúpula existente sobre el rellano, sendos cuartos de esfera que coronan las puertas que dan acceso a la sacristía y al camarín y el pilar central sobre el que reposan las bóvedas, están decorados con ricas yeserías polícromas. Dos puertas, situadas en el tránsito de la sacristía a la escalera de subida al camarín y la de entrada a éste, destacan por la calidad de su carpintería, con trabajo de lacería e incrustaciones de nácar.
En el interior del camarín la ornamentación inunda, literalmente, el espacio. Partiendo de un zócalo quebrado, se elevan complejos estípites corintios que estructuran los ejes del primer cuerpo. Una cornisa muy quebrada supone el arranque de un nuevo cuerpo de estípites que alojan hornacinas. Óculos abocinados recogen los yesos trenzados en formas vegetales y mascarones grotescos. La cubrición es una impresionante bóveda polilobulada sobre trompas en la que estípites, hornacinas y pedestales de yesos dorados y policromados componen el escenario donde campean cientos de figuras alegóricas, santos, ángeles músicos y putti, junto a elementos del reino natural entre los que pueden verse aves exóticas, frutas y vegetales. Los espejos incrustados, evocadores de piedras preciosas, intensifican con sus reflejos los efectos ópticos. Es éste un espacio sorprendente en el que la abigarrada decoración, a base de yeserías pintadas, esculturas o espejos, lo convierte en destacado ejemplo del más exaltado barroco andaluz.







La Iglesia de San Mateo se construyó entre los siglos XV-XVIII, siguiendo los cánones artísticos de los distintos momentos. La fase inicial gótica la podemos observar en los arcos apuntados y las bóvedas decrecería en la nave y en la primera capilla del lado del Evangelio. Continuará la construcción de la iglesia dentro del periodo renacentista destacando la puerta del Perdón y la torre del campanario. Ya en el siglo XVIII como consecuencia del aumento del número de vecinos es necesaria una ampliación que sufragará el Patronato de la Fundación de Jesús del Llano; esta ampliación se inicia con el derrumbe del muro de la cabecera y retranqueo del mismo construyéndose el crucero.
La iglesia tiene planta de cruz latina con una sola nave dividida en tres tramos por arcos apuntados y cubierta con bóveda de terceletes que apoyan en pilares formados por haces de columnillas típicamente góticas; el tramo de los pies lo ocupa un coro sobre arco rebajado. La nave se une al crucero, (ampliación de la primera mitad del siglo XVII), mediante un robusto arco toral que junto a los tres restantes que forman el crucero descansan sobre pilastras corintias con un entablamento que recorre toda la cabecera, cuyo centro se cubre con bóveda semiesférica sobre pechinas con decoración vegetal rematada con linterna; los brazos del crucero se cubren con bóvedas de medio cañón y lunetos. En el interior de la iglesia nos encontramos con el enriquecimiento ornamental durante el Barroco, se construirá un balcón que la tradición local cuenta que era desde donde los familiares del Santo Oficio asistían a las celebraciones religiosas; la pila bautismal y el púlpito se construirán en mármol rojo de Cabra. Al exterior presenta muros de piedra con refuerzo de contrafuertes en el tramo de la nave. Tiene dos portadas, una lateral de estilo gotico y otra a los pies con vano de medio punto sobre pilastras enmarcadas por un pórtico con entablamento que sostiene un relieve rectangular labrada en 1576 de estilo manierista. A los pies se alza una torre de planta poligonal, dividida en tres cuerpos por unas cornisas; el superior está oradado por ventanas y se remata con balaustres sobre los vértices. Presenta modillones de cerámica y pináculos. Aunque el cuerpo principal es gótico, la torre tiene acabados renacentistas, así como la portada principal y la ampliación desarrollada en la primera mitad del siglo XVIII a partir del crucero. Alberga en su interior un grandioso retablo mayor de estilo compuesto y aramentos de colosales proporciones, obra de Francisco Palma Burgos. La pieza fundamental es el gran sagrario, conservado porque fue escondido en la Guerra Civil. Está elaborado con maderas y otros materiales preciosos como el carey. Sobre él hay una imagen tridimensional del pelícano simbólico que alude a la Iglesia alimentando a sus hijos.





La actual manzana de la margen derecha de la Travesía Trinidad es el resultado de la continua segregación de un viejo hospital de transeúntes en casonas de labor y un molino de aceite escoltando el Camino Real que unía la Meseta y el Valle del Guadalquivir. En la margen izquierda podemos observar las ruinas de una antigua almazara de aceite.
El Hospital de la Sangre de Cristo se encuentra en dicha travesia y se trata de un edificio con fachada muy clásica. Es destacable la conservación de alguna de las criptas de cimentación de la edificación, las bóvedas de cañón, que aún son utilizadas como sótanos. El edificio es dе estilo renacentista γ cuenta сοn una fachada principal dе piedra γ ladrillo. Tiene una planta rectangular γ está dividido en dos niveles. En la planta baja se encuentran las salas dе atención médica γ en la planta superior se ubicaban las habitaciones para los pacientes. El hospital fue construido en el siglo XVI pοr orden dе Don Rodrigo Manrique dе Lara, el primer Marqués dе Jaén. Fue diseñado para atender а los peregrinos γ enfermos quе visitaban la localidad.


Y finalmente junto a la entrada del castillo podemos contemplar el abside y la cripta de la antigua iglesia de Santa Maria. Integrada en la muralla almohade que cerraba en “acceso en codo” la entrada principal del castillo, se levantó tras la reconquista una pequeña iglesia, que acabó teniendo carácter funerario (Santa María del Cueto) y de la que aún resta una pequeña cripta de cimentación de una torre almohade (como evidencian los agujeros de los mechinales es cripta y no aljibe), sobre la que se sitúa el ábside que daba cabida al altar principal.  Fue creada por Fernando III el Santo al reconquistar Baños en 1225 y su estilo era de transición del románico al gótico. 


Otros lugares de interes que podemos visitar en Baños de la Encina son la calle Conquista, el Molino de Viento, el Pozo de la Vega, el Viejo Camino de San Lorenzo o Amargura, el Matadero del Santo Cristo o la Cueva de la Niña Bonita.
La calle Conquista tambien llamada Cesteria se dice que es la mas vieja del lugar y se situa en ladera al amparo del castillo. El nombre de la calle deriva de la vieja labor a la que antaño se dedicaban las gentes del barrio: el majado y trenzado de varetas y esparto para elaborar canastas y cestas. En ella podemos contemplar una antigua posada situada en el callejon del Pricipicio datada del siglo XVI. 
Calleja apretada que se va dibujando paralela a las líneas de nivel del cerro del Cueto hecho que condiciona que sea totalmente llana. A su vera se derraman las casonas más viejas del pueblo: piedra, barro y cal. Horizontalmente, están estructuradas en dos portales a distinto nivel que se separan por varios escalones; en altura, poseen una cámara superior para conservación de productos agrarios abierta en ventanuco de ventilación (sobre la pared inferior de piedra se sitúa una de adobe que permite una total climatización, hecho que explica el abombamiento central de la fachada). Corrales e ínfimos huertos, muy al fondo de una casa totalmente escalonada. Fue calle del gremio de cesteros como aún evidencian los mojinetes para majar esparto de sus puertas.



El Molino de Viento está situado en la cota más alta del pueblo, en el paraje denominado “Buenos Aires”, antaño lugar de numerosas eras para trillar el cereal. Este molino de estilo manchego construido en el siglo XVIII, consta del cuerpo de torre dividido en tres tramos: cuadra, camareta y sala de molienda. En su interior contiene una exposición permanente diseñada por José María Cantarero, denominada "Historias al viento", en la que se narran, estructurados por niveles de ocupación, las tipologías de molinos de viento, la historia y evolución de los molinos hasta la aparición de los de viento en el siglo XII, y la vinculación de la localidad de Baños de la Encina con los molinos y los trabajos vinculados en general al cereal, mostrando rutas por el entorno más cercano de la localidad.


El Viejo Camino de San Lorenzo, hoy calle Amargura, es de idénticas características a su parejo y empinado “carril de Mestanza”, fue lugar que se vio flanqueado durante los siglos XVII y XVIII de casonas de labor muy características. La casa se sitúa ahora rompiendo la línea de nivel, lo que crea calles muy empinadas, pero casonas a “pie llano”. Esta “distorsión” de la casona tradicional favorece la aparición de un nuevo elemento arquitectónico: la bodega semienterrada; por otra parte muy necesaria en la nueva economía diocechesca basada en una primera, pero muy incipiente, obtención “casi” industrial del aceite de oliva.





Al amparo de la localidad de Baños de la Encina y en el cruce del histórico Camino Cascarrillo o Real de Castilla y la vereda merina de Linares se localiza el ingenio hídrico del Pozo de la Vega, junto a los despojos de la Casa Vilches, un viejo molino aceitero.
El monumental Pozo de la Vega consta de pozo y brocal de piedra, “babero” pétreo de excelente factura y piletas de arenisca y granito; en líneas generales un conjunto etnográfico de tintes casi monumentales. Junto al pozo, a poco que se reanuda el trayecto del Camino Cascarrillo, pueden apreciarse retazos de su viejo empedrado, lo que ha dado pie a situarlo cronológicamente en época romana pese a sus orígenes medievales.
El pozo, como consecuencia de un nivel freático elevado, nos adelanta que estamos en tierras con gran presencia de agua, lo que favorece la existencia de una espléndida arboleda, un excelente punto de descanso incluido en el Geosendero de la Pizarrilla.



El Matadero del Santo Cristo es un edificio de nueva planta levantado durante el periodo “desarrollista” en pleno descansadero del Santo Cristo. Destinado a presidir y ordenar este espacio de la entonces nueva barriada, aún conserva su planta achaparrada y la bóveda de la sala de matanza, hoy dedicada a escuela de danza flamenca.


La Cueva de la Niña Bonita, tambien llamada Cueva de la Mona, es una antigua cueva que fue habilitada como refugio antiaéreo durante la Guerra Civil. Esta cueva cuenta con la particularidad de haber sido excavada en piedra de pizarra y alcanza hasta los 50 metros de profundidad, desde un camino cercano al castillo y dirigida hacia este. Cuenta la leyenda que fue mandada excavar por una persona adinerada que pretendía llegar a los tesoros que se ocultaban en pasadizos secretos bajo el castillo.


Gran parte del término municipal forma parte del Parque Natural Sierra de Andújar por lo que el valor botánico y cinegético es excepcional. Si eres amante de la naturaleza podrás disfrutar de varias rutas de belleza y singularidad y que también conforman parte del Sendero de Gran Recorrido GR48 “Sendero de Sierra Morena”. Desde el mismo núcleo urbano podremos adentrarnos en la Dehesa del Santo Cristo del Llano de carácter municipal y pública por tanto en la que poder disfrutar de toda una red de senderos señalizados cargados de vestigios arqueológicos, referentes etnográficos y una diversidad forestal de incalculable valor. A lo largo de tan rica diversidad natural podremos observar al lince ibérico, el águila imperial o el buitre negro entre otros y con las primeras lluvias de otoño encontraremos aquí uno de los mejores entornos para disfrutar de la “berrea del ciervo”.
Entre los parajes naturales más destacados se encuentra la Playa del Tamujoso, reforestada con pinos y eucaliptos y siendo un lugar muy popular para el baño. La Vereda de las Aguas parte del área recreativa de los Charcones y sigue el curso del arroyo Valdeloshuertos hasta el Embalse del Rumblar, permitiendo descubrir la estructura romana de la Fuente Cayeta y el poblado argarico de Peñalosa.
El Geosendero de La Pizarrilla revela la riqueza geológica de la zona, con formaciones de pizarra, arenisca y arcillas de diferentes épocas prehistóricas, mientras que el Sendero de La Verónica nos lleva por un camino empedrado medieval, salpicado por ermitas, haciendas y pozos. De este modo se pueden disfrutar un conjunto excepcional de paisajes naturales y patrimoniales, ideal para quienes buscan experiencias únicas en contacto con la naturaleza y la historia de la región.

La Vereda de las Aguas es una ruta de senderismo de unos 6 km. de longitud (ida y vuelta) de trazado lineal y dificultad baja que transcurre mayormente paralela al cauce del del arroyo Valdeloshuertos en busca del Embalse del Rumblar hasta llegar a uno de los yacimientos argaricos mas importantes de España. La ruta comienza junto a la Casa del Pueblo, un antiguo edificio dela Sindical construido en la decada de los 60 del siglo pasado con parte de los sillares de arenisca de la vieja iglesia de Santa Maria del Cueto. Transcurre parte del mismo coincidiendo con el Geosendero de la Pizarrilla por la falta del castillo hasta que llegamos a la carretera comarcal que une Baños con la vecina Bailen.


Cruzamos la carretera y descendemos por un camino empedrado conocido como la Via Romana ya que, aunque su construccion seguramente sea de epoca medieval su origen podria remontarse a dicha epoca romana, identificandose con la calzada que uniria Castulo con Sisapo, dos de los centro mineros mas importantes de Sierra Morena. El camino discurre escoltado por eras y bardales de pizarras hasta que llegamos a un puente de origen romano donde se abre una amplia explanada por las que bajan las agua encauzadas desde la llanura de la Campiñuela hasta la cuenca del Rumblar. Dicha explanada se encuentra delimitada por colosales eucaliptos y por pequeñas huertas, este enclave es conocido como Los Charcones por la riqueza hidrica de su suelo donde se conserva aun intacto uno de los pozos y pilar del antiguo descansadero de ganado merino trashumante.




Entre los anchos eucaliptos nuestra vereda sigue por la derecha para seguir paralela al curso del arroyo de Valdeloshuertos en busca del Rumblar. En nuestro caminar podemos contemplar a la derecha un amplio valle por el que transcurre el arroyo asi como una panoramica impresionante del castillo. En este, que se va ensanchando conforme nos aproximamos al embalse, aun perviven pequeños huertos con su alberca y noria como antaño. Nuestra vereda, que en un futuro proximo se preve nos lleve al yacimiento argarico de Peñalosa, prosigue dejando atras el puente de agua potable que atraviesa el valle a lo ancho y que conduce el agua del Rumblar hasta los depositos del pueblo. En este punto del camino, este coge una curva hacia la izquierda en la que se nos muestra la magnitud del pantano y el paisaje nos advierte que ya estamos en plena Sierra Morena. En esta zona si el nivel del agua del embalse nos lo permite podemos contemplar las estructuras de la Fuente Cayetana. De origen posiblemente romano y aociada al trazado de la calzada romana Castulo-Sisapo, es una alcubilla hecha de piedra arenisca elevada sobre un pozo alimentado por una pequeña fuente de agua. La calidad, cantidad y cercania a Baños de la Encina, obligo a y recreciendo el aljibe durante los siglo XVI-XVIII hasta obtener una verdadera fuente monumental en plena Sierra Morena.





Continuamos nuestro recorrido por el sendero ya paralelo a la orilla del embalse donde el viajero podra deleitarse con la verdadera esencia de la sierra y la vegetacion de tipo mediterraneo entre olivares y dehesas de toros bravos hasta que finalmente llegamos a la linea de fortificacion que resguarda el yacimiento arqueologico de Peñalosa, un poblado metalurgico de epoca argarica.




El poblado argárico de Peñalosa ha sido un referente en relación a la investigación de la Edad del Bronce del Alto Guadalquivir. Se asienta sobre un espolón de pizarra en forma de lengua, con dos grandes laderas de fuertes pendientes limitando al norte con el río Rumblar y hacia el sur con el arroyo Salsipuedes. Actualmente las aguas del embalse del Rumblar bañan las estructuras de este poblado argárico.
La importancia en la tradición historiográfica, su localización como uno de los núcleos mineros más importantes de Sierra Morena, la excelente conservación del registro arqueológico y el peligro que suponían las continuas embestidas de las aguas del pantano hicieron necesaria la realización de una actuación arqueológica en este poblado. Estas excavaciones han apostado por una metodología de trabajo sistemática y extensiva que favorece los estudios microespaciales gracias a los contextos de los que dispone Peñalosa.
La propia orografía del terreno configura el perfil de este poblado argárico. Se diferencian en él distintas zonas, en la cima del cerro un área fortificada en la que al menos tres viviendas conectadas por estrechos pasillos generan una zona completamente estructurada y organizada. En la ladera norte las terrazas naturales se corresponden con la articulación de terrazas artificiales. Distinguiendo así las terrazas superior, media e inferior localizándose en ellas las viviendas de este poblado de Peñalosa. Las terrazas se comunican entre sí mediante calles estrechas y en la parte inferior del poblado se ubica una gran cisterna que recoge el agua de la lluvia. El asentamiento de Peñalosa está organizado en tres terrazas artificiales por las cuales se distribuyen las fortificaciones y viviendas, así como las calles que las comunican, en ocasiones enlosadas. El nivel inferior presenta una cisterna y un muro con bastiones que debían delimitar el poblado. En la terraza media hay restos de actividad metalúrgica y una sepultura monumental, con numerosos restos animales y un rico ajuar. En la parte más alta de la terraza superior hay una verdadera acrópolis a la que se accede por un sinuoso pasillo protegido por baluartes y atalayas. Las paredes de las casas están construidas mediante mampostería de pizarra en toda su altura, mientras que los tejados serían planos y estarían hechos mediante barro cubierto de lajas de pizarra.​ No parece que haya diferencias arquitectónicas significativas entre las distintas terrazas.
La documentación arqueológica que ofrece este poblado argárico a nivel de estructuras, artefactos y ecofactos proporciona un amplio panorama de la cultura material empleada y elaborada por sus habitantes, permitiéndonos acercarnos a ese grupo humano de hace más de 4000 años tanto en la vida cotidiana como en la esfera funeraria. El paleoambiente estaría dominado por la encina y el alcornoque, así como el madroño, acebuche y lentisco, todo lo cual indica un clima suave, sin grandes heladas, y más húmedo que el actual.​
El asentamiento de Peñalosa ha sido interpretado como una fundación argárica en la periferia de su área de influencia, dedicada a la obtención y procesamiento de los metales y a su exportación hacia los centros de poder costeros.







GASTRONOMIA:

Conserva Baños, como un monumento culinario a las viandas que tienen el aceite de oliva virgen como principal ingrediente, el tradicional “cucharro”, que no es otra cosa que un “canto de pan” al que se le extrae la miga de pan, llamada “sopa”, con la punta de una navaja, llenando el “hoyo” que a modo de cuenco nos queda, con bastante aceite de oliva virgen, un poco de sal, un ajo restregado si se quiere, y el “churre” de un tomate maduro estrujado. Volvemos a colocar la “sopa” en el “hoyo” ya relleno e iremos dando cortes al pan con la navaja para ir acompañando de este modo ya sea un trozo de bacalao, una sardina arenque o un buen “tocino entreverao”, mientras que nos iremos ayudando con alguna aceituna “machacá”. Este plato, que no necesita de él para tomarse pues se come desde la misma mano, toma su nombre de la calabaza seca a la que se le hacía una brecha en la panza para trasegar vino o vinagre de una tinaja a otra.
Pero es la rica fauna cinegética de Sierra Morena la que enriquece y da variedad a la cocina de Baños, la llamada “carne de monte”, en los sabrosos adobos preparados con hierbas aromáticas de la sierra, y luego frita con aceite de oliva virgen, y donde el exponente gastronómico de mayor nombradía lo tenemos en el “venado a la bañusca”. Del campo y propio de cazadores es el conejo al ajillo, o el preparado en pleno campo sobre unas ascuas de jara y que por tal motivo recibe el nombre de “conejo al jarón”.
La romería de la Virgen de la Encina, en mayo, también tiene su plato festivo y tradicional como es el “rollo bañuelo”, hecho con una masa de carne picada y amasada con pan rallado que se rellena de jamón, tocino y huevo duro, y que se pasa por la sartén para dorarlo y luego se deja cocer en agua con vino.


FIESTAS:

Semana santa

La Semana Santa de Jaén tiene manifestaciones muy variadas. En la Semana Santa de Baños de la Encina se pueden encontrar emociones diferentes. El bañusco siente muy hondo el fervor y la devoción de una Semana Santa que data del siglo XVI y que hoy podemos disfrutar como una lección de arte magistral. Acerquémonos, pues, a algunas de las sensaciones enraizadas en la cultura popular de este pueblo, con un único propósito: ser fieles a la cultura de nuestros antepasados y al hecho histórico-religioso que más arte ha desparramado por el mundo, la Semana Santa.
Los Sermones, como ‘El Mandato’, ‘El Paso’ y, sobre todo, ‘La Pasión’, recitado en la noche del Jueves al Viernes Santo desde la tribuna alta de la Iglesia Parroquial de San Mateo y que expresa el dolor de los fieles por la Pasión y Muerte de Cristo.
Los Pregones, acercamiento popular a los textos evangélicos cuyas letras están compuestas cuando el Evangelio estaba aún escrito en latín y cuando la mayoría del pueblo no sabía leer. Los cuatro Pregones más importantes se conocen bajo los nombres de “Soberano Redentor’, ‘Poncio Pilato’, ‘la Sentencia’ y ‘El Prendimiento”, que son cantados en la Parroquia de San Mateo durante el amanecer de Viernes Santo, antes de la salida en procesión de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
De gran solemnidad es el conocido como Sermón de las Siete Palabras o Desenclavamiento, acto litúrgico en el que se desenclava al Nazareno delante de la Virgen de los Dolores, entregando los clavos y la corona de espinas a la Virgen mientras se cantan siete saetas que hacen alusión a cada una de las siete palabras que pronunció Jesús antes de expirar. Se trata de una de las tradiciones más sobrecogedoras de la Semana Santa Bañusca, recuperada en los últimos años.

La Semana Santa de Baños comienza el Viernes de Dolores con el traslado de la imagen de la Virgen de los Dolores desde la Ermita de Jesus del Llano a la Iglesia de San Mateo. Desde 2008, con la adquisición por parte de la hermandad de San Juan Evangelista, de la imagen de Jesús en la Borriquilla, se comienza por primera vez a realizar la estación de penitencia durante el Domingo de Ramos.

Durante la noche del Miercoles Santo tiene lugar la procesión del Via Crucis, con la impetuosa imagen de Ntro. Padre Jesús Crucificado que es llevado a hombros por los hermanos de la Cofradía, esta procesión se viene realizando en los últimos años en los alrededores del Castillo, con la impresionante silueta del Cristo sobre las almenas de la fortaleza milenaria.

Es sin duda, Jueves Santo y Viernes Santo la muestra más fervorosa de nuestra Semana Santa con la Procesión de Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna, San Juan Evangelista y la Virgen de los Dolores, que se celebra por el Casco Histórico.La madrugá de Viernes Santo y despues de los Pregones y el Sermón de Jesús se celebra la Proceión de Ntro. Padre Jesús Nazareno, la Virgen de los Dolores y San Juan Evangelista, es la procesión más larga ya que recorre toda la parte alta del pueblo.

El Viernes Santo a las 5 de la tarde tiene lugar el Desenclavamiento en la Iglesia de San Mateo, y a continuación la procesión del Santo Entierro, en las que hacen su estación de Penitencia, el Crucificado, la Cruz Maria (Cruz con sudario), el Santo Entierro, San Juan y la Virgen de los Dolores, hasta hace pocos años esta procesión subia al Castillo.

Hacia la medianoche del Viernes Santo la Virgen de los Dolores hace su estación de Penitencia en la conocida como la Procesión de la Soledad, en la cual se traslada a la Virgen a la Ermita de Jesús del Llano, para alli esperar el Abrazo con su Hijo el Domingo de Resurrección.Virgen de los Dolores

El Abrazo, muestra jubilosa de la Resurrección de Cristo, se realiza el domingo por la mañana, en elque los costaleros del paso del Cristo Resucitado, que procesiona desde la Parroquia de San Mateo, al ver el paso de la Virgen, que sale desde la ermita de Jesús del llano, emprenden una veloz carrera hasta encontrarse ambos en un simbólico abrazo. Finalizada la celebración de la Resurrección de Cristo.

Uno de los rasgos más peculiares de la Semana Santa Bañusca son las coplas de pasión, cantos caracterizados por realizarse a dúo o a trío y por no compartir ninguna característica con la saeta. También son muy habituales durante los recorridos procesionales las saetas.

La Semana Santa Bañusca se caracteriza por la solemnidad de las celebraciones, con una visión cercana y naturalista de los misterios pasionales. los pasos y las cofradías realizan un recorrido por las calles, descubriendo al Bañusco y al visitante una combinación de emociones entre la belleza de su urbanismo y el tipismo de sus casas solariegas. Es una sensación que el turista semanasantero no debe perderse, porque en Baños de la Encina la Semana Santa gana por la naturaleza del entorno

Romería de Jesús del camino

Se celebra el Primer Domingo de Mayo, como antesala al día gran día de la Romeria, el Cristo del Camino está en su Ermita al pie de la Cuesta de los Santos, muy cerca de la Ermita de la Virgen de la Encina. En los alrededores de la Ermita se celebra una misa en honor a Jesús del Camino, y a continuación, las gentes del pueblo, sobre todo jovenes disfrutan de un día de campo.

Fiestas patronales de mayo

Las Fiestas Patronales de Baños de la Encina se celebran durante el 2º fin de semana de Mayo. Destaca, sin duda, como acto principal la Romería de la Virgen de la Encina, en la que el 2º Domingo de Mayo se traslada la imagen al Santuario, y todos los bañuscos la acompañan en carrozas, caballos o incluso a pie. También se celebra el Sábado la Ofrenda de Flores a la Virgen, distintos pasacalles. El lunes de Feria se celebra la procesión del Patrón Jesús del Llano. Todo esto amenizado con el Recinto Ferial, casetas, tómbolas y buen vino, durante cinco días.
Cuenta la tradición que un 9 de mayo de 1225, encontrándose un labriego arando con sus bueyes, las tierras de un encinar próximo a la Cuesta de los Santos, vio como la Virgen, envuelta en una intensa luz, le pidió desde lo alto de una encina que se construyera un santuario desde el que se le diese culto. Del tronco de la encina comenzó a manar aceite paara socorro de los desválidos que por allí acertaron a pasar. Existe aún hoy una encina, retoño de aquella sobre la que se obró el prodigio, situada en el Chaparral de Medinilla.
La Romería de la Virgen de la Encina, patrona de Baños de la Encina, y de todos los pueblos de Las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, se celebra el segundo domingo de mayo, organizada por la Cofradía de Nuestra Señora de la Encina y Nuestro Padre Jesús del Llano. Como festividad mariana de fuerte arraigo local, ese día los bañuscos y visitantes parte del pueblo hacia la ermita por la mañana, formando una alegre comitiva de carretas y mujereres, y hombres a caballo. La Virgen parte desde la Iglesia de San Mateo, donde tiene su altar, y es llevada a hombros por las mujeres bañuscas, hasta llegar a San Marcos, donde los hombres se turnan para llevarla durante el duro camino.
Una vez en la ermita, tras la misa, la Virgen es sacada en procesión por los alrededores de la misma. Durante la procesión hay tiempo, incluso, para demostrar la sana rivalidad entre los pueblos veciones, pues bañuscos y guarromanenses entablan una cordial disputa por que la Virgen de la Encina mire a uno u otro pueblo. Al grito de "que mie pá Guarromán", los guarromanenses obligan las costaleras del trono a girar la Virgen hacia su pueblo, "picando" a sus vecinos de Baños. Las disputas finalizan con un baile en el atrio de la ermita como sinto de hermanamiento entre ambos pueblos.
Un día lleno de colorido, que transcurre en un ambiente romero de cante y baile, una jornada de convivencia durante la cual los bañuscos comparten con familiares y amigos un menú tipicamente campero formado por carne empanada, tortilla de patatas y el cucharro bañusco, sin olvidar los adobos de carne de monte, que las gente de estas tierras preparan con especial esmero y acierto. Al atardecer, la Virgen de la Encina es trasladada a Baños en una carreta, continuando la fiesta en el pueblo.

Fiestas medievales

Las jornadas medievales se celebran en Baños desde hace pocos años, éstas se celebran en la Plaza y en el Castillo del pueblo, se montan puestos de artesanos y taberneros basados en la época medieval, se realizan representaciones de la toma del Castillo las luchas de moros y cristianos, además de Cuentacuentos de la época, teatro, baile, y un largo etc., todos los bañuscos participan con sus trajes de moros o cristianos.

Fiestas del emigrante

Como festejos de carácter cívico-religioso, se celebran en torno al 15 de agosto las Fiestas del Emigrante en honor a los bañuscos que están fuera del pueblo, con actos culturales, deportivos y verbenas populares, además de la Procesión de la Virgen de la Encina, que portan las emigrantes que no pueden venir a la Romería, sin duda el acto más especial es el Encuentro de Migas, donde las Peñas de amigos tanto foráneos como locales se reúnen para participar en un concurso a las mejores migas. Más de 100 peñas se concentran en los alrededores de la explanada del Santo Cristo.

Fiestas de los esclavos

Fiesta que actualmente es solo de carácter religioso. Este fiesta se celebra a partir de unificarse las dos Hermandades de los Santos Patronos, la de la Virgen de la Encina, con la de Jesús del Llano, se reajustan las fechas de las fiestas, el 8 de septiembre la Natividad de Nuestra Señora, el 12 con el Dulce Nombre de María y el 14 día de la Santa Cruz, y se establece que la novena a la Virgen de la Encina se celebre del 9 al 17 (la Virgen venia del Santuario el 8), el 18 la Salve y el 19 de la Fiesta y Procesión de la Virgen, el 20 la Fiesta y Procesión de Jesús del Llano y el día 21 día de San Mateo, titular de la Parroquia de Baños.
El día 8 de septiembre se traía a la Virgen de la Encina desde el Santuario hasta Baños para hacerle la novena y sacarla en procesión el día 19. El día 18 día de la Víspera de "Los Esclavos", comenzaban las fiestas, con repique de campanas, y grandes tracas de fuegos artificiales.
En la plaza era la Verbena, amenizada con caseta de turrones, y algunas atracciones como "las barcas de agua", etc. El día 20 se hacía la procesión de Jesús del Llano, que era por la mañana, y después de la misma había invitación en el Ayuntamiento. Y el último día, de San Mateo, que antes tenía Cofradía propia, San Mateo salía en procesión con la Virgen de la Encina, y la despedía en San Marcos, ya que partía de nuevo para la Ermita, el día 21 de septiembre de 1225 Fernando III "El Santo" incorporo Baños a la Corona de Castilla.
Desde tiempos remotos, siglo XVI ó antes, hubo cofradías separadas, la de Jesús del Llano se llamó ESCLAVITUD como se sabe por una escritura de capellanía fundada por D. Elvira Galindo en 1696, en cuya escritura dispuso entre otras cosas, que la aceituna de las fincas asignadas debía ponerse a censo, dedicándose el importe a LA ESCLAVITUD DEL CRISTO DEL LLANO para ayuda de las fiestas y demás gastos de dicha ESCLAVITUD, cuyo nombre no hace referencia a esclavos en sentido estricto o personas que carecen de libertad, sino aplicado simbólicamente a personas sujetas a la voluntad de Dios. De aquí proceden la llamada FIESTA DE LOS ESCLAVOS que se celebraban en honor de Jesús del Llano el 14 de septiembre (Exaltación de la Santa Cuz) y no el 20 como ahora.
Se cambió la fecha al fundirse después ambas cofradías en una, se dispuso la celebración de las fiestas de la Hermandad Única los días 19 y 20 de septiembre, una vez terminadas la recolecciones de verano y tareas de las eras. Al fundar el párroco, don José Jurado, la cofradía de San Mateo, cuya fiesta celebra la iglesia el 21 de septiembre, se agregó un día más a la FIESTA DE LOS ESCLAVOS.

Festividad de todos los santos

La imagen de la Virgen de la Encina venía al pueblo el día 8 de septiembre para su novena y posterior procesión, ya que todo el año permanecía en su Santuario, a 4 Km. de Baños, siempre custodiada por los santeros que vivían en el mismo Santuario. Los últimos santeros fueron la familia Montesinos. Después la Virgen se trajo al pueblo y aquí permanece todo el año, sólo el segundo domingo de mayo es llevada al Santuario en romería, volviendo en el mismo día a Baños. La Fiesta de los Esclavos era tan importante como la feria de mayo, venía el carrusel, las barcas, las casetas de turrón, la de los pinchos... Hoy es sólo fiesta religiosa ya que dejamos que desapareciese una de nuestras fiestas más importantes...
Es sin duda una de las fiestas con más arraigo en Baños, se lleva a cabo el Día de los Santos, a primeros de Noviembre, donde los hombres y también las mujeres, formando grupos o “partías”, abandonan el pueblo marchándose a pequeños cortijillos o chozos de la sierra, donde pasan varios días con sus noches, dedicados a la caza de pájaros con “liria”, compartiendo el pan, el vino y las bromas.
El origen de esta costumbre se ha querido ver en el hecho de que por Los Santos y por el Día de los Difuntos las campanas de la iglesia no dejaban de tocar ni de día ni de noche, con la consiguiente congoja de ánimo, la cual era olvidada por los varones del pueblo yéndose donde no se oyeran las campanas, celebrándose así más un “velatorio” con abundante comida y bebida por los que estaban vivos allí presentes, que por los que ya habían abandonado este mundo, de cuyas almas y del ruego por ellas se encargaban las mujeres que habían quedado en el pueblo.





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