CAMINO DE SANTIAGO FRANCES (Etapa Sarria-Portomarin)

 



CAMINO DE SANTIAGO FRANCES

(Etapa Sarria-Portomarin)


Es el Camino por excelencia. El itinerario jacobeo con mayor tradición histórica y el más reconocido internacionalmente. Fue descrito ya en 1135 en el Codex Calixtinus, libro fundamental jacobeo. El Libro V de este códice constituye una auténtica guía medieval de la peregrinación a Santiago. En él se especifican los tramos del Camino Francés desde tierras galas e informa detalladamente sobre los santuarios de la ruta, la hospitalidad, las gentes, la comida, las fuentes, las costumbres locales, etc. Todo está escrito con la síntesis y claridad que necesita una respuesta práctica a una demanda concreta: la peregrinación a Santiago.
Con el paso de los siglos y los avatares políticos y religiosos europeos, el itinerario físico del Camino Francés perdió peso específico. Será a finales del siglo XIX cando surja un renovado interés por la temática jacobea, que continúa en la segunda mitad del XX con la progresiva recuperación del viejo itinerario, reconocido internacionalmente como uno de los símbolos históricos de la unidad europea.
El Camino Francés adquiere un trazado preciso en Francia a través de las cuatro vías principales ya descritas en el Codex Calixtinus. Tres de estas rutas (París-Tours, Vézelay-Limoges y Le Puy-Conques) entran en España por Roncesvalles, en Navarra, mientras la cuarta (Arles-Toulouse) entra por el puerto de Somport y continúa hasta Jaca, en tierras de Aragón. El itinerario de Roncesvalles, que cruza la ciudad de Pamplona, se une con el aragonés en Puente la Reina (Navarra).
Desde Puente la Reina, el Camino Francés mantiene un único itinerario que atraviesa localidades y ciudades del norte de España tan significativas como Estella, Logroño, Santo Domingo de la Calzada, Burgos, Castrojeriz, Frómista, Carrión de los Condes, Sahagún, León, Astorga, Ponferrada y Villafranca del Bierzo. El Camino Francés entra en Galicia por la comarca del Bierzo, siendo la localidad lucense de O Cebreiro el primer pueblo gallego en el camino.


El Camino de Santiago Francés es ahora el itinerario más transitado en España para la peregrinación a Santiago de Compostela y surca el norte de la Península hasta el extremo occidental, siendo la ruta troncal a la que van afluyendo, a lo largo de su recorrido, los peregrinos que transitan por otras rutas jacobeas procedentes de diferentes partes de España. También fue llamado «Ruta Interior», en contraposición a la «Ruta de la Costa» o Camino del Norte, el itinerario del norte que seguía a través de las localidades de la costa cantábrica.
El trazado de esta ruta tiene algunas variantes históricas. Y también hoy las comunidades locales han introducido nuevas variantes para adaptarse en especial a los cambios en el poblamiento, el turismo, el paisaje y cultura del norte.
Esta ruta, dada su extraordinaria riqueza cultural, artística y paisajística, está inscrita, desde 1993, como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. También es un Itinerario Cultural Europeo, una etiqueta creada por el Consejo de Europa para promover una cultura europea común. La ruta se encuentra en la actualidad bien documentada y dotada de señalización e infraestructuras adecuadas.
Resulta obvio que esta ruta, siendo considerada la matriz de la peregrinación jacobea, deleite al caminante con muchos de los templos más majestuosos de la cristiandad. Ocho son las Catedrales que pueden visitarse a su paso. Conventos, abadías y monasterios de especial interés religioso, político y cultural durante la Edad Media dan idea de la importancia histórica de esta vía de comunicación. Pero además, el viajero con vocación religiosa puede encontrar a su paso algunos de los templos con mayor devoción popular tanto histórica como actual.
Los puentes han sido los grandes indicadores del trazado de las distintas vías de comunicación. Como no podía ser de otro modo, en el trazado encontramos estas construcciones, iniciadas, destruidas, reconstruidas y restauradas por las distintas civilizaciones que han poblado estas regiones. Ventas, hosterías, hospitales y otros servicios imprescindibles para atender al peregrino se han ido levantando a lo largo de los siglos. Muchos de estos establecimientos han llegado hasta nuestros días, si bien no todos son empleados para funciones muy distintas a las que en origen se pretendía.
Y como elementos esenciales para saciar la sed de caminantes y peregrinos, muchas fuentes regalan sus aguas a los viajeros que transitan esta vía. Numerosos cruceros marcan el camino a seguir no sólo en este, sino en muchos de los trazados históricos de peregrinación jacobea. A lo largo del camino, existen señales que lo identifican. Unas están directamente relacionadas con la peregrinación como los Monumentos al Peregrino de Burgos. Obanos o el Alto do Poio. Uno de los más conocidos es sin duda el Homenaje al Peregrino Alemán en El Acebo.
Los Royos Jurisdiccionales, aunque no están vinculados al camino en sí, acompañan al viajero en muchas de las localidades otrora poderosas. Entre ellos el de Azofra o el de Boadilla del Camino.
Otros monumentos reseñables con cierta relación jacobea son el Mosaico del Juego de la Oca en Logroño, los Hitos del Camino en Ventosa o los Atributos Arzobispales en Astorga.
Para proteger al peregrino, numerosas construcciones defensivas han sido necesarias a lo largo de los siglos. En la actualidad, muchas de ellas se han convertido en auténticos monumentos fedatarios de la historia y la cultura de España y Europa. El poder político que históricamente han adquirido muchas de las poblaciones por las que discurre el camino han permitido la construcción de edificios de valor artístico e histórico. La prosperidad económica queda plasmada con gran claridad en la multitud de palacios y edificios residenciales construidos a lo largo de la Historia.








Desde el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago en Compostela, en el siglo IX, el Camino de Santiago se convirtió en la más importante ruta de peregrinación de la Europa medieval. El paso de los innumerables peregrinos que, movidos por su fe, se dirigían a Compostela desde todos los países europeos, sirvió como punto de partida de todo un desarrollo artístico, social y económico que dejó sus huellas a lo largo de todo el Camino de Santiago. La mezcla de reto deportivo con religiosidad, con búsqueda de lo auténtico y de uno mismo, todo ello escoltado por estilos románicos y góticos, entre caballeros templarios y monjes benedictinos, entre hayas y trigos, entre castaños y carvallos, entre leyendas y milagros hacen del Camino de Santiago una experiencia singular.

La etapa que vamos a describir es para muchos caminantes la primera etapa del Camino, al ser Sarria el lugar desde donde parten un mayor porcentaje de peregrinos. Desde Sarria se cubren los 100 kilómetros a pie imprescindibles para poder obtener la Compostela. Una etapa inolvidable para quienes inician este tramo del Camino. No importa si eres un peregrino primerizo o un experimentado caminante que ya llevan muchos kilómetros en las piernas, la etapa de Sarria a Portomarín no te dejará indiferente. El Camino se aleja del asfalto y te adentra en la Galicia más rural, donde te sorprenderá una de las carballeiras (robledales) más hermosas del itinerario. A lo largo del camino, descubrirás diversos vestigios del arte románico, enclaves con historia jacobea, pasarelas rústicas y un imponente puente medieval que te transportarán a otra época.
La ruta de Sarria a Portomarín se caracteriza por su sencillez. El kilometraje es asequible y los desniveles son moderados, lo que la convierte en una opción ideal para aquellos que buscan una experiencia desafiante pero no imposible. Incluso la lluvia, que puede convertir algunos tramos de tierra en un desafío difícil de transitar, no empaña la belleza del camino.
A lo largo del recorrido, no tendrás problemas para encontrar avituallamiento. Además, esta etapa guarda un especial recuerdo del Xacobeo 93 y su famosa mascota Pelegrín. No te pierdas los altares espontáneos creados por los peregrinos, un homenaje a la esencia del Camino y a la fuerza que une a todos los que lo recorren. Disfruta de los verdes prados, los bosques frondosos y las pequeñas aldeas que salpican el camino. Déjate llevar por el ritmo propio de esta etapa y descubre la belleza de la Galicia rural.




Nuestro inicio del camino lo hacemos en la localidad lucense de SARRIA, capital de la comarca de Sarria y sede del partido judicial del mismo nombre, contando con una población de poco mas de 13.000 habitantes. El municipio está formado por la villa de su nombre, y trescientas diecinueve entidades de población distribuidas en cuarenta y nueve parroquias. Se encuentra situado en la mitad sur de la provincia de Lugo. Limita al norte con los concellos de Láncara y Páramo, al sur con el concello del Incio y al oeste con Paradela. En el territorio ocupado por el concello de Sarria se pueden distinguir tres áreas geográficas: una llanura situada en el centro y oeste, una zona montañosa en el oeste, en el Monte Páramo o en el Monte de Santa Icla, y el valle o vega de Sarria. Abundan los terrenos de labranza, especialmente los prados, y los bosques son reducidos, situándose a la vera de los ríos. Varios ríos y riachuelos bañan el concello. El principal río, que da nombre a la capital del concello, es el río Sarria, que nace en las montañas de Triacastela. En él desembocan los ríos Celeiro y Ferreiros.


La zona donde más tarde estaría localizada Sarria y su comarca ya estaba habitada en épocas anteriores. De aquella época quedan numerosos restos arqueológicos como pueden ser Insculturas (o grabados en las rocas) en las parroquias de Maside y Barbadelo, dólmenes en Santa Marta, Arxemil, Vilamaior y sobre todos los castros (poblados de origen prerromano por los Seurros que sobrevivieron en algunos casos hasta la Edad Media). Destacan los castros de San Cosme da Pena, Outeiro de Goián, As Paredes de Barbadelo, Santo Estevo de Maside, Calvor, Mundín, Teilonxe, Santa Icía en tierras de Froián, San Miguel de Vilapedre, Tremeado, Padriñán, Betote y Tosal.
La presencia romana en Sarria viene ligada a la hegemonía de la ciudad romana más cercana, Lucus Augusti que enlazaba a través de la villa sarriana con Castro Dactonio (Monforte de Lemos), excavaciones arqueológicas revelaron la presencia de dos villas romanas localizadas en Vilar de Sarria y en San Antolín. También se halló una estela funeraria procedente de Vilar de Sarria que ahora está expuesta en el Museo de Pontevedra.
En el periodo suevo se localizó el condado sarriense en la zona que va desde el Neira hasta el Sil, abarcando tierras de O Cebreiro, Valcarce y Caurel. El resto de la comarca sarriana pertenecía al condado paramense.
La conquista musulmana fue escasa y no dejó apenas rastros arquitectónicos ni topónimos locales. Lo único señalable de esta época fue que hubo una repoblación de la comarca de Sarria a la que no fue ajena el monasterio de Samos.

La fundación del monasterio de San Esteban de Calvor in villa histórica está datada en el año 785. En el primer período medieval hay que destacar que se consolida el Condado de Sarria, en el que sus tenientes llevaban ya a partir del siglo X el nombre de Comes in Sarria o Comes in Elarín, ya que en Larín (Láncara) estaba la villa real donde residían los merinos y jueces reales que tenían jurisdicción entre Miño y Sil, y en algunos casos "hasta la orilla del mar".
Además del condado sámense, normalmente vinculado al condado de Lemos y a la familia real, hubo otras tenencias en Louseiro y Froián, así como una mandatio en Barbadelo, junto con posesiones ligadas a los reyes en Louseiro y San Cosmede.
De este tiempo queda la referencia a diferentes monasterios, generalmente de tipo familiar, que acabaron bajo la tutela del monasterio de Samos: San Mateo de Vilapedrem San Antonio de Sarria, Santa María de Corvelle, San Esteban de Calvor, San Pelayo de Cesar, San Pelayo y San Miguel de Piñeira, San Salvador de Rosende, Santiago y San Martín de Barbadelo, Santiago de Mortoláns en Froián, San Salvador de Barxa, San Adrián de Monte Páramo..., que dieron lugar a una intensa colonización de las tierras y a la renovación de las técnicas de cultivo.
El Camino de Santiago es el motor del que surgen hospitales, ermitas, puentes, mesones. Atrayendo a instituciones asistenciales (los magdalenos en Sarria, los templarios en San Esteban de Barbadelo...).
A finales del siglo XII se funda Vilanova de Sarria, de mano del rey Alfonso IX asignándole el fuero que iba a regirse como villa real. El rey moriría en la misma villa el día 24 de septiembre de 1230.
En el año 1280 ya estará completado la estructura de la villa (Camiño francés, Rúa de Queiroga y Rúa do Pombal), y cuenta con dos iglesias (San Salvador y Santa Marina), un monasterio (A Malena) y dos ermitas (Santiago do Mercado y Santa María de Barbadelo).
La villa se convierte en feudo cuando el rey Pedro I le concede a don Fernando de Castro las Pobras de Sarria, San Xulián Outeiro de Reí en 1360. En el año 1366 se vinculará con el Condado de Lemos pasando a tener carácter hereditario.
La influencia del condado crece al tener jurisdicción sobre las cinco Pobras (A Pobra de Sarria, San Xulián da Pobra, A Pobra de Adai, Santo Estevo da Pobra de Neira de Susao y Pobra de Triacastela). Para gobernarlas se crea en sarria un «merino mayor» y «merinos subalternos» en cada una de las dichas pueblas.
La fortaleza política de Sarria tenía correspondencia en la multitud de fortalezas (fortaleza de Sarria) y castillos documentados (castillo de Loureiro de Froián, castillo de Louseiro, castillo dos Infantes, castillo de Meixente y torre de Domiz) desde las cuales señoreaban familias hidalgas, dueñas de pequeñas jurisdicciones.
La Revolta Irmandiña va a tener incidencia en estas tierras, tanto por lo que se refiere al primer momento de triunfo del campesinado (la fortaleza de sarria es derribada) como en la represión que vino con la victoria de los nobles.


En el año 1543 don Fernando de Castro es nombrado Marqués de Sarria por los Reyes Católicos. Don Dionís de Castro funda a finales del siglo XVI el hospital de Santo Antón, para la atención de peregrinos que volvían de Santiago, y en 1568 el monasterio de la Magdalena se integra en la Orden Agustina, extinguiéndose así la Orden de los Bienaventurados Mártires de Cristo (magdalenos) que lo había gobernado en los tres siglos anteriores.
El descenso de las peregrinaciones a Compostela trajo un largo periodo de decadencia para la villa. En el siglo XVIII, contaba solo con setenta casas en la villa y unos pocos comercios (taberna, obrador de velas de sebo, una carnicería y una alabacería). La suma de todas las parroquias no reunía más de 350 personas.
En 1794 se crea la «Escuela de Primeras Letras» con cargo a las rentas del Hospital de San Antón. Se amplia la jurisdicción de Sarria, abarcando los Partidos de Andaduría, A Veiga, Ferreiros, Sobre da Riba, Froían y Lobataira.
En el siglo XIX durante la invasión francesa hay un saqueo de iglesias. La creación del Concello Constitucional y el Partido, Judicial de Sarria en 1820 suponen una gran modificación régimen administrativo. En 1840 se forma de modo definitivo el Concello compuesto por 51 parroquias, que provenían de las antiguas jurisdicciones del Marquesado de Sarria, Cástelo dos Infantes, Vilapedre, Goián, Vilar, Torre de Domiz, A Pinza y otras procedentes de Samos.
La Desamortización traerá como consecuencia la desaparición de la vida comunitaria en el monasterio de La Magdalena la subasta de rentas y tierras de los monasterios, mayoritariamente adquiridas por la burguesía emergente.
Las guerras carlistas van a tener en Sarria cierta importancia, ya que esta zona fue una de las que tuvo presencia de partidas', en especial la del llamado «Souto de Remesar».
La apertura de la carretera de Lugo a Valdeorras (hacia 1850) y del ferrocarril (1880) suponen un gran impulso para el desarrollo de la comarca, potenciando el comercio y la salida de los productos naturales. La villa se expande por la vega y nacen nuevos barrios (San Lázaro, A Estación, As Casetas..,) En los que se asientan preferentemente gentes foráneas que establecen almacenes y pequeñas industrias.


En 1885 se inaugura la nueva iglesia de Santa Maríña. En 1896 se instalan en Sarria los Padres Mercedarios se inauguran las Escuelas Públicas, donación del filántropo sarriano don Matías López. Su viuda, Marquesa de Casa López, crea el Hospital Municipal, en Campo de Outeiro, inaugurado en 1909.
La actividad comercial e industrial de la villa van aumento y a principios del siglo XX ya alcanzaba una población de 1500 habitantes. Se abren nuevas calles y la actividad exportadora (ganado, cereales, castañas, patatas, jamones y chorizos) hará que la riqueza vaya en aumento. En 1916 llega la electricidad y poco más tarde la traída de aguas.
Los períodos de la Dictadura y la Segunda República traen aumento del número de carreteras y escuelas y la urbanización de las principales calles de la villa. La factoría de cementos de O Oural (parroquia de Chorente) señala a partir de los años 1960 el comienzo de un proceso de industrialización apoyado en la construcción y en la industria del mueble, que junto con el regreso de emigrados en América y Europa, señalaban el despegue económico, con un proceso parejo de modernización del sector agrícola-ganadero.
La puesta en funcionamiento de nuevos centros de enseñanza (Colegios Públicos en Sarria y Oural, Colegio de la Asunción, Colegio de La Merced, Institutos de Bachillerato y FP conocido como IES Gregorio Fernández), así como las dotaciones de Residencia de Ancianos y Centro de Disminuidos Psíquicos, junto con un equipamiento deportivo y de ocio, harán que la villa de Sarria se convierta en un núcleo que irradia su influencia sobre una amplia y rica comarca, constituyendo un centro de servicios dinámico y con oferta muy diversificada.
Hoy, Sarria es el punto donde más peregrinos comienzan el Camino de Santiago ya que se encuentra a 111 km de Compostela y el mínimo para obtener la Compostela al llegar a Santiago son 100 km caminando o a caballo. Aquí llegan en tren directamente desde Madrid, Barcelona o desde el País Vasco muchos de los que no quieren hacer más de los 111 km, o en autobús desde toda España tras trasbordo de 30 km desde Lugo o tras llegar en avión a Santiago o Coruña alcanzan la villa de Sarria y sólo han de buscar la Escalinata Mayor para comenzar su peregrinaje.



El patrimonio monumental de Sarria esta muy ligado a su historia y a la importancia de ser paso en el Camino de Santiago Frances. Edificios como el Convento de la Magdalena, la Rua Mayor, la Fortaleza de Sarria o la iglesia del Salvador dan fe de su pasado.
Pero ademas de los monumentos mencionados anteriormente, el viajero o peregrino que antes de partir en su camino, puede visitar edificios como la iglesia de Santa Mariña, el Ponte Ribeira, la Casa Sarry de Treilán, el Pazo Torre do Barrio de Louseiro y otros monumentos representativos como Villa Andrea​ (conocida como Casa do Marqués), la Casa do Barrio,​ el molino de Toleiro, Casa das Arsenias y Villa Aurelia​. A mayores, otros edificios representativos de la villa son la casas blasonadas hoy en día convertidas algunas de ellas en albergues como la Casa Centeais de los Cedrón, parte de la Casa Grande de los Saavedra, la Casa de Puche (Hospital Vello-Obra Pía de los Guitián), Casa de los Armesto o la Casa Guerra. Tambien edificios religiosos como la Capilla de San Lazaro, la Capilla del Perpetuo Socorro situada en la Plaza de la Villa o la iglesia del Rosario. Asimismo fuera del casco urbano podemos visitar las iglesias de Vilar de Sarria, Farban y San Martin de Requeixo.




Nuestra ruta de 22 km. que nos llevara hasta Portomarin la comenzamos atravesando un puente sobre el rio Sarria para coger a nuestra izquierda la Rua Malecon que transcurre paralela al cauce del rio para al final de la misma llegar a la Rua Peregrino donde podemos contemplar una escultura dedicada al peregrino que nos llevara hacia la Escaleira da Fonte, actual Escalinata Mayor, que se construyó a mediados del siglo XIX y es un elemento muy representativo del Camino de Santiago Francés, ya que da acceso a la zona antigua de la localidad.
Subiendo esta escalera llagamos a la Rua Maior donde nos encontramos con la zona antigua de Sarria, calles repletas de casas de piedra, iglesias y encantadoras plazas. Esta estructura imponente es un verdadero testimonio del ingenio humano y su belleza es una obra maestra en sí misma. Sube por sus escalones y siente cómo el pasado y el presente convergen en este punto culminante.




La historia se puede concentrar en una sola calle. Al menos así ocurrió en Sarria hasta el año 1860, cuando la villa logró expandirse hacia otras zonas, y es que la Rúa Maior, considerada antaño centro demográfico de la localidad, es ahora la gran vía turística. La Rúa Maior de Sarria es un emblema de la historia de la villa, ya que cada rincón guarda un relato propio con el que aprender a cada paso que se da. Y es que hasta lo que más pasa desapercibido guarda un secreto tras de sí. La historia de la calle va unida a la fundación de Sarria en el siglo XII, cuando Alfonso IX transitaba por ahí durante sus estadías. Fue la vía principal de la localidad hasta el año 1860, cuando la población se expandió hacia otras zonas de la villa.
A día de hoy, lo que más caracteriza a la Rúa Maior es ser el mayor punto de referencia a nivel histórico al estar rodeada de múltiples edificios de renombre, como lo son la iglesia de Santa Mariña, la torre de la Fortaleza o la Casa do Concello, entre otros. Todos estos edificios conservan un gran valor, tanto por su antigüedad como por el legado que dejaron pasados varios siglos. Aunque también la tienen las propias viviendas que hay en la calle y que pasan desapercibidos a ojos de muchos. Las paredes del albergue O Durmiñento por ejemplo datan del año 1710 y sus piedras proceden de la antigua Fortaleza, de la que ya solo queda la torre. O la casa en la que reside Tomás Cumbraos Díaz, del siglo XIX, que cuenta con tres plantas que han visto crecer a varias generaciones familiares, contando además con cuadras con animales en la planta baja que residían bajo su techo hasta que en el año 2003 pasó a ser una vivienda unifamiliar. Gran parte del valor histórico de la Rúa Maior reside en que también fue el gran centro cultural de la villa durante muchos años con el Casino como punto de encuentro desde su fundación en el siglo XIX. En él se practicaban juegos como el billar, se celebraban bailes, proyecciones teatrales y hasta veladas musicales. También servía como un punto de encuentro por el bar, que pasados 26 años cerrado, se reformó de nuevo como albergue y sala de espectáculos.
Lo que en los inicios de la villa de Sarria era la única calle se convirtió con el paso del tiempo en la gran vía turística. Hoy en dia esta considerado por muchos peregrinos como el km. 0 de su camino de Santiago frances hacia Compostela.




El primero de lo monumentos que nos encontramos en la Rua Maior junto a la Plaza Juan Maria Lopez es la iglesia de Santa Mariña que data de 1885. El templo es de estilo neogótico y fue construido para sustituir al anterior templo del siglo XII, de estilo románico. Del anterior templo románico, que se encontraba en estado ruinoso, solo se conserva un dibujo de la portada y un capitel.
La iglesia, de planta de cruz latina, remata en una aguja piramidal. En el interior del templo los visitantes pueden encontrar dos tallas muy importantes para la ciudad de Sarria; la de Santa Mariña y la de San Xoán, patronos de Sarria. También se puede encontrar un cristo crucificado y varias vidrieras policromadas. Famosa es su torre campanario, que puede verse desde toda la localidad, destacando desde la lejanía; el edificio que se sitúa enfrente y que conserva cierta inspiración modernista en su fachada era el antiguo casino, hoy desaparecido.




Dejamos atras la silueta de la iglesia y nos encontramos con el edificio del Concello de Sarria, antigua Casa Baamonde construida en el siglo XIX, que desde 1920 hace la funcion de ayuntamiento y en cuya fachada principal se encuentra la escultura pétrea de Alfonso IX de León y Galicia.


Al final de la Rua Maior podemos contemplar enfrente de las letras de la ciudad el edificio de la iglesia de San Salvador. Conserva rasgos de un románico del siglo XIII, en transición ya con el gótico. Se trata de una pequeña iglesia parroquial de una sola nave, en la que destaca las portadas de la fachada principal y del muro norte. En la principal se presenta un arco apuntado con dos arquivoltas que se apoyan en dos pares de columnas adosadas. Los capiteles de las columnas están adornadas con motivos vegetales y zoomórficos. Por encima de la puerta existe un pequeño óculo. Corona la fachada un espadaña del año 1860. Del mismo año es también la fuente que se ubica en la misma plaza, conocida como Fuente de San Salvador. La fachada norte presenta un pórtico con una arco ligeramente apuntado. Un par de columnas sostienen una arquivolta con chaflán y dientes de sierra. En el tímpano una figura del Pantocrator protege la entrada junto dos pequeñas cruces de Malta. Junto a la iglesia, el edificio del juzgado que albergó en sus tiempos el Hospital de Santo Antón.




Cerca de la iglesia del Salvador podemos contemplar los restos de la Fortaleza de Sarria, una antigua fortificación de origen medieval de la que actualmente sólo se conserva una torre de flanco, conocida popularmente como Torre del Batallón.
En la parte más alta de la villa de Sarria, se conservan parte de los restos de una fortaleza militar del siglo XV, aunque sus orígenes se remonten probablemente al siglo XII, en tiempos de Gutierre Ruiz de Castro y Elvira Osorio, señores de Lemos y de Sarria, cuando la casa Castro gozaba de un gran poder en Galicia.
La documentación que se conserva de la época no permite establecer una fecha exacta sobre el año de su construcción, pero sí se sabe que se levantó en el siglo XIII en un alto desde el que dominaba la denominada en aquel tiempo Vila Nova de Sarria, probablemente en un lugar ocupado antiguamente por un castro. Desde 1325 hasta 1430 fue una posesión vinculada al título vitalicio y no hereditario de "conde de Trastámara, Lemos y Sarria", título nobiliario que junto con las grandes rentas asociadas servía a los reyes para fidelizar a algunos nobles. Algunos nobles célebres poseedores de la fortaleza fueron, entre otros, Álvar Núñez de Osorio, el infante don Enrique de Trastámara, Fernán Rúiz de Castro y Bertrand Duguesclin.
La fortificación fue destruida casi por completo durante las Revuelta Irmandiña entre los años 1467 y 1469, en un conflicto conocido como la Gran Guerra Irmandiña. Posteriormente los vasallos que en aquellos tiempos estaban sujetos a su dominio de la casa Osorio fueron obligados a reconstruirla con su trabajo por orden de Pedro Álvarez Osorio, I Conde de Lemos con carácter hereditario. Para levantar de nuevo la fortaleza los vasallos precisaron de la ayuda de bueyes para acarrear las pesadas piedras, siendo las tareas realizadas a costa de los vasallos de las “Cinco Probas” que posteriormente integrarían el Marquesado de Sarria: A Pobra de Sarria, Santo Estevo da Pobra de Neira de Susao (Baralla), A Pobra de Adai (O Corgo), San Xillao da Pobra (Láncara) y A Pobra de Triacastela. La edificación fue objeto de varios asedios a finales del siglo XV durante las guerras entre el Conde de Trastámara, el de Lemos y el mariscal Álvaro González de Ribadeneira, lo que hizo que los Reyes Católicos la tomaran bajo su protección y evitaran su derribo, mientras que otras de Galicia fueron derribadas por completo. El motivo fue su presencia en una situación privilegiada con el Camino de Santiago. Los Reyes Católicos se la concedieron a los condes de Lemos, ya de la segunda rama de los Castro y los Osorio. Posteriormente el 1 de mayo de 1543 Fernando Ruiz de Castro y Portugal (hijo de la III Condesa de Lemos y futuro IV Conde de Lemos) fue favorecido por su primo tercero, el Emperador Carlos V, con el título marquesal sobre la villa y el mayorazgo de Sarria. Durante estos años en esta fortificación pernoctaron Isabel y Fernando, Carlos I y Felipe II.
La fortaleza estuvo habitada hasta alrededor de 1730 viviendo en ella el Corregidor, Justicia Mayor o Merino Mayor de las cinco «pobras». Fue la sede hasta este momento también del Regimiento y Justicia de la Villa y Marquesado de Sarria.
Perteneció a la Casa de Castro hasta que Joaquín López de Zúñiga Sotomayor y Castro, XIII conde de Lemos, X marqués de Sarria, grande de España fallece sin descendencia, por lo que el Condado de Lemos pasa junto al Marquesado de Sarria a la rama parental más cercana, la Casa de Berwick. James Francis Edward Fitz-James Stuart y Ventura Colón de Portugal, XIV conde de Lemos, XI marqués de Sarria, III duque de Berwick y grande de España; hereda el título al ser el cuarto nieto de Fernando Ruiz de Castro y Portugal (hermano del VII y VIII conde de Lemos).


Hasta el año 1820 la persona que contaba con el título nobiliario de marqués era señor territorial de la villa y del marquesado, el cual comprendía las denominadas entonces como cinco Pobras. Por esta razón, el marqués se encargaba de realizar nombramientos como el de alcaldes o escribanos, así como cobrar las rentas. Todas esas prebendas se terminarían entre los años de la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República.
Entre las propiedades con las que contaba el marqués figuraba el símbolo de la villa, la Fortaleza que a pesar de estar en estado de abandono desde finales del siglo XVIII, estuvo en pie hasta 1860, cuando al ser el solar enajenado por el Duque de Alba, los terrenos fueron adquiridos, por mitades, por Manuel Pérez-Batallón y el ayuntamiento de Sarria, en tanto que la piedra de murallas y torres fue comprada por varias familias de la villa, siendo también empleada para la construcción de calles u otros tipos de obras. La mitad adquirida por el ayuntamiento se dedicó a ampliar el campo de la feria y dejarlo casi tal y como está en la actualidad.
Originariamente la fortaleza contaba con amplia cerca, cuatro torres, dos de homenaje (una conocida de ellas conocida como de mercado) y dos de flanco. Además contaba con una gruesa muralla con la que cerraba un polígono, puente levadizo, sótanos, fosos, contrafosos y tenía varias casas en su interior. En estas viviendas residían el merino, oficiales de la cárcel y los denominados hombres de armas, así como una cámara reservada para el conde.
Actualmente se conserva tan solo una torre de flanco de losa y piedra de granito, recubierta que estuvo de mortero, que alcanza los 15 metros de altura, desde donde se puede contemplar un espléndido paisaje de la Veiga de Sarria (Monte Santa Cristiña, Cha de Santa Marta, Serra Illoá, Monte Meda, Serra Oribio).
A su cima se llega por una escalera abierta en parte de un lienzo de muralla, y conserva escudos con armas de los Castro, Enríquez y Osorio. En la pared que cerca la finca se ven varias cruces de un “viacrucis” del siglo XVIII. En el interior de la torre esta cubierto a siete metros de altura por una bóveda de directriz débilmente apuntada, y a su cima se llega por una moderna escalera. No esta permitida la entrada puesto que el torreón y su parcela son propiedad de la familia Pérez-Batallón. Desde hace algunos años el ayuntamiento gestiona su adquisición para que forme parte del patrimonio municipal.


Continuamos el camino por la Avd. Mercede donde podemos contemplar el edificio de la Antigua Prision Preventiva que hoy alberga la oficina de turismo de la localidad junto a un mirador donde se ubica uno de los muchos cruceros del camino y donde desde su balconada se puede observar la “Veiga de Sarria” que cierra al fondo el Monte de Santa Cristina, a Cha de Santa Marta, a Serra de A Illóa, el Monte da Meda y a Serra de Oribio. Este edificio de corte neoclásico fue cárcel preventiva desde 1930 hasta 1950. Este edificio presenta una estructura rectangular de corte neoclásico hecho con mampostería de pizarra salvo los esquinales, puertas y ventanas, los cuales son de hormigón.




Al final de la avenida nos encontramos con uno de los monumentos mas emblematicos de la ciudad como es el Convento de la Magdalena. Durante siglos los monjes que lo habitaron seguían la regla de san Agustín, aunque hasta el año 1568 el monasterio fue independiente, constituyendo el primer asentamiento de la Orden en Galicia.
La iglesia del monasterio sigue en su planta a las llamadas de tipo benil: templo de una nave amplia, cubierta de madera y con capillas absidiales. Se trata de un tipo de origen italiano, introducido en Galicia por franciscanos y dominicos, típico de los siglos XIV y XV. La ornamentación se concentra en la capilla mayor y la capilla del Santo Cristo.
La capilla del Santo Cristo, con los nervios de su bóveda de perfil triangular, se asemeja a las bóvedas de los templos dominicos de Ribadavia, Pontevedra y Tui. La capilla mayor constituye la parte más importante de la iglesia, con dos tramos uno hemipoligonal y otro recto que lo precede, al modo de San Domingos de Bonaval de Santiago, fue construida en torno a 1511 y ornamentada y dotada con numerosas sepulturas a lo largo del siglo XVI, con una decoración exuberante en la que conviven los últimos ecos del gótico hispano-flamenco, fórmulas del arte manuelino y elementos propios del primer renacimiento.
Otra construcción que vale la pena visitar en el monasterio es su claustro procesional, pequeña arquitectura de planta cuadrada y dos cuerpos de altura situada en el lado norte de la nave de la iglesia. Su primera planta fue construida en las primeras décadas del siglo XVI siguiendo el estilo gótico, mientras que la planta superior –hoy muy alterada- fue en origen una obra clasicista de filiación herreriana, construida entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII.
Respecto a la fachada actual del monasterio, la torre campanario, algunas de las actuales dependencias y la fachada y pórtico principales, conocidas como “Puerta de los Carros”, fueron construidas a lo largo del siglo XVIII, ejecutándose en estilo barroco. En la riqueza de sus orejeras, los altos podios de sus soportes, los recuadros retundidos con que se ornamentan sus frentes y las complejas cornisas muy quebradas, mira a las obras de los grandes maestros compostelanos del siglo XVIII, como Simón Rodríguez y Fernando de Casas.
De sus magníficas obras renacentistas conocemos el nombre de varios artífices, como Pedro y Juan Rodríguez, maestros canteros afincados en Sarria. Pero sobre todo tenemos conocimiento de los arquitectos de la fachada actual, José Cachafeiro Escudero, y de la torre de las campanas, un cierto Fajardo que dejó constancia de su trabajo en una inscripción todavía visible en dicha torre: FAJARDO FECIT 1730.
La arquitectura y sucesivas obras del monasterio fueron financiadas de forma similar a los monasterios de las órdenes mendicantes -franciscanos y dominicos-, a través de mandas testamentarias, donaciones de la hidalguía y nobleza local y, particularmente, por miembros del clero, en especial de la Orden de San Agustín.
Un buen ejemplo de mecenazgo es el de Nuño Álvarez de Guitián, maestreescuela y canónigo de la catedral de Ourense que, tras haber pasado años enfermo y atendido en el monasterio de Sarria, dejó en su testamento de 1511 el dinero necesario para gran parte de las obras de la hermosa capilla mayor y su decoración. Otra figura importante sería, ya en el siglo XVIII, el obispo agustino fray Francisco Armañá y Font, que sufragó las obras barrocas de la fachada e iglesia.
Entre los grandes nobles destaca el vínculo que durante siglos el monasterio mantuvo con los Condes de Lemos, quienes detentaban también el título de Marqueses de Sarria, quienes a lo largo de los siglos XVI y XVII realizaron numerosas donaciones al monasterio. Pero no fue menos importante el papel de la hidalguía local, siendo sus miembros los que sucesivamente fundaron las capillas de la iglesia.



Desde el convento giramos a la izquierda y nos tenemos que preparar para una empinada bajada junto al muro del cementerio, un camino de firme irregular nos conducirá (girando a la derecha y alcanzando, a partir de un tramo por carretera) el puente Áspero, de origen medieval, que cruza el río Celeiro, junto al que hay un lugar de descanso. No sería de extrañar que el nombre original de este puente fuera «Aspera» y no «Áspera» ya que su topónimo podría estar relacionado con la probable y quizás obligada espera que los viajeros tenían que hacer, posiblemente para pagar el pontazgo.
Consta de cuatro arcos, de los cuales tres conservan en parte su factura románica. Los arcos y tajamares están construidos con robusto granito, mientras que la calzada y los pretiles con pizarra. Este puente que lleva hasta Barbadelo, la siguiente parada en esta etapa del Camino de Santiago, es uno de los siete puntos emblemáticos del Camino. Vale la pena destacar su emplazamiento, el cual se encuentra rodeado de un bonito espacio paisajístico, con marcada presencia del verde de sus alrededores. La propia vegetación se ha apoderado de parte de la estructura actualmente, ocultando las piedras del propio puente, que se mimetiza con el propio paisaje. A Ponte da Áspera no es solo una estructura funcional; también es un símbolo del viaje espiritual y físico que representa el Camino de Santiago. La mezcla de granito y pizarra refleja la fusión entre lo antiguo y lo moderno, entre la resistencia y la adaptación.
La etapa nos deparará una caminata agradecida, separada de carreteras de asfalto y abrazada a la Galicia más rural, donde disfrutaremos del campo y las pequeñas aldeas de los Concellos de Sarria, Paradela y Portomarín, además de cruzar ríos sobre puentes medievales y descubrir numerosos vestigios eclesiásticos de la época romana. Se trata además de una etapa sencilla, con numerosos puntos de avituallamiento y una longitud moderada que no esconde desniveles pronunciados, como sucede en otros puntos del trazado.


A partir de aqui nos adentraremos en el primer tramo de tierra de la etapa, que puede estar embarrado en época de lluvias. El Camino continúa en paralelo a la vía del tren. Tras casi un kilómetro de recorrido por diversos prados, por un terreno irregular con piedras sueltas, nos vemos obligados a cruzar la vía del tren a traves de un paso bien señalizado.
Tomamos un camino de tierra a la izquierda y cruzamos un arroyo por una pasarela de madera que evita que nos mojemos los pies. A partir de aquí nos afrontamos un duro repecho que nos recompensará con una hermosa carballeira (robledal). Alcanzamos As Paredes, un enclave de origen prerromano, y disfrutamos de las vistas. 



Seguimos por un sendero entre prados y campos de cultivo hasta llegar a Vilei-Barbadelo que con poco más de 200 habitantes ofrece un remanso de paz a los peregrinos que recorren el Camino de Santiago Francés. Esta nos recibe con  una escultura en recuerdo a Don Germán Arias. De inmediato, a mano izquierda, vemos el área de descanso Km 108 de Vilei, repleta de todo tipo de máquinas de vending: café, refrescos, snacks, pilas... y un sello para adornar aún más la credencial.
Este pequeño núcleo es uno de los enclaves con mayor resonancia jacobea del trazado gallego. Mencionado ya en el Codex Calixtinus como lugar de paso de peregrinos hacia Santiago, era, además y según antiguas leyendas, el lugar a donde venían los criados de los hosteleros compostelanos a embaucar a los peregrinos y a recomendarles posadas donde luego eran estafados.
De Barbadelo ya se tiene documentación en el último cuarto del siglo X. A principios del siglo XI, en 1009, tanto la iglesia de Santiago que corona el lugar como el monasterio contiguo, del que no quedan restos, fueron donados al de Monasterio de Samos. Fue priorato de la abadía de Samos hasta la Desamortización, pasando a convertirse en parroquia.




En Barbadelo podemos visitar la iglesia de Santiago, un gran ejemplo de romanico gallego. Cerca del río Barbadelo, en un bello entorno, se asienta entre los siglos X y XI un monasterio dúplice, que después pasaría a depender de Samos, en cuya órbita se mantiene hasta 1835. En la segunda mitad del XII se levanta la iglesia sobre la anterior fábrica del priorato. Se conservan aún vestigios de la construcción monacal; así, puede verse al lado de la iglesia una edificación todavía conocida como “el monasterio”, que pasó a ser propiedad particular con la Desamortización.
La iglesia románica, de nave única, experimenta numerosas modificaciones. En el siglo XVIII cambió el ábside original por otro cuadrangular con sacristía adosada. Bajo el tejado de la misma se conserva lo que se interpreta como restos del antiguo hospitalillo para peregrinos, una cocina alta y una chimenea francesa. Las fachadas oeste y norte mantienen sus portadas románicas, en las que destaca la decoración de sus capiteles, con motivos zoomórficos, antropomórficos y fitomórficos; en la chambrana de la puerta septentrional se observa decoración de sogueado. En la portada oeste puede verse una decoración geométrica, ajedrezado, en tejaroz y chambrana, y bezantes en la arquivolta central; pero lo que la singulariza es la ornamentación figurativa del tímpano y dintel, de carácter simbólico. Una imagen de brazos abiertos, que parece invitar a la oración, centra el tímpano y es flanqueada por dos bloques en los que aparecen dos figuras geométricas con forma de estrella.
Otro elemento destacado de la fachada principal es la torre románica situada en el ángulo noroeste. Se divide en tres cuerpos y llama la atención su inusual arquitectura interior. Dentro de la iglesia, la torre se perfila como una estructura que aporta ligereza y belleza a los muros; ligereza, por los vanos con los que se abren sus muros este y sur, perdiendo así su carácter macizo, y belleza, por la decoración de los capiteles de las columnas en las que se apoyan los arcos de medio punto de estos vanos.




Al salir de Barbadelo continuamos por una pista en buen estado que nos lleva hasta Rente para, a continuación, y tras pasar por algunos tramos de tierra, alcanzar Mercado da Serra, donde se celebraba en la Edad Media un mercado. El camino cruza acto seguido la LU-5709 sin paso de peatones. En esta carretera nos encontramos con dos establecimientos que ofrecen comida, bocadillos, bebidas, sellos, un estanco e Internet y que puede llevarnos a confusión sobre por dónde sigue el Camino, por lo que hay que estar atentos a la señalización. Al cruzar no se continúa por la carretera sino que se toma un corredor arbolado que surge de frente. A los cinco minutos pasamos junto a una fuente decorada con Pelegrín, la mascota del Xacobeo 93. Setecientos metros más adelante llegamos junto a las puertas del Molino de Marzán, del año 1920. En marzo de 2014 se inauguró la casa-albergue del mismo nombre. Torcemos a la derecha y atravesamos el pasal de invierno, que evita que metamos el pie en la balsa de agua. Pronto cruzamos la LU-633 para pasar Leiman. Esta etapa te hará recorrer caminos rurales y las famosas corredoiras gallegas, caminos estrechos bajo robledales y otras especies autóctonas que comunican las pequeñas aldeas que salpican el paisaje, y que tendrás que atravesar.






Volvemos a cruzar la carretera LU-633 sin paso de peatones para dirigirnos por un pista asfaltada que nos lleva hasta A Pena y posteriormente hacia Peruscallo donde disfrutar del encanto rural y sus horreos. A partir de ahí nos tenemos que preparar para una zona de arroyos con arcenes y veredas de piedra. Los tramos de tierra con baches y surcos pondrán a prueba tu ritmo, ya que hacen difícil mantener un ritmo constante.
Seguimos caminando bajo la sombra de castaños y robles por un sendero que guarda vestigios de antiguas calzadas. Atravesamos Cortiñas, Lavandeira y por un camino asfaltado y tras pasar tramos de adoquinado llegamos a Brea, sin confundirnos con el falso mojón de los 100 kilómetros a Santiago. El verdadero mojón nos espera en un sendero llano de asfalto, lleno de pintadas y recuerdos de peregrinos.
Bastaría comenzar a pie en este punto para obtener la Compostela pero la peregrinación no es un certificado. El destino es el propio Camino. Aunque bien cierto es que el ánimo remonta cuando divisas esa mítica cifra, que indica que ya sólo faltan cien kilómetros para pisar la plaza del Obradoiro. Pasada la aldea y tras el solitario caserío de Morgade con apenas 4 habitantes, aparece una pequeña ermita de piedra, donde los peregrinos suelen dejar mensajes. Retomamos la ruta por una senda de tierra compacta, y cruzamos los últimos riachuelos, que evitamos por el lateral, antes de llegar a Morgade por asfalto. 
Justo donde termina Morgade, y a la derecha del camino, está la famosa “Fuente do Demo”, o Fuente del Diablo. Cuenta la leyenda que si quien se acercaba a la fuente era una persona que estaba en gracia de Dios, dejaba de manar agua, mientras que si quien se acercaba era alguien que estaba en pecado, el agua seguía manando. De este modo la fuente solo servía para calmar la sed de los pecadores. La gente del entorno, cuando tenía sed, iba en grupo porque como entre ellos siempre habría alguien en pecado, así no dejaba de manar y todos podían beber.
Cuenta también la leyenda que la gente de los alrededores no se fiaba mucho de la forma de ejercer de un cura que estuvo de párroco por aquí. Por eso, después de confesarse con el cura se acercaban a la fuente para ver si sus pecados estaban perdonados: si dejaba de manar agua es que el cura les había absuelto eficazmente.








Seguimos caminando y llegamos al antiguo Ferrere de Manier, hoy Ferreiros, feudo de los monjes herreros de Samos, cuya huella encontraremos en la iglesia románica. Cuenta con albergue público de peregrinos en una antigua escuela rural rehabilitada en 1992 y topónimo de resonancias camineras, ya que contó en la Edad Media con artesanos herreros que atendían a las caballerías y reparaban el calzado de los peregrinos, como relata el francés Guillaume Manier. El paisaje y el camino por esta zona, exuberante y autóctona, son de los más hermosos de la ruta gallega. En este núcleo el Camino de Santiago se despide del ayuntamiento de Sarria y se adentra en el de Paradela, nombre que para algunos proviene de «parada», lugar de relevo de caballerías.
Toda esta zona de la provincia de Lugo guarda un aire rural y arcaico, con sus fincas bordeadas de muretes de piedra. La comarca es arbolada y verde, con praderías y bosquecillos. Ferreiros ocupa una tierra de clima más suave que el de los tramos anteriores y por ello las casas ya se construyen con sólidos sillares de piedra pero con mayores vanos.
Cerca del pequeño casco urbano está el templo parroquial, original del siglo XII, aunque fue trasladado al lugar actual en el siglo XVIII. Es un edificio austero de piedras musgosas con bello arco de entrada caracterizado por un tímpano bilobulado. La espadaña, muy sencilla, de la época en la que se trasladó el edificio original.
La pequeñez de muchas aldeas ha permitido en muchas ocasiones que con el paso del tiempo no se haya perdido el primitivo templo románico. Así ocurre en toda esta comarca donde pervive una autentica teoría de iglesitas de la época del Románico. Antecede a la portada de la iglesia una arcaica pila bautismal, en medio de la zona de cementerio. Como el viajero también ha podido comprobar, es normal la simbiosis iglesia-cementerio a lo largo de toda Galicia.
La portada consiste en tres arquivoltas ornadas con ajedrezado que descansan sobre otras tantas columnas en cada lado de la puerta, todas ellas rematadas con capiteles de ornamentación vegetal. Dos mochetas sostienen el tímpano, sin decoración, embellecido por las dos pequeñas arcadas de medio punto.
En Ferreiros el tiempo parece haberse detenido. El ritmo de vida es pausado, y la amabilidad de sus habitantes te hará sentir como en casa. Es un lugar ideal para conectar con la esencia del Camino de Santiago y disfrutar de una experiencia única.





Desde este punto se inicia un ligero ascenso que desemboca en un desvío a la izquierda por el que, a través de un tobogán, y sobre tramos que oscilan entre el asfalto y la tierra compacta de más fácil tránsito o con piedras sueltas de tamaño medio o grande, llegamos hasta A Pena. Un pequeño lugar en el que apenas si nos encontramos algo más que el albergue para los peregrinos, que cuenta también con bar y restaurante. Continuando la ruta llegamos a la parroquia de Francos. Aquí, se dice, existió un monumento sepulcral, pero no se conoce a quien estuvo destinado ni quién lo mandó construir. Ya en 1120 se mencionaba este monumento, que se supone perteneció a un importante viajero, del que se enterraron los restos en el lugar en el que le llegó la muerte.
Tras pasar otros pequeños enclaves, como Couto y Rozas, se llega al mojón 96, donde arranca uno de los tramos que en invierno, y tras fuertes lluvias, es muy complicado. De hecho, ante las piedras sueltas y el barro acumulado, muchos peregrinos se suben durante 500 metros a un prado paralelo para evitar el sendero.
Si tomamos esta vía alternativa, debemos bajar hasta el itinerario oficial en una suave curva en la que se halla el primero de los sucesivos altares espontáneos que jalonan desde este momento la etapa y que dan fe de la huella negativa que a veces dejan los peregrinos.
Dejamos a mano izquierda otra cruz de madera y cruzamos la carretera LU-4203, llegamos, por un pavimento ya más homogéneo, a la pequeña aldea de Moimentos y, poco más adelante, a Mercadoiro.
La historia y sus pobladores, sobre todo los celtas, han dejado su sello y cultura como asi lo atestiguan los diferentes castros que se ven en varios lugares de la parroquia de Santiago de Laxe a la que pertenecen las aldeas por las que hemos pasado. 
La aldea de Moimentos tiene bonitas casas de piedra donde en una de ellas podemos contemplar en un dintel de la puerta un grabado de la Cruz de Malta, asimismo en la aldea podemos visitar la iglesia de Santiago de Laxe con el cementerio alrededor de la misma.
La historia y el paisaje de Paradela, nombre que algunos apuntan como de “Parada”, lugar de relevo de caballerías, está intimamente entrelazada con la vida que durante más de diez siglos lleva circulando por el Camino de Santiago. Sus lugares aparecen en los viejos códices y relatos que describen el paso de los peregrinos. En el viaje hacia Santiago de Compostela, el caminante entra en el Ayuntamiento de Paradela atravesando bosques y contemplando numerosos y variados árboles.









Llegamos a Mercadoiro y ya van quedando poco kilometros para llegar al final de nuestra etapa en Portomarin. El cansancio va haciendo mella en las piernas pero se compensa con el placer de disfrutar de los bellos paisajes y aldeas que nos ofrece la Galicia mas rural. En Mercadoiro podemos hacer una parada para descansar un momento donde podremos descubrir evidentes vestigios de la antigua calzada.
El itinerario visita a continuación Moutrás e inicia un suave descenso por el declive que forma la cuenca del Miño. Entre tramos que intercalan asfalto y tierra, y mientras ya se adivina Portomarín y el río al fondo, se llega hasta Parrocha (3,1 kilómetros a Portomarín) y, tras una cruzar un camino, hasta Vilachá (1,8 kilómetro hasta Portomarín), un núcleo mayor que los anteriores pero sin servicios destacables para los caminantes más allá de un área de descanso.
Un poco apartada del Camino, y a la izquierda de esta localidad, se halla la iglesia de Santa María de Loio. Este enclave fue en su origen el monasterio de Ribaloio, fundado en el siglo VIII y que conserva una gran importancia en la historia del Camino Francés. En él nace, a comienzos del siglo XII, la Orden Militar de los Caballeros a Santiago, que tenían como especial encomienda la protección de los peregrinos.
Si se continúa la ruta se accederá, tras un giro a la izquierda, a un brusco descenso, con mucho desnivel, firme irregular, piedras y socavones. El peregrino despide en este punto del ayuntamiento de Paradela y accede al de Portomarín. Al final del descenso continuará por los arcenes de la LU-633 hasta el puente, de más de 350 metros, que les acerca a la meta de la jornada. Desde esta edificación hay una buena vista de la localidad, con sus fachadas blancas y la iglesia de San Nicolás en lo alto, así como, en invierno, del amplio caudal del Miño. En verano también se podrán apreciar desde este punto las ruinas del antiguo Portomarín. Tras cruzar, sin paso de peatones, una rotonda se accede a la población por una escalinata asentada sobre los arcos del viejo puente medieval, donde también se colocó la capilla de la Virgen de las Nieves, punto y final a nuestra primera ruta del Camino de Santiago.






El río Miño discurre completamente por la comunidad autónoma de Galicia, formando frontera entre España y Portugal en su desembocadura en el océano Atlántico. Se trata del río más largo y más caudaloso de la tierra gallega, siendo su principal afluente el río Sil.
Las aguas de este río discurren a lo largo de 350 kilómetros, desde el Pedregal de Irima de la sierra de Meira hasta La Guardia en Pontevedra. A lo largo de todo el recorrido, nadan en sus aguas especies como la trucha, la anguila, el desmán ibérico y la nutria. En el tramo bajo del río, durante el invierno, habitan numerosas especies de pájaros, como el porrón moñudo, el chorlito común y la avefría.
Cuentan las leyendas, que en la cuenca del río Miño habitaban personajes mitológicos de Galicia, tales como hechiceras, quienes vivían en el mismo río, los xarcos, que habitaban pozos situados en la cuenca, o el hombre-pez, anfibios que tenía la habilidad de vivir tanto en el agua como en la tierra. Según la tradición, cuando se navegaba por el río Miño, en los alrededores de Arbo, se debía llevar una piedra en la boca, para impedir que las hechiceras jugasen con el navegante.
La construcción del puente del río Miño, que da acceso a la localidad de Portomarín y que se sitúa en el embalse de Belesar, se remonta al siglo II. Su construcción responde a la imperiosa necesidad de cruzar el caudaloso Miño. El puente cuenta con una longitud de 350 metros. Cuando se diseña el trazado del Camino de Santiago, éste se desvía por él, ya que es la única forma de cruzar el Miño, sin tener que utilizar barcas. Posteriormente, en el año 1962, se construye el embalse de Belesar y con él un nuevo puente.



La llegada a Portomarín cuenta con un recibimiento de lo más peculiar: una imponente escalinata, y en lo alto, una capilla. Se trata de un monumento histórico de estilo barroco que data del siglo XVIII. La capilla, está dedicada a Nuestra Señora de las Nieves y lugar en el que estuvo el antiguo hospital Domus Dei y asistido por la Orden de San Juan de Jerusalén. Se trata de una sencilla construcción hecha en mampostería, con nave única, espadaña en la fachada y altar mayor
La escalinata que conduce a la capilla está hecha de granito y cuenta con un total de 82 escalones y una altura de 17 metros. Construida también en el siglo XVIII, cuenta con detalles ornamentales. Tanto la capilla como la escalinata de As Neves son uno de los lugares históricos y turísticos más importantes de la región, atrayendo un buen número de visitantes y peregrinos de la zona.
Cuenta la vieja leyenda que el Miño, a su paso por Portomarín, está habitado por hechiceras y hombres-pez dispuestos a arrastrarnos río abajo y que, para evitar caer en sus redes, hay que meter una piedrecita en la boca antes de cruzar el puente. Al parecer, aunque sea una piedra muy pequeña, se convierte en un peso imposible de mover para ellos y nos deja libres de malos hechizos. La nueva leyenda la firma alguien en tiempo reciente y con bastante mala leche y cuenta que los peregrinos que llegan cansados de la jornada de camino, tienen que subir la altísima escalera hacia la ermita de Las Nieves y, además, tienen que hacerlo de una tacada, a la carrera y sin detenerse a descansar, aunque tengan los pies llenos de ampollas y los riñones doblados, porque según el “gracioso” que acuñó la dichosa leyenda, el que se detiene a descansar antes de llegar a la cima, queda impotente durante medio año. Resulta curioso ver como, por si acaso tiene algo de cierta, muchos peregrinos suben corriendo los 46 escalones.


El Camino de Santiago Francés es el más antiguo y popular de cuantos hay hoy en día en nuestro país. Su principal atractivo es que abarca prácticamente todo el norte de España. Pero, conviene parar un momento y centrarse en una experiencia sensorial única. Un recorrido salpicado de momentos e historias llenas de magia, de encanto… ¡De alma! Es el Camino de Santiago Francés de Galicia que hemos comenzado en esta etapa.
Es una búsqueda de momentos de introspección, de encontrarse a uno mismo, de desarrollo personal, de una promesa por cumplir, o sencillamente una forma de vivir unas vacaciones haciendo algo distinto. Cada uno elige la razón por la que se embarca en la aventura de recorrer el Camino de Santiago, pero lo que si queda claro es que los que eligen la opción del Camino Francés de Galicia lo hacen por su ingente cantidad de rincones, de instantes, de historias, de momentos y de experiencias, cimentadas en un Patrimonio histórico y cultural espectacular, su gastronomía con sello propio, sus parajes naturales oníricos, y, en definitiva, por englobar todo ese halo místico que el viajero tiene en su imaginario cuando piensa en el Camino de Santiago Francés de Galicia.
Los entornos naturales invitan a “abandonarse” y dejarse llevar por parajes insólitos, entre los cuales nos esperan unos pueblecitos completamente volcados con los peregrinos, pues, lejos de lo que algunos puedan pensar, los vecinos de los pueblos que componen El Camino de Santiago Francés en Galicia reciben con los brazos abiertos a todo aquel que quiera compartir tiempo y vivencias con ellos, además de tener siempre un "Buen Camino" en su boca.
Viajar a través de estos pueblos gallegos en el Camino de Santiago Francés de Galicia no es solo un peregrinaje, es un viaje a lo largo de los siglos. Cada pueblo cuenta una historia única, ofrece una perspectiva cultural distinta y abre una ventana a las tradiciones y costumbres que definen a Galicia. En esta ruta, el pasado se fusiona con el presente, y los peregrinos se convierten en testigos de la riqueza que emana de la tierra y la gente que da vida al Camino de Santiago Francés de Galicia.
El camino es un relato que nos habla de la naturaleza, de los paisajes, de la gastronomía, de su patrimonio… de sus gentes. El Camino de Santiago Francés de Galicia condensa todo lo que un peregrino espera encontrar en su itinerario a través de pueblos que viven y sienten este camino, esperando al viajero cansado con los brazos abiertos…
Esta etapa que hemos realizado encierra la esencia rural de Galicia. Sus paisajes salpicados de campos verdes y bosques transmiten serenidad, mientras que sus casas de piedra tradicionales narran historias de tiempos antiguos. El Camino de Santiago es un elemento de arquitectura civil, una ruta o vía, salpicada de elementos arquitectónicos y artísticos. Pero un camino no puede concebirse sólo como un espacio geográfico. Es también un elemento de dimensión temporal. El Camino es una experiencia concebida al andar, es una experiencia de transformación vinculada al cuerpo y a una cierta espiritualidad.









Plano etapa Sarria-Portomarin:
Longitud: 22 Km.
Dificultad: Media-Alta
Duracion: 4h 35min









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